La canción del pequeño cazador
Antes que Mor, el pavo real, bata sus alas,
antes que el pueblo de los monos grite,
antes que Chil, el milano, se arroje hendiendo
el inmenso y adormido espacio;
al través de la Selva vuela un susurro,
y una sombra, suavemente, huye.
¡Es el miedo!, ¡oh cazador, el miedo
que cruza por la selva!
Una sombra que vigila deslizase por los claros del bosque,
poco a poco, y a ratos se para. El murmullo, entonces,
blando y lento se extiende;
se extiende, y sudores de angustia
bañan, entonces, nuestra frente.
¡Es el miedo!, ¡oh cazador, el miedo
que cruza por la selva!
Antes que la luna escale la montaña,
antes que las rocas se adornen con festón de luz;
cuando los hondos y húmedos senderos están sombríos,
llega a tu espalda, cazador, un soplo
que vuela al través de la noche …
¡Es el miedo!, ¡oh cazador, el miedo
que cruza por la selva!
¡Arrodíllate y prepara bien el arco!
¡Lanza ya la flecha penetrante!
Tu lanza hunde en la tiniebla;
hazlo, aunque muda de ti se burle.
Pero tus manos débiles y flojas están,
y aun de tu rostro huyó la sangre …
¡Es el miedo!, ¡oh cazador, el miedo
que cruza por la selva!
Cuando la tempestad corre por el aire,
y el pino herido cae en los montes;
cuando la lluvia que nos azota el rostro
y nuestros ojos ciega, desciende de los cielos,
al través de todo el estruendo, más potente
que ninguna otra, una voz ruge …
¡Es el miedo!, ¡oh cazador, el miedo
que cruza por la selva!
Los cauces llenos están hasta desbordar;
las peñas desprendidas se derrumban;
en las plantas, a la luz del relámpago,
hasta el último nerviecillo puede verse;
pero seca y cerrada está tu garganta,
y tu corazón en el costado golpea con fuerza …
Porque ahora sabes, ¡oh cazador, lo que es el miedo…!