Canción de Mowgli cuando bailó sobre la piel de Shere Khan en la Peña del Consejo[8]
Ésta es la canción de Mowgli.
Yo, Mowgli en persona, la canto:
preste oído la selva a mi hazaña.
«Afirmó Shere Khan que me aniquilaría».
¡Qué me mataría!
¡Qué mataría a Mowgli a la luz de la luna,
a las puertas de la aldea!
¡Qué mataría a Mowgli, la Rana!
Comió y bebió. ¡Bebe mucho Shere Khan!
Pues te pregunto, ¿cuándo beberás de nuevo?
Y luego, duerme y sueña con mi muerte.
Estoy solo en la pradera.
¡Vente conmigo, Hermano Gris!
Lobo Solitario, ¡ven!
¡Aquí hay caza mayor!
Espanta a los grandes búfalos machos,
a los toros de piel azul y ojos llameantes de cólera.
Condúcelos de un lado a otro, según mis órdenes.
¿Su Señoría duerme aún, Shere Khan?
¡Es preciso despertar! ¡Ea! ¡Despierte!
¡Aquí estoy, y tras de mí están los búfalos!
¡El rey de ellos, Rama, hirió el suelo
con uno de sus pies!
Me dirijo a las aguas del Waingunga:
¿A dónde huyó Shere Khan?
Porque él no es como Ikki,
el que puede agujerear la tierra,
ni como Mao, el pavo real,
que puede huir volando.
Ni se cuelga de las ramas,
como Mang, el murciélago.
¡Vosotros, bambúes que crujís
todos a la vez, decidme
a dónde fue a esconderse Shere Khan!
¡Ow! ¡Helo ahí! ¡Ahoo!
Helo ahí: bajo las patas
de Rama yace el tigre cojo.
¡Arriba, Shere Khan!
¡Levántate y mata! Allí hay carne:
¡quiébrales el cuello a los toros!
¡Silencio! Está dormido.
Grande es su fuerza; no lo despertemos.
Los milanos bajaron a verlo; subieron
las negras hormigas para enterarse de ello.
Reunióse gran asamblea en su honor.
¡Alala! A mi piel nada la cubre;
no tengo ropas. Desnudo me verán los milanos.
Vergüenza para mí estar ante toda esa gente.
Shere Khan: préstame tu piel.
Préstame tu piel pintada
para poder asistir al Consejo de la Peña.
Por el toro que me rescató
hice una promesa…,
una promesa pequeñísima.
Pero ahora me hace falta tu piel
para cumplir mi palabra.
Armado de cuchillo
(del cuchillo que usan los hombres),
armado del cuchillo de cazador,
me inclinaré para recoger mi botín.
Aguas del Waingunga,
de esto sed testigos:
Shere Khan me entrega su piel
por el amor que me tiene.
¡Tira de ahí, Hermano Gris!
¡Tira por allá, Akela!
¡Pesada es, en verdad,
la piel de Shere Khan!
Colérica se halla la manada de los hombres.
Me apedrean todos y hablan como niños.
Mi boca sangra. Huyamos.
Hermanos míos, corran junto conmigo
velozmente por entre las tinieblas
de la noche, de la cálida noche.
Que queden atrás las luces de la aldea;
vayamos al sitio desde donde la luna alumbra,
la luna, que está baja.
¡Oigan, aguas del Waingunga!
La manada de los hombres me arrojó de su seno.
No les hice ningún daño,
pero es que me temían. ¿Por qué?
Y tú también de tu seno me arrojaste,
manada de los lobos.
Se cerró la selva para mí,
y las puertas de la aldea para mí
están cerradas. ¿Por qué?
Del mismo modo que Mang vuela
entre las fieras y los pájaros,
así vuelo yo entre la aldea
y la selva. ¿Por qué?
Mi corazón está triste mientras bailo
sobre la piel de Shere Khan.
Desgarrada y lacerada tengo la boca
por las piedras que me arrojaron en la aldea,
pero estoy alegre por haber vuelto
a la selva. ¿Por qué?
Como luchan entre sí
dos serpientes en la primavera,
así luchan en mi corazón
ambos sentimientos.
De mis ojos corre el llanto,
y, no obstante, río
mientras él va corriendo.
¿Por qué?
Dos Mowglis hay en mí;
sin embargo, bajo mis pies
está la piel de Shere Khan.
Toda la selva sabe
que maté a Shere Khan.
¡Miren!… ¡Miren bien, lobos!
¡Ahae! Mi corazón se siente oprimido
por todas las cosas
que no alcanzo a comprender.