UNA CARTA DE TILLY
ESTABA Lacy olvidado de Tilly cuando de la fonda de San Esteban, donde vivía la inglesa Lady Russell, le enviaron una carta de Tilly con anotaciones y entre paréntesis puestos después con otra letra. Era la carta de una ingeniosidad un tanto pueril como muchas de las cosas pensadas por Tilly. Estaba redactada en estos términos:
«Querido Lacy:
Te escribo, como te prometí, para darte noticias de lo que pasa en la corte celestial. Mis informes son malos para vosotros. Ahí no lo creerán, pero yo veo que en esta comedia el Matemático (Luis Felipe) se entiende con Calígula (Fernando VII), que se ha asustado con los preparativos de los ilusos (los liberales). Era lo que buscaba la gente del Palacio Real de Babilonia (París). El Gobierno babilónico (el Gobierno francés) va a prohibir de un momento a otro la salida de los ilusos (liberales) de sus puntos de acantonamiento, impedirá las reuniones y decomisará los instrumentos de trabajo (las armas). Los agentes del Matemático (Luis Felipe) hacen creer a los ilusos (liberales) que estas medidas son para cubrir el expediente, pero no hay nada de eso.
Calígula y su Caballo (Fernando VII y Calomarde), al saber por sus hurones (espías) que se estaban organizando grandes mascaradas (juntas de insurrección) en Babilonia y en Nínive (en París y en Londres) reunieron el Consejo de familia (Consejo de Estado) para deliberar con los familiares (los ministros).
Hubo grandes disentimientos en la opinión de los consejeros.
Un partido aconsejó reunir el Agora de Esparta (las Cortes de España), publicar una amnistía y dar una carta biagórica (constitución de dos Cámaras) para neutralizar la acción de los ilusos (liberales), el otro quería la represión a todo trance aumentando el efectivo de los mamelucos (voluntarios realistas) y dejando Esparta (España) como hace siete años.
El Caballo de Calígula (Calomarde) tiene hurones (espías) entre los ilusos (liberales) y sabe día por día lo que ocurre entre ellos.
De estos hurones (espías) uno es el comandante don Antonio Oro. No es oro todo lo que reluce. Los otros son el francés que andaba conmigo, Husson de Jour, que no sé si seguirá aún en Villaaburrida (Bayona) y un español, don Manuel Ruiz, que ha recorrido con fines de lince (de policía) la frontera babilónico-espartana (franco-española).
El Caballo de Calígula (Calomarde) tiene hormigas leones (agentes procuradores) en el campo iluso (liberal).
Los tres bajaes de la frontera babilónico-espartana (los capitanes generales de la frontera) han remitido órdenes de vigilarla estrechamente.
Los jefes de los perros de presa (los tercios) y los mamelucos (voluntarios realistas) quedarán a las órdenes de los bajaes (capitanes generales).
Va a publicarse un Iradé (Real decreto) poniendo en vigor otro de 1825 contra los ilusos (liberales) cogidos con los instrumentos entre los dedos (las armas en la mano) y contra los que les presten socorro, un asilo, o tengan con ellos correspondencia.
La pena de empalamiento (muerte) alcanzará por la menor cosa; la sospecha de complicidad bastará para gozar de la hospitalidad económica (ir a presidio).
Al mismo tiempo que el Caballo (Calomarde) toma estas medidas, hace reclamaciones enérgicas al Matemático (Luis Felipe), a quien no quiere reconocer, amenazándole con represalias y con formar cuerpos de camellos habilónicos (realistas franceses) que ataquen a Babel (Francia) por el Mediodía.
El bajá general de la Marca (el capitán general de Cataluña) y el de Vardulia (Guipúzcoa), los dos babilónicos (franceses) y los dos elefantinos (absolutistas) trabajan en el reclutamiento de los emigrados babilónicos (franceses).
Estas medidas, según se dice, han hecho mella en el Gobierno babilónico (francés) que os empezará a poner trabas dentro de poco.
El acuerdo debe estar hecho. Esparta (España) reconocerá al Matemático (Luis Felipe) y no favorecerá a los elefantinos babilónicos (absolutistas franceses) y Babel (Francia) dificultará, en cambio, los trabajos de los ilusos espartanos (liberales españoles).
Tu amigo,
EL ESQUELETO.»
Eusebio Lacy quedó asombrado al leer esta carta que tenía entre ingeniosidades infantiles datos que parecían ciertos. La copió, poniendo los verdaderos nombres y fue a leérsela a sus amigos, entre ellos a Valdés y a Milans del Bosch.
Las noticias de la carta alarmaron a los liberales. Se buscó al comandante Oro para pedirle explicaciones, pero Oro había desaparecido. Husson de Jour había salido también de Bayona.
Los de Valdés dijeron que respecto de Oro no les chocaba nada que fuese traidor, porque era amigo de Mina. Los ministas, en cambio, dijeron que hacía tiempo que Oro no se trataba con su jefe.