IX

EN EL PUEBLO

Desde la torre de la iglesia.

Escribo estas notas desde la torre de la iglesia de Vera en un momento de tregua. Llevamos cuatro horas de fuego.

La primera embestida de los realistas ha sido para ellos infructuosa. Al querer pasar el puente, nuestros tiradores, escondidos entre los maizales, han hecho un fuego nutrido sobre ellos y han tenido que retirarse.

En un recodo del Bidasoa, enfrente de un molino, los realistas han querido utilizar una lancha para cruzar el río; pero el fuego de un grupo de soldados de Butrón se lo ha impedido.

Estando en el fuerte de Casherna, uno de la partida de Leguía ha venido a decirme, de parte de su jefe, que ha aparecido un grueso núcleo de fuerzas por el lado de Santa Bárbara. La han visto avanzar por encima de un caserío que llaman Premosa.

Estas fuerzas son, indudablemente, de las que manda Juanito y vienen de Echalar, adonde han debido ir desde Zugarramurdi en persecución de Valdés.

Leguía marcha hacia Premosa para contenerlas y dar tiempo a la retirada.

He enviado uno de mis soldados a comunicar la noticia a Valdés. Este ha contestado que se le avise en seguida a Leguía para que vuelva y se reúna al grueso de las fuerzas. He mandado a uno de los guerrilleros a caballo con el aviso.

Como las tropas realistas son mucho más numerosas de lo que se figuraban los nuestros, han conferenciado Butrón, López Baños y Valdés, y han decidido que se desaloje la Casherna y el fortín y que toda nuestra fuerza se refugie en el pueblo.

Antula dice que de retirarse sería mejor marchar por el barrio de Alzate a coger el camino de Inzola; pero los jefes tienen dos conocedores del terreno de la partida de Leguía y saben lo que hacen.

Se ha decidido la retirada hacia el pueblo; primero han marchado los soldados de Butrón, que han ido ocupando las casas; después los de Valdés, que quedaron un momento escalonados en el camino, y por último Campillo, Malpica y Leguía.

Los tres marchaban con sus hombres a cual más valientes. Malpica y Campillo iban atentos a la perfección de la maniobra. Llevaban a sus órdenes veteranos, entre ellos los dos franceses Alí y el tío Juan.

Malpica, con el bastón en la mano, descubriéndose siempre, parecía querer demostrar su invulnerabilidad; Leguía, por el contrario, llevaba un fusil, disparaba, gritaba e insultaba.

El Inglesito ha estado magnífico de serenidad y de elegancia.

Antula y yo, con nuestra gente, bajamos desde el fortín a unas heredades que llaman de Aguerra y contribuimos a detener al enemigo.

Al mismo tiempo engrosaban los tiradores realistas en el puente y en el barrio de Alcayaga, y cuando vieron que no había obstáculos en el camino comenzaron a pasar.

Mi pelotón ha sido el último que ha entrado en el pueblo.

El gran peligro para nosotros era que mientras nos defendíamos de los que llegaban por el río, nos cogieran la delantera los del monte y nos cerraran el paso al pueblo.

Afortunadamente no ha sido así y hemos podido llegar sin dificultad hasta la plaza de la iglesia, que se encuentra en un alto.

Ahora nuestros hombres se están parapetando en las casas próximas. Tenemos ocupado el casco del pueblo. Los realistas se han apoderado de la Casherna y el fortín. Esperamos el nuevo ataque.