Jean se agarró al borde de la mesa.
De haber estado más cerca podría haber tendido la mano para coger de la manga a George y obligarlo a sentarse, pero estaban Katie y Ray en medio y todo el mundo los miraba y no vio forma de intervenir sin empeorar las cosas.
—Como algunos de vosotros quizá sabéis, últimamente no he estado muy bien…
Virgen santa, iba a hablar de lo de hacerse daño a sí mismo y del hospital y el psiquiatra, ¿no? E iba a hacerlo delante de prácticamente todas las personas que conocían. Desde luego iba a conseguir que lo de Jamie besando a Tony pareciera una bagatela.
—Todos estamos deseando jubilarnos. Cuidar del jardín como es debido. Leer todos esos libros que nos regalaron en Navidad y por el cumpleaños y que nunca llegamos a leer —un par de personas soltaron risas, Jean no supo decir por qué—. Poco después de jubilarme descubrí un pequeño tumor en mi cadera.
Wendy Carpenter estaba en pleno tratamiento de quimioterapia. Y a Kenneth habían tenido que quitarle aquel bulto de la garganta el pasado agosto. Sólo Dios sabía qué estarían pensando.
—Me di cuenta de que iba a morirme.
Jean se concentró en el azucarero y trató de imaginarse que estaba en aquel bonito hotel de París.