La canción final
Esta es la canción que Mowgli oyó resonar a sus espaldas mientras regresaba al hogar de Messua.
BALOO
Por el amor de aquel que a una ranita sabia
le enseñó la ley de la selva,
guarda la ley de la manada de los hombres,
¡guárdala por amor del viejo y ciego Baloo!
Antigua o nueva, clara o turbia,
pégate a ella como si fuera una pista,
de noche y de día, sin mirar
jamás a tu derecha o a tu izquierda.
Por el amor de quien te quiere,
más que a cualquier otro ser con vida,
cuando en tu manada te hagan sufrir,
di tan sólo: «Tabaqui canta de nuevo».
Cuando te amenace algún daño, di:
«No ha muerto aún Shere Khan»;
cuando el cuchillo esté pronto a matar,
guarda la ley y sigue tu camino.
(Miel, raíces y palmas hacen
que el cachorro ningún mal reciba).
¡La gracia de la selva, la del bosque,
del agua y de la brisa te acompañen!
KAA
El miedo nace del mal humor;
los ojos sin párpados ven más claro.
Del veneno de cobra nadie cura:
su palabra cual dardo hiere.
Hablar franco siempre es fuerte;
que lo acompañe siempre la cortesía.
No más lejos aspires de lo que dé tu brazo;
no te apoyes en rama carcomida para lograrlo.
Mira si tu hambre codicia cabra o gamo;
engaña el ojo: se atraganta el bocado.
Ya harto, dormir quisieras …
Sea oculto el lugar, donde tu enemigo
no vaya a cogerte descuidado.
Luzcas limpio el cuerpo, y el hablar
cauto, a los cuatro vientos.
(Desde lejos te seguirá
la selva media los pasos).
¡La gracia de la selva, la del bosque,
del agua y de la brisa te acompañen!
BAGHEERA
En una jaula empezó mi vida:
lo que vale el hombre bien se me alcanza.
¡Por el cerrojo roto que me libertó! …
¡Hombre-cachorro, no fíes en gente de tu casta!
Elige, cuando a la luz de las estrellas caces,
pista recta y no embrollada.
En el cubil, en la cacería, en la guarida,
teme del hombre-chacal la amistad.
Responde con el silencio cuando: «Ven con nosotros;
se pondrá bueno», te dijeren.
Y sigue respondiendo con silencio cuando
ayuda te pidan, contra el débil.
Que la presunción quede para los monos;
mata la pieza, y con esto basta; no pregones.
Cuando caces, no has de retroceder
en tu camino, por nada.
(Tinieblas matinales: protegedle,
guardianas del ciervo).
¡La gracia de la selva, la del bosque,
del agua y de la brisa te acompañen!
LOS TRES
En el rastro que siguieres
hasta los umbrales que tememos
donde la flor roja su capullo abre;
En las noches en que duermas
aprisionado y lejos del materno cielo
escuchándonos a nosotros tus amados,
mientras por allí rondamos.
En las auroras en que anheles
de la dura cárcel salir,
y en que sientas, de la selva
que dejaste, nostalgia;
¡La gracia de la selva, la del bosque,
del agua y de la brisa te acompañen!
¡Saber, fuerza y cortesía
vayan siempre contigo y te amparen!