EL BLUES DE DICK CONTINO

En estos tiempos disfruto de un renacimiento de medio pelo.

Alguna actuación en fiestas de italianos, algún bolo en salones, un graaan anuncio en una maratón televisiva contra el sida. Mi bis de «Lady of Spain» propició diez de los grandes en donativos y recibir una mamada clandestina de una universitaria que atendía los teléfonos. Daddy-O acaba de aparecer en vídeo y los críticos de cine enganchados al kitsch de los cincuenta han estado importunándome para que conceda entrevistas.

Sus preguntas vienen dando saltos mortales a mi memoria. Vuelvo a estar en 1958: soy un acordeonista/cantante protagonista de una peli de serie B a cambio de cuatro perras. ¿Escribió usted mismo «Rock Candy Baby» y «Angel Act»? ¿Se tiró a la protagonista femenina, esa rubia de los anuncios de neumáticos Mark C. Bloome? ¿Quién le diseñó el vestuario? ¿Quién hacía de especialista? ¿Cómo consiguió hacer volar ese Ford del 51 en plena persecución de la pasma? Las tomas parecían reales, pero montadas con demasiada prisa.

Siempre intento contestar con la máxima sinceridad.

Siempre atribuyo el coche volador a la magia del cine.

Para ser franco, fui yo quien hizo VOLAR a ese hijo de puta de motor dual quad supercargado y neumáticos lisos especiales. Detrás de eso hay una historia: la de mi amorosa despedida de L.A. de aquella época.