Entre los cientos de miles de mujeres que murieron en la hoguera víctimas de aquel fanatismo destaca Santa Juana de Arco, quemada por bruja en 1431. La condenaron porque tenía pacto con el diablo, porque se negaba a recitar el padrenuestro, porque en lugar de Cristo decía «mi señor», porque oía voces junto a cierto árbol sagrado y porque vestía y se comportaba como un hombre. La Iglesia católica la canonizó en 1920.