Notas

[1] Aquí, como en otros lugares, no he conservado la monorrima, pero he terminado, como en el soneto inglés, con un pareado; por regla general, los dos últimos versos contienen un Husn makta’ o clímax. <<

[2] Literalmente, «empezó a decir (o hablar) en poesía»; esta improvisación sigue siendo habitual entre los Badawin, como más tarde apuntaré. Y, pese a que Mahoma censuró severamente a los poetas profanos, que «vagan como privados de sus sentidos por los valles» y fueron inspirados directamente por los demonios (Korán, XXVI), no deja de ser curioso señalar que él mismo hablaba en rajaz y que los cuatro primeros califas «hablaban en poesía». En los primeros tiempos los versos no se pondrían por escrito, si es que se ponían, hasta después de la muerte del autor. Traduzco inshad por «versificar», o «repetir», o «recitar», dejando en la duda si la composición es original o no. En algunos lugares, sin embargo, es claramente improvisada y entonces, por regla general, se trata de unos versos modélicamente ramplones. <<

[3] Árabe Allahumma = Yá Allah (Oh Alá), pero con énfasis, siendo el Fath un sustitutivo de la partícula vocal. Algunos lo relacionan con el hebreo Alihím, pero este modismo no es árabe. En Al-Hariri y los retóricos, a veces significa «con seguridad», «por supuesto», «desde luego», equivalente al griego νη δία. <<

[4] Probablemente como consecuencia de un voto. Estas prácticas supersticiosas, que tienen muchos paralelismos entre nosotros, no son privativas de las clases bajas en oriente. <<

[5] O sea, Bismillah!, la piadosa jaculatoria que debe preceder a toda acción. En Boccaccio (VIII, 9) es «recordando İddio e’ Santí». <<

[6] Árabe Nahás asfar, latón, azófar, opuesto a Nahás y Nahás ahmar, cobre. <<

[7] Alude a la leyenda de Sakr al-Jinni, un famoso demonio arrojado por Salomón al lago de Tiberíades, cuyas tormentas hacen de él un lugar muy apropiado. De aquí, el «genio embotellado», una ficción del folklore universal; la encontraremos en El Libro de Simbad, y apenas es necesario que recuerde al lector el Diable Boiteux de Le Sage, tomado de El Diablo Cojuelo, la novela del español Luis Vélez de Guevara. <<

[8] Marid (literalmente, contumaz, de la raíz hebrea Marad, rebelarse; de ahí Nimrod en el semítico tardío) es una de las tribus de los Jinn, generalmente, aunque no siempre, hostiles a los hombres. El femenino es Máridah. <<

[9] Toda vez que Salomón empezó su reinado (según la cronología al uso) en el año 1015 a. de C., el texto situaría el relato alrededor del 785 d. de C., equivalente al 169 de la Hégira. Pero no podemos hacer hincapié en este dato, ya que puede ser puramente imaginario. El profesor Tawney, muy acertadamente, compara a este Salomón musulmán con el rey hindú Vikramáditya, que imperó sobre las siete divisiones del mundo y que tenía a su servicio todos los demonios que se le antojaban. <<

[10] Árabe Yá Ba’íd; un eufemismo utilizado aquí para evitar el uso de un lenguaje groseramente abusivo. <<

[11] Es decir, «a punto de escaparse», «tengo el corazón en la boca». El pescador habla con el humor cáustico de un fellah. <<

[12] «Sulayman» (Salomón) al partir en busca de algún alivio confió su sello, del que dependía su reino, a una concubina, Amínah (la Fiel); entonces, Sakhr, bajo la apariencia del rey, entró y se lo arrebató. El profeta quedó reducido a la mendicidad, pero al cabo de cuarenta días el demonio huyó, arrojando al mar el anillo, que fue engullido por un pez y a la larga volvió a Salomón. Esta fábula talmúdica está esbozada en el Korán (cap. XXXVIII) y los comentaristas la han glosado profusamente. Asaí, hijo de Barkhiya, era wazir de Salomón y se supone que era «uno con el que estaba el saber de las Escrituras» (Korán, cap. XXXVII), es decir, el que conocía el Inefable Nombre de Alá. Véase la manifiesta procedencia de la ficción talmúdico-coránica en el «Relato del Emperador Joviniano» (núm. LIX) de los Gesta Romanorum, el libro más popular de la Europa medieval, compuesto en Inglaterra (o Alemania) a finales del siglo XIII. <<

[13] Árabe Kumkum, una botella en forma de calabaza, de metal, porcelana o cristal, que aún se utiliza para esparcir fragancias. Lane aporta una ilustración (cap. VIII, Mod. Egypt.). <<

[14] En árabe significa «la madre de Amir», un apodo de la hiena, que muerde la mano que le da de comer. <<

[15] El intelecto del hombre es más poderoso que el del jinni; sin embargo, el efrit se introduce en el jarrón porque ha sido conjurado en el Nombre Más Grande y no por mera estupidez. El anillo sellador de Salomón, según los rabinos, tenía engastada una piedra que le decía todo lo que deseaba saber. <<

[16] Los mesmeristas repararán en este estremecimiento, que les es familiar como preludio del trance «magnético». <<

[17] Árabe Bahr, que significa el mar, un río caudaloso, una cierta extensión de agua, etc.; literalmente, agua excavada en la tierra. Bahri en Egipto significa septentrional, en tanto que Yamm (Mar, Mediterráneo) en hebreo es el oeste. <<

[18] En la Edición Bulaq, Ruyán, evidentemente un error de transcripción. El nombre, curiosamente, carece de significado. <<

[19] La geografía es ultrashakespeariana. Fars (de ahí «Persia») es la provincia central de un gran imperio antiguo, hoy una pura ruina; Rum (que yo escribo Roum para diferenciarlo de Jamaica) es el nuevo imperio romano o imperio bizantino, en tanto que Yunán es el clásico nombre árabe para designar a Grecia (Ionia), que los musulmanes ignorantes creen que en la actualidad se encuentra sumergida bajo las aguas. <<

[20] El sol saluda a Mahoma todas las mañanas, incluso cuando se luce para la cristiandad el día de Pascua de Resurrección. ¿Risum teneatis? <<

[21] Árabe Nadím, término que aparece con frecuencia. Designa a alguien que gozaba de la suficiente intimidad como para beber con el califa, un honor elevado y peligroso. El último que se sentó con Nudamá fue Al-Razi bi’llah, el año 329 de la Hégira (940 de nuestra era). Véase la famosa Historia de los Califas de Al-Siyuti, traducida y admirablemente anotada por el Mayor H. S. Jarret para la Bibliotheca Indica, Calcuta 1880. <<

[22] Árabe Maydán (del persa); Lane lo traduce generalmente por «hipódromo» y Payne por «campo de liza». Es ambas cosas y algo más, un espacio abierto dentro o cerca de una ciudad, utilizado para la revista de tropas, carreras, jugar al Jeríd (lanzas de caña) y otros deportes y ejercicios; así, Al-Maydan equivale al griego «hipódromo». El juego al que se alude aquí es nuestro polo o hockey a caballo, juego favorito de los reyes persas, tal como muestran las antiguas ilustraciones del Shanammah. Maydán es también una llanura natural, para la que el pródigo idioma árabe tiene muchos términos: fayhah o Sath (un llano en general), Khabt (una llanura baja), Bat’há (un bajío arenoso). Mahattah (un llano idóneo para hacer una parada) y algunos otros (Pilgrimage, III, 11). <<

[23] Para detalles relativos al Ghusl véase la Noche 44. <<

[24] Un lenguaje popular y enormemente expresivo; contrasta el altivo porte del hombre autosatisfecho con el andar cabizbajo del miserable y el arrastrar de vestiduras de la mujer afligida. No veo la necesidad de latinismos tales como «dilated» o «expanded». <<

[25] Todos estos elevados signos de favor preludian, en los cuentos y la vida orientales, la inminente caída de los más favorecidos; son tan grandes que despiertan la envidia general. Muchos de nosotros hemos visto algo así en las cortes de nuestros países de origen. <<

[26] Esta frase está contenida en la palabra ihdák, equivalente a rodear, tal como la conjuntiva a la pupila. <<

[27] Deseo subrayar esta fórmula, que se utiliza incluso en la conversación habitual cuando se va a relatar algún acontecimiento destacado. <<

[28] Nos vemos obligados a utilizar la palabra inglesa «valley» (valle), que viene a ser tan apropiada como «arroyo Cedrón» para referirse a la barranca más horripilante. El wady (en antiguo copto wah, oah; de ahí, oasis) es el lecho de un curso de agua que fluye tan sólo después de las lluvias. Lo he traducido por Fiumara (Pilgrimage, I, 5 y II, 196, etc.), una palabra italiana, o más exactamente siciliana, que describe exactamente un wady. <<

[29] He descrito esta escena, que Mr. T. Wolf ilustró con una excelente litografía, en Falconry (London, Van Voorst, MDCCCLII). <<

[30] Árabe Kaylúlah, sueño en mitad del día, llamada «siesta» por la sexta hora canónica. <<

[31] Esta historia del papagayo se encuentra en el folklore de todo el mundo y la creencia en la metempsícosis, que prevalece más o menos por todo el oriente, le confiere su virtualidad. El «Libro de Sindibad» le convierte en la «Historia del confitero, su esposa y el papagayo» y sirve de base al libro hindostano Tota-Kahaní (el gato-papagayo), extracto del Tutinamáh («Libro del Papagayo») de Nakhshabi (circa 1300), un congénere del sánscrito Suka Saptati o «Setenta y siete historias de papagayos». El cuento no aparece en las ediciones Bulaq y de Macdonald pero sí en la de Breslau (I. pp. 90-91) bastante mutilado y mejor en la edición de Calcuta. No puedo evitar el señalar aquí el modo infame en que se han editado los doce volúmenes de la edición de Breslau; incluso falta un índice de los cuatro primeros volúmenes. <<

[32] El joven «turco» probablemente es un añadido tardío, ya que no aparece en muchos de los manuscritos, por ejemplo en la edición de Breslau. La esposa generalmente cubre la jaula con un paño; en la traducción turca este se convierte en un trozo de piel. <<

[33] El mes de julio sirio-hebreo, utilizado para expresar el apogeo del verano. Como nos dice Herodoto (II, 4) los egipcios reivindican el descubrimiento del año solar y la división de su curso en doce partes. <<

[34] Este proceder es plenamente característico de las clases serviles; deliberadamente le ocultan todo al amo hasta que este encuentra algún indicio; entonces le cuentan todo y algo más. <<

[35] Hasta años recientes, los mercaderes y tenderos del cercano oriente llevaban espada y consideraban una desdicha el salir de casa desarmados. <<

[36] La edición de Breslau dice absurdamente Jazírah (una isla). <<

[37] La Ghúlah (femenino de Ghúl) es la hebrea Lilith o Lilis, la Lamia de los clásicos, las hindúes Yogini y Dakini, las caldeas Utug y Gigim (demonios del desierto), en oposición a Mas (demonio de las colinas) y Telal (que se cuela en las ciudades), la Ogresa de nuestros cuentos y la Bala-yaga (la vieja bruja) del folklore ruso. Etimológicamente, Ghúl vale por calamidad, miedo pánico, y el monstruo es la encarnación del horror de los sepulcros y los cementerios. <<

[38] Árabe Shább (latín «juvenis»), entre la pubertad y los cuarenta o, según algunos, cincuenta años, cuando el individuo se convierte en un Rajul ikhtiyár (hombre con voluntad plena), dicho de un modo amable, y después en un Sheykh o Sheybah (canoso, anciano). <<

[39] Nombre proverbial, en la actualidad olvidado. Torrens (p. 48) lo traduce por the giglot (¿Fortuna?), pero «no ha sabido descubrir de dónde procede». <<

[40] Árabe Ihtizáz, ese movimiento natural e instintivo causado por las buenas noticias que se reciben inesperadamente, etc. <<

[41] Árabe Khol; en la India, Surmah. No se trata de un colirio, sino que es antimonio en polvo para darse en los párpados. Lo que se vende en los bazares no es la auténtica mena gris de antimonio sino una galena o sulfuro de plomo. Su uso se generalizó de la siguiente manera: cuando Alá se apareció a Moisés en el Sinaí por una abertura como el ojo de una aguja el profeta se desmayó y el monte empezó a arder y Alá dijo entonces: «De ahora en adelante tú y tu descendencia triturareis la tierra de esta montaña y la aplicareis sobre vuestros ojos». El polvillo se guarda en un estuche llamado Makhalah y se aplica al interior del párpado con una aguja gruesa y roma, bordeando la pestaña; de aquí que el estuche y la cánula denoten la rem in re sexual, y en los casos de adulterio ha de plantearse la cuestión: «¿Viste la aguja en el tarro de khol?». Las mujeres utilizan generalmente un preparado de hollín o negro de humo (Hindú Kajala, Kajjal) cuyo color se distingue fácilmente del del khol. Esta palabra, con el artículo (Al-Khol) es el origen de nuestro «alcohol», pese a que incluso M. Littré fracasa a la hora de mostrarnos de qué modo «polvillo fino» se convierte en «espíritu de vino». Hallé a este polvillo un gran preservador de la oftalmía en los viajes por el desierto; en la India su uso está generalizado, aunque en la actualidad el ejemplo europeo está haciéndolo desaparecer gradualmente. <<

[42] La historia de estas dos mujeres se ha olvidado. <<

[43] Árabe Atadakhkhal. Cuando amenaza algún peligro es costumbre agarrarse al borde de la túnica de un hombre y exclamar «Dakhíl-ak!» (o sea, «bajo tu protección»). En algunas nobles tribus de Badawi, ante esta invocación, se defiende al forastero incluso con la propia vida. Algunos extranjeros se han ganado el desprecio general actuando de este modo con mujeres o simples mozalbetes. <<

[44] La fórmula habitual para hacer una cita del Korán. <<

[45] Literalmente, «que Alá no me aflija (con tu ausencia)». Aún es una expresión popular: Lá tawáhishná, es decir, «no me conduzcas a la aflicción», por ejemplo, permaneciendo lejos mucho tiempo: y unos amigos que se encuentran al cabo de cierto tiempo exclaman: Auhashtaní, es decir, «me has tenido desolado», Je suis désolé. <<

[46] Una encantadora llaneza en las maneras, el que un primer ministro lleve el pescado (¡sombra de Vattel!) a la cocinera. En ningún pasaje son tan ingenuos los Gesta Romanorum. <<

[47] Árabe Kahílat al-taraf, literalmente «párpados perfilados con khol» y, figuradamente, «con negras pestañas y lánguida mirada». Es una expresión que aparece frecuentemente en Las Mil y Una Noches y que se aplica tanto a los «animales inferiores» como al hombre. Los musulmanes de África Central aplican el khol no a la parte gruesa del párpado sino a toda la parte exterior del mismo, fijándolo con algún producto graso. El característico ojo egipcio (y sirio) con amplias orlas, de pestañas color negro azabache, que parecen líneas negras pintadas con hollín, sugiere fácilmente el símil. En Inglaterra he visto el mismo aspecto en los mineros recién salidos de las minas de carbón. <<

[48] Por supuesto, aplicándolo a su propia situación. <<

[49] Árabes prehistóricos que medían de 60 a 100 codos de estatura (Korán, cap. XXVI, etc.). Aparecen mencionados con frecuencia en Las Mil y Una Noches. <<

[50] Árabe Dastúr (del persa), «venia, permiso». La palabra tiene dos significados (véase Burckhardt: Arab. Prov., núm. 609) y es profusamente utilizada, por ejemplo, antes de empezar a subir por una escalera o al entrar en una estancia en que se va a encontrar a mujeres desconocidas. Asimismo, Tarik, «despejar el camino» (Pilgrimage. III, 319). La ocupación de Egipto por los persas, dejando aparte a los circasianos de habla persa y otros conquistadores, ha dejado muchas huellas en el lenguaje popular. Y, como se verá, los persas han legado al mundo que les rodeaba cosas peores que un lenguaje detestable; por ejemplo, la herejía y la sodomía. <<

[51] Habla de su esposa, pero, eufemísticamente, en masculino. <<

[52] Un dicho popular en todo el Islam. <<

[53] Árabe Fata, literalmente «un joven», un hombre generoso, de espíritu noble (como suelen ser los jóvenes). Se corresponde con el latino «vir» y tiene un significado muy similar al italiano «giovane», al alemán «Junker» y a nuestro [inglés] «gentleman». <<

[54] De la edición Bulaq. <<

[55] La ambigüedad de su expresión es eufemística. <<

[56] Esta presteza en verter lágrimas contrasta vivamente con el estoicismo de la civilización moderna pero resulta rigurosamente auténtica entre los árabes; los orientales, como los héroes de Homero y los italianos de Bocaccio, no se avergüenzan de lo que nosotros contemplamos como producto de la histeria femenina: «una buena llantina». <<

[57] La fórmula (utilizada constantemente por los musulmanes) denota aquí disgusto, duda acerca de qué hacer, etc. Debe decirse: «Lá haula wa lá kuwwata illa bi’llahí ’l-Aliyi ’l-Azim». Por regla general, los errores son portentosos: Mandeville (cap. XII) para La illáha illa’llahu wa Muhammadum Rasúlu ’llah escribe La ellec sila, Machomete rores alla. Aquella (lá haula, etc.), debido a la peculiaridad de las cuatro letras árabes, se pronuncia de forma diferente en cada lugar, y la exclamación se llama Haulak o Haukal. <<

[58] Un árabe cuenta siempre con que puede casarse con la primera de sus primas, la hija del hermano de su padre, y si alguien se la disputa el resultado será la muerte y el odio eterno entre familias. Con alguna variante, sucedía lo mismo entre los judíos, y en ambas razas los matrimonios consanguíneos cayeron en desuso al observar sus nefastos resultados (idiotez, sordera hereditaria, etc.) en razas mixtas como la inglesa y la anglo-americana. Cuando un badawi habla de «la hija de mi tío» se refiere a su esposa, y es aquel el título más preciado, porque una mujer puede divorciarse pero la sangre es más espesa que el agua… <<

[59] Árabe Kahbah, el más soez de los términos posibles; de aquí lo desafortunado del Cava de Don Roderick el Godo, que significa simplemente «ramera». <<

[60] Tanto el árabe Banj como el hindú Bhang (que utilizo por ser más familiar) derivan del antiguo copto Nibanj, que significa una preparación de cáñamo (cannabis sativa o indica) y es fácil reconocer en él el homérico Nepenthe. Al-Kazwini hace valer el término por «cáñamo de jardín» (Kinnab bostáni o Shádanáj). Por otra parte, no son pocos los que aplican el vocablo al beleño (hyoscyamus niger), tan utilizado en la Europa medieval. Kamus, evidentemente, significa beleño, claramente diferenciado del hashísh al-haráfísh, «la hierba de los truhanes», es decir, la hierba pantagruelina. El Alfáz Adwiya (en su versión francesa) explica Tabannúj como «endormir quelqu’un en lui faisant avaler de la jusquiame» [dormir a alguien haciéndole tomar beleño]. En el lenguaje actual Tabannuj es el equivalente a los anestésicos que se administran entre nosotros antes de una operación quirúrgica, un amortiguador del dolor, como la mirra y tantas otras drogas. A este fin se utiliza siempre cáñamo (yo, al menos, no he oído hablar del beleño); los diversos preparados de esta droga se venden en un bazar especial de El Cairo. Véase «el polvillo de maravillosa virtud» en Bocaccio, III, 8 y IV, 10. El uso del Bhang data sin duda de los albores de la civilización, cuyos primeros placeres sociales debieron ser embriagadores. Herodoto (IV, 75) nos presenta a los soycienses quemando las semillas (hojas y cápsulas) como liturgia y embriagándose con el humo, tal como hacen los bosquimanos de África del Sur en nuestros días. Esta debió ser la primitiva forma de fumar; aún persisten dudas acerca de si se utilizaban pipas o no. Galen menciona también la intoxicación con cáñamo. Entre los musulmanes, los persas adoptaron la libación como un alucinógeno y alrededor de nuestro siglo XIII, Egipto, que inició esta práctica, introdujo cierta cantidad de preparados de los que se irá dando noticia en estas Mil y Una Noches. <<

[61] Los montones de basura que rodean a las ciudades orientales; algunos (en las cercanías de El Cairo) alcanzan los treinta metros de altura. <<

[62] Árabe Kurrat al-ayn: «frescor del ojo», como antagónico de «ojo ardiente» (shakin), o sea, el enrojecido y con lágrimas. El término es auténtico y pintoresco, por lo que lo traduzco literalmente. Todo frescor es grato para los habitantes de los países cálidos; así, en Al-Hariri, Abu Sayd dice de Bassorah: «Hallé en ella cuanto llena de frescor el ojo». Y «un fresco botín» (o recompensa) es aquel que se ha conseguido sin arrojarse en la hoguera de la guerra o simplemente una grata recompensa. <<

[63] Popularmente se entiende que es el Cáucaso. Se corresponde con el hindú Udaya en tanto en cuanto el sol sale de detrás de él y el «falso amanecer» se debe a un orificio o abertura. Es también el persa Alborz, el indio Meru (Sumeru), el griego Olimpo y la cordillera del Rif (Veliki Camenipoys) o «el cíngulo más rutilante del mundo». <<

[64] Árabe Mizr o Mizar, vulgarmente Búzah; de aquí el término médico latino Buza, el ruso Buza (cerveza de mijo), nuestro booze, el antiguo flamenco buyzen y el alemán busen. Es el antiguo ποιος θειος del África negra o negroide, la cerveza de Osiris, de la que se han encontrado residuos secos en jarras, dentro de algunas tumbas egipcias. En el África ecuatorial es conocido con el nombre de Pombe; Merissa o Merisi en el Nilo superior, y entre los cafres Tshuala, Oala o Boyala. He oído incluso Buswa en el África central, lo que podría ser el origen de Buzah. En occidente se convirtió en ζνθος (romanizado πιρρα), Xythum y cerevisia o cervisia, el humor ex ordeo, mucho tiempo antes del rey Gambrinus. En África central se bebe en ingentes cantidades: en Unyanwezi, las armaduras de las camas, cubiertas de planchas de corteza de árbol, se hacen todas inclinadas, a fin de dejar correr el licor. Los jefes viven exclusivamente de carne de bovino y pombe espeso como engrudo. El lúpulo es desconocido; el grano, principalmente holcus, se pone a germinar, luego se maja, se hierve y se le deja fermentar. En Egipto, la bebida es cosa sobre todo de los bereberes, nubios y esclavos del Nilo superior; pero es un producto mejor, y más parecido al europeo, que el pombe. He dado noticia de su elaboración en mi The Lake Region of Central África, vol. II, p. 286. Existen algunos otros preparados: Umm bulbul (ruiseñor madre), Dizáyah y Subíyah, para los cuales ha de hacerse referencia al Sheykh El-Tounsy. <<

[65] Hay una terrible verdad en esta sátira, que nos recuerda la de la dama noble que prefiere al «palefrenier laid, ord et infâme» antes que a su apuesto marido, de la reina Margarita de Navarra (Heptameron, XX). Todos hemos conocido a mujeres que lo sacrifican todo, así como así y muy a su pesar, por los hombres más insignificantes. El mundo lo contempla, se mofa de ello, lo condena y no lo comprende en absoluto. Para toda mujer hay un hombre, y sólo uno, en cuya esclavitud hacia él está dispuesta a «besar el suelo por donde pisa». El Destino suele oponerse a que lo encuentre, pero si tal cosa ocurre adieu esposo e hijos, honor y religión, vida y «alma». Por otra parte, la naturaleza (humana) fomenta la unión de los contrastes, tales como lo puro y lo hediondo, lo oscuro y lo claro, lo alto y lo bajo; si no, la humanidad sería, como la canina, una especie de extremosidades: habría enanos como los terriers de Yorkshire, gigantes como los mastines, calvos como ciertos perros chinos o melenudos como los terranovas. El famoso Wilkes dijo sólo una verdad a medias cuando apostó por sí mismo, tan sólo una hora antes, frente al hombre más apuesto de Inglaterra; su insólita y proverbial fealdad (era lo que los italianos llaman un bel brutto) era la mejor recomendación a los ojos de bellísimas mujeres. <<

[66] En toda sepultura musulmana hay un lugar en que las mujeres honorables pueden sentarse y llorar sin ser vistas por la muchedumbre. Este tipo de visitas son prescritas por el Apóstol: «¡Frecuenta el cementerio, te hará pensar en el futuro!», y también: «El que visita la tumba de sus padres (o de uno de ellos) todos los viernes quedará anotado como hijo piadoso, incluso aun cuando en el mundo haya sido, anteriormente, un desobediente» (Pilgrimage, II, 71). La construcción recuerda la de los panteones europeos. Said, Pachá de Egipto, tuvo la gentileza de construir uno en la isla de Suez, «para uso de las damas inglesas que desean un cobijo mientras lloran por sus difuntos». Jamás tuve noticia de que alguna dama hiciera uso de él. <<

[67] Árabe Ajal, la duración de la vida, el momento asignado para la muerte; la palabra aparece constantemente y se aplica también a la muerte repentina. Ver el Dictionary de Lane, s. v. <<

[68] «El Badawi moribundo a su tribu (y a su amada)» me parece enormemente patético. Los individuos de los pueblos primitivos gustan de ser enterrados en las laderas de los montes, desde donde poder tender la vista sobre el campo, y todavía pronuncian en voz alta los nombres de parientes y amigos al pasar por los cementerios. Una composición similar aparece en Wetzstein (p. 27, Reisebericht ueber Hauran, etc.):

Oh, llévate contigo mis huesos donde el camello lleva su carga / Y dame sepultura delante de ti, si he de ser sepultado.

Y no permitas que se me entierre bajo el peso de las vides / Sino allá arriba, en el monte, desde donde tenerte a la vista siempre.

Cuando pases junto a mi tumba di tus nombres en voz alta; / El eco de tus nombres hará revivir mis huesos.

Durante mi vida ayuné con mis amigos, y en mi muerte / Me daré un banquete, cuando nos reunamos, ese día de júbilo. <<

[69] Los Akásirah (plural de Kasrá) designa aquí el título de cuatro grandes dinastías de reyes persas: 1. Los Peshdadia o linaje asirio, protohistóricos, de los que faltan datos; 2. los Kasyania (medos y persas), extinguidos con la invasión de Alejandro el año 331 a. de C.; 3. los Ashkanios (partos o arsacidas), que reinaron hasta el 202 d. de C.; y 4. los Sasánidas, que ya han sido mencionados. Pero hablando estrictamente, Kisri o Kasra son títulos aplicables solamente a la última dinastía y especialmente al gran rey Anushirwan. No se les debe confundir con Khusran (¿Ciro, Asuero, Cosroes?) y parece incluso que los tres han quedado combinados en Caesar, Kaysar o Czar. Para detalles especialmente relacionados con Zoroastro, véase el vol. I, p. 380 de Dabistan o School of Manners, traducido por David Shea y Anthony Troyer, París, 1843. El libro es muy valioso, pero los nombres aparecen impresos tan descuidada e incorrectamente que se induce al estudioso a un perpetuo error. <<

[70] Las palabras son de lo más bajo y soez, pero la escena es verosímil en el mundo árabe. <<

[71] Árabe Hayal; la palabra, escrita en diversas modalidades, es onomatopéyica; a veces significa «lejos de mí (o de ti) tal cosa», pero en su uso popular significa simplemente «¡ay!». <<

[72] Lane (I, 34) encuentra en este pasaje la fecha del libro. El sultán de Egipto Mohammed ibn Kal’ún promulgó a principios del siglo VIII (de la Hégira; nuestro siglo XIV) una ley suntuaria que obligaba a los cristianos y a los judíos a tocarse con turbantes azul índigo y amarillo azafrán, reservando el blanco para los musulmanes. Pero la costumbre era mucho más antigua y Mandeville (cap. IX) lo describe para 1322, cuando ya era norma general. Y aún subsiste; aun cuando ha quedado abolida en las ciudades, sigue vigente para los cristianos al menos en las zonas rurales de Egipto y Siria. Quisiera observar aquí que pasajes aislados como este son absolutamente inútiles para la cronología; puede tratarse simplemente de añadidos de los editores y de los meros copistas. <<

[73] El antiguo Mustafá, o sea, «Elegido» (profeta; por ejemplo, Mahoma), era también un título de Al-Mujtabá, el Acogido (Pilgrimage, II, 309). Murtazá, «el Predestinado», es decir, el califa Alí es el antiguo Mortada o Mortadi de Ockley y su época y significa «aquel que es grato (o aceptable) o Alá». Escritores aún anteriores lo corrompieron en Mortis Alí, de modo que los lectores pudieron pensar que se trataba del nombre del califa. <<

[74] El resplandor (luz zodiacal) que precede al auténtico amanecer. Los persas llaman al primero Sub-h-i-kazib (amanecer falso o mendaz) y sostienen que tiene su origen en los rayos del sol pasando a través de un orificio del monte Kaf, que circunda el mundo. <<

[75] A semejanza del hebreo Arún, desnudo, que significa ir vestido sólo con la ropa interior; nuestro «in his shirt» [«en camisa»]. <<

[76] Tenemos aquí el coloquialismo vulgar egipcio (Aysh, Ayyu Sayyin) por el clásico , qué. <<

[77] «¡En Nombre de Alá!», que en este caso se exclama antes de iniciar una acción. <<

[78] Árabe Mamlúk (plural Mamalik), literalmente «un esclavo», y, en Las Mil y Una Noches, un eslavo blanco adiestrado en el manejo de las armas. Los Beis [o Beys, o Bajás: entre los turcos, gobernadores de distritos] de los Mamelucos de Egipto recibían localmente el nombre de Ghuzz. Utilizo la palabra adecuada en su auténtico sentido popular antiguo:

’Tis sung, there’s a valiant Mameluke

In foreign lands ycleped (Sir Luke)…

HUDIBRAS

Lo dice el cantar: hay un bravo mameluco

En remotas tierras llamado (Sir Luke)…]

Y de aquí probablemente el Mamamouchi de Molière y el actual francés mameluc. Véase Letters, de Savary, n.° XL. <<

[79] Árabe Bi’l-Salámach, «a salvo» (para prevenir el mal de ojo). Cuando se visita a los enfermos es normal decir algo amable: «¡El Señor te sane!», «¡Ningún mal te sobrevenga!», etc. <<

[80] Lavarse durante la enfermedad es tenido por peligroso entre los árabes, e «ir al Hamman» es, según ya he dicho, sinónimo de convalecencia. <<

[81] Árabe maristán, una corrupción del persa Bímaristán, «morada de la enfermedad», un hospital frecuentado por los antiguos guebres (Dabistán, I, 165, 166). El de Damasco fue el primer hospital musulmán, fundado por Al-Walid, hijo de Abd al-Malik el Omeya, en el año 88 de la Hégira (707 de la era cristiana). Bejamín de Tudela (1164) le llama Dar al-Maraftán, que su posterior editor convierte en Dar al-Morabittán (morada de los que hay que encadenar). Al-Makrizi (Khitat) atribuye la invención de los «Spitals» a Hipócrates; otro historiador, a un primitivo faraón Manakyush, ignorando así a los reyes persas, a San Efrén (o Efraín), a Syru, etc.

En el lenguaje actual es un manicomio en que los insanos son tratados con todos los horrores que eran práctica universal en Europa hasta hace pocos años y de los que perduran hoy día algunos residuos ocasionales. En 1399, Katherine de la Court mantenía «un hospital en la corte, llamado Robert de París», pero el primer manicomio de la cristiandad lo erigió el Legado Ortiz en Toledo, en 1483, y recibió por ello el nombre de «La Casa del Nuncio». El Maristán de Damasco ha sido descrito por todos los viajeros del pasado siglo y ofrece un curioso contraste entre el tratamiento de los maníacos y los idiotas o omadhaun, a los que, humanamente, se les permite campar a sus anchas sin sufrir daño alguno, cuando no son tenidos por santos. La última vez que lo vi estaba totalmente en ruinas (1870). Hasta donde alcanza mi experiencia, los Estados Unidos es el único país en que los insanos son tratados racionalmente por los sanos. <<

[82] De aquí el dicho vulgar: «El que bebe agua del Nilo volverá a beberla siempre». «Ligera» significa agua fácilmente digerible y la prueba decisiva es poder bebería de noche, entre sueños, sin sufrir una indigestión. <<

[83] Nil, en el habla popular, es el Nilo en el momento de la inundación, aunque se usa también para el río como nombre propio. Los egipcios (tanto los actuales como los antiguos) tienen tres estaciones, Al-Shitá (invierno), Al-Sayf (verano) y Al-Nil (el Nilo, o sea, la estación de la inundación o pleno verano), en correspondencia con los meses de crecimiento, los meses de acopio (o de granero) y los meses de la inundación de la antigua raza. <<

[84] Estos versos están en la edición de Macdonald. <<

[85] Árabe Birkat al-Habash, un depósito que existía antiguamente al sur de El Cairo. Galland (noche 128) dice: «en remontant vers l’Ethiopie» [en dirección a Etiopía]. <<

[86] La edición de Breslau (II, 190), de la que tomo esta descripción, alude aquí a la conocida isla Al-Rauzah (Rodah), el Jardín. <<

[87] Árabe Laylat al-Wafá, la noche de la plenitud o abundancia del Nilo (la inundación), normalmente entre el 6 y el 16 de agosto, cuando el gobierno proclama que el nilómetro marca una altura de 16 codos. Por supuesto, hay una gran fiesta y una ceremonia sonada, pues Egipto es aún un don del Nilo (Lane, cap. XXVI; una obra que ganaría mucho con un índice mejorado). <<

[88] Es decir, que la admiración sería ya total. <<

[89] Árabe Sahil Masr (Misr); supongo que de aquí las «villes maritimes» de Galland. <<

[90] Un símil muy apreciado, sugerido por el centelleo y el rielar deshilvanados de la corriente bajo el efecto de los oblicuos rayos del sol y la brisa del atardecer. <<

[91] Árabe Halab, derivado por los musulmanes de «Abraham ordeñó (halaba) la vaca blanca y parda». Pero el nombre de la ciudad aparece en escritura cuneiforme como Halbun o Khalbun y los clásicos la conocieron como ßεροια escrita con variantes. <<

[92] Árabe Ka ’ah, normalmente un albergue, pero que se aplica también a una hermosa casa a lo largo de Las Mil y Una Noches. <<

[93] Árabe Ghamz, guiñar, hacer señas con los ojos, que entre los musulmanes no es tenido por «ordinario». <<

[94] Árabe Kamís, del bajo latín Camicia, que aparece por vez primera en San Jerónimo: «Solent militantes habere lineas, quas Camicias vocant». Nuestras camisas, chemises, chemissettes, etc., eran desconocidas para los antiguos europeos. <<

[95] Árabe Narjís. De la mitología griega los árabes no tomaron cosa alguna, pero los persas tomaron mucho. De aquí el ojo de Narciso, una idea apenas sugerida por la apariencia de la flor del asfódelo, que a veces semeja la oblicua mirada del espía y a veces el rostro de agónico adiós de una amante. Algunos científicos lo explican por la forma de la flor, cuyo cáliz interno semeja un iris y cuyo pedúnculo se arquea bajo los pétalos a modo de párpados decaídos y ojos lánguidos. De aquí que un poeta se dirija a Narciso:

¡Oh Narjís, aleja tu mirada! Bajo esos ojos / No puedo besarla mientras yace sobre su seno.

¿Cómo puede Un amante cerrar sus ojos en el sueño / Mientras los tuyos contemplan cuanto existe entre la tierra y los cielos?

El arquetípico amante oriental debe afectar unos celos frenéticos, si no los siente. <<

[96] En Egipto, no hay somieres ni dormitorios; las alfombras y colchonetas, almohadas y cojines (las sábanas son desconocidas) se extienden cuando se desea y durante el día se guardan en cómodas y armarios o simplemente se dejan enrolladas en un rincón de la estancia (Pilgrimage, I, 53). <<

[97] Las mujeres de Damasco han tenido siempre la fama, a causa de sus sanguinarios celos, que los relatos y novelistas europeos atribuyen a la «dama española». Los hombres han tenido similar fama por su intolerancia y su fanatismo, de los que supimos por primera vez en los tiempos de Bertrandon de la Brocquière y que culminó en la masacre de 1860. Pero constituyen una raza notoriamente tímida, y física y moralmente resultan unos pésimos soldados: pudimos comprobarlo bajo el mando de mi difunto amigo Fred. Walpole en los Bashi-Buzuks durante la pasada guerra de Crimea. Aquellos hombres parecían unos magníficos muchachos y al cabo de un mes de campamento quedaban reducidos a la condición de una anciana. <<

[98] Árabe Rukhám, propiamente «alabastro», y Mármar, «mármol», pero a menudo se confunden. <<

[99] Se hallaba ritualmente impuro tras haber tocado un cadáver. <<

[100] La frase es perfectamente apropiada: El Cairo sin «su Nilo» nada sería. <<

[101] «El mercado estaba caliente», dicen los hindostanos. Eso comenzaría entre las 7 y las 8 de la mañana. <<

[102] Árabe Al-Faranj, europeos en general. Deriva de «Gens Francorum» y data de los días de las cruzadas, en que los franceses jugaron un papel protagonista. De ahí la «lingua franca», la jerga levantina, de la que Moliere nos ha legado tan ingeniosa muestra. <<

[103] Procedimiento familiar a la cirugía europea por las mismas fechas. <<

[104] En señal de decepción, pesar, disgusto; un gesto aún común entre los musulmanes y que equivale en significación a nuestro pateo o retorcimiento de manos y similares. No aparece mencionado en el Korán, donde, sin embargo, encontramos «chasquear los dedos de rabia» contra un hombre (cap. III). <<

[105] No es un escándalo inmerecido. A los cairotas, especialmente a su mitad femenina, siempre se les ha tenido por tremendamente viciosos. Incluso el pudibundo Lane relata una historia «pintoresca» de una mujer que se refocila con su amante en las mismas barbas de su marido e interna a este en un manicomio (cap. XII). Con la civilización, que repudia el excelente remedio de antaño, la espada, aún se pervirtieron más; la corte de Kazi aparece abarrotada de aspirantes a divorciadas. Bajo el dominio británico el mal ha alcanzado su culmen a causa de su impunidad; en las avenidas del nuevo barrio de Ismailía, habitado por europeos, las mujeres, incluso muy jóvenes, amenazan con exhibir su persona si no reciben bakshish. Esto mismo sucedió en Sind cuando se advirtió a los maridos que serían ahorcados en caso de acuchillar a sus esposas. Tras la conquista, al mismo tiempo, las mujeres quedaron liberadas. Entre 1843 y 1850, si un joven oficial mandaba que le llevaran una chica del bazar se le presentaría en el cuartel media docena. Por cierto, que más de una vez las prostitutas profesionales amenazaron presentar una queja a Sir Charles Napier porque las «mujeres decentes», las «señoras», les quitaban el pan de sus bocas. El mismo caso se dio en Kabul (Afganistán) en la pasada guerra de 1840, y aquí las mujeres tenían más excusa, ya que sus maridos eran sodomitas declarados, como dice la canción:

The worth of slit the Afgan knows;

The worth of hole the Khabul-man.

[El afgano conoce la importancia de la raja;

El hombre de Kabul la del agujero.] <<

[106] De modo que no tenga trato con tres hermanas totales. Asimismo, entre los musulmanes, la conducta de una joven viene presagiada por la de su madre y si una hermana va por mal camino puede esperarse que otra la siga. Prácticamente la regla se aplica siempre: «de tal madre tal hija». <<

[107] Este extenso relato, que contiene multitud de episodios y ocupa cincuenta y tres noches, es omitido totalmente por Lane (II, 643) porque «es un compendio de los más extravagantes despropósitos». Debería haber dejado a sus lectores la posibilidad de formar su propio juicio. <<

[108] Se le llama Jamasp (hermano y ministro del remoto rey persa Gushtasp) en las traducciones de Trebutien y en otras de von Hammer. <<

[109] El período normal de lactancia en oriente, prolongable hasta los dos años y medio, que se considera la regla establecida en el Shara’ o preceptos del Profeta. Pero no es infrecuente ver a niños de tres e incluso cuatro años colgados de los senos de sus madres. Durante este tiempo la madre no cohabita con su marido, comenzando esta abstinencia en el embarazo. Esta es la costumbre no sólo entre los «animales inferiores» sino en todos los pueblos de la antigüedad: egipcios (de los que la tomaron los hebreos), asirios y chinos. He dejado algunas reflexiones sobre su relación con el embarazo en mi City of the Saints: los mormones insisten en que esta norma de pureza sea observada y la apostura y la buena salud de la generación más joven son pruebas de su sabiduría. <<

[110] Se distingue así de la Asal-kasab o miel de caña de azúcar. <<

[111] El estudioso del hinduísmo recordará aquí a los reyes y reinas Naga (Melusinas y Echidnas) que guardan los tesoros de la tierra en el País de Naga. La primera aparición de la serpiente en literatura es en los jeroglíficos egipcios, en los que representa las letras f y t y juega un papel determinante en forma de una cobra di capello (Columber Naja) con capirote desplegado. <<

[112] En señal de que se encontraba a salvo. <<

[113] Akhir al-Zamán. Al igual que los ancianos encomian siempre los viejos tiempos, los profetas gustan representarse a sí mismos como una culminación. Los primitivos cristianos causaron gran escándalo entre los romanos metódicos y amantes de la ley por sus estrafalarias y falaces predicciones de que el fin del mundo estaba al caer. La catástrofe es un hecho para todos los hombres bajo la forma de la muerte pero el mundo ha perdurado a lo largo de edades sin cuento y no hay causa aparente por la que no pueda perdurar aún muchas más. Los «últimos días», según nos aseguran las enseñanzas religiosas de la mayoría de las «revelaciones», serán más abundantes en pecadores que en santidad; de aquí que «Fin de los Tiempos» sea un festivo título árabe para los bandidos de categoría superior. Mi ayudante somalí se lo aplicaba a un bandido que se había significado; en 1895, en Adén, supe que terminó decapitado, tal y como todos habíamos pronosticado. <<

[114] La Jahannam y los otros seis infiernos son personificados en femenino y (al igual que las mujeres) son un tanto dados a la verborrea prolija. <<

[115] Estas profusas exageraciones están deliberadamente encaminadas a surtir el mismo efecto que las niñeras que asustan a los niños traviesos. <<

[116] En alusión a una frase muy común que dice: Lau lá-ka, etc.: «Sin ti (Oh, Mahoma) Nos (Alá) no hubiéramos creado las esferas», que bien pudo ser sugerida por «Antes que Abraham Yo era» (Juan, VIII, 58) y por el Pórtico XCI del zoroastrismo: «Oh Zardhust, por ti he creado el mundo» (Dabistán, 1, 34). En modo alguno se trata del sentimiento shiíta, como supone mi erudito amigo el profesor Aloys Springer. En su Mahoma (p. 220) hallamos un fragmento de un poeta sectario: «Por ti desplegamos la tierra, por ti hicimos correr las aguas, por ti levantamos la bóveda de los cielos». Como el barón Alfred von Kremer, otro experto y erudito orientalista, me recuerda, los shiítas siempre han mostrado una decidida tendencia hacia este tipo de apoteosis y han deificado o casi a Alí y a los imanes. Pero la fórmula aparece por vez primera en un poema burdah del muy ortodoxo Al-Busiri: «De no ser por él (Lau lá-hu, etc.) el mundo no habría salido de la nada». De aquí que haya sido ampliamente difundido. Ver Les Aventures de Kanrup (pp. 146-7) y Les Oeuvres de Wali (pp. 51-52) de M. Garcin de Tassy, y el Dabistán (vol. I, pp. 2-3). <<

[117] Árabe Simiyá, del persa, palabra aparentemente construida sobre el modelo de Kimiyá, alquimista, y aplicada a hechizos, pequeños prodigios y a la magia blanca en general, como el hindú Indrajal. El vocablo usual para alquimia es Ilm al-Káf (la ciencia de K), ya que es peligroso hablar de ella abiertamente como alquimia. <<

[118] Mare Tenebrarum, Mar de las Tinieblas, aplicado habitualmente al «lúgubre y brumoso Atlántico». <<

[119] Algunos musulmanes sostienen que Salomón y David fueron enterrados en Jerusalem; otros, que a orillas del lago de Tiberíades. Mahoma, según la historia de Al-Tabari (p. 56, vol. I, Duleux: Chronique de Tabari) declara que el jinni trasladó el cadáver de Salomón a un palacio excavado en la roca, en una isla rodeada por un brazo del «gran océano» y le depositó sobre un trono, con el anillo en el dedo, y con la guardia de doce jinnis. «Nadie ha contemplado su túmulo, con la sola excepción de dos hombres: Affan, que llevó a Bulukiya como compañero; con enormes penalidades llegaron al lugar y Affan se disponía a apoderarse del anillo cuando fue consumido por una centella y Bulukiya regresó». <<

[120] Korán, XXXVIII, 34; o «eres el otorgador magnánimo». <<

[121] Es decir, el de la última trompeta tañida por el arcángel Israfíl, idea tomada de los cristianos. De aquí el nombre de algunas iglesias —ad Tubam. <<

[122] Esto quiere decir que los frutos eran jugosos y secos como los dátiles y los tamarindos, o de piel suave y dura como las uvas y las granadas. <<

[123] Árabe Al-Iksír, que significa literalmente una esencia; también, la piedra filosofal. <<

[124] Nombre del jinni al que Salomón encerró en el lago Tiberíades. <<

[125] El segundo infierno está asignado comúnmente a los cristianos. Al igual que hay siete cielos (las órbitas planetarias), así, para satisfacer el amor de los musulmanes por las simetrías, debe haber otros tantos mundos e infiernos bajo la tierra. Los egipcios inventaron esas horrendas moradas y la maravillosa fantasía persa las convirtió en poemas. <<

[126] Árabe Yájúj y Majuj, que aparecen nombrados por primera vez en el Génesis, X, 2, y nos suministra la etnología del Asia Menor, circa 800 a. de C. Comer es los Gimri o cimerios; Magog, los originarios Magos, una fracción de los medos; Javan, los griegos jónicos; Meshesh, los Moschi, y Tiras los Turusha o primitivos cimerios. En tiempos posteriores Magog se aplicó a los escitios, y los actuales musulmanes derivan del Korán (cap. XVIII y XXI) que Yájúj y Majuj son los rusos, a los que llaman Moska o Moskoff, del río Moscova. <<

[127] Trato de conservar el juego de palabras: los Murrakin (los que están cerca de Alá) son los querubines y el Creador otorga a Iblis el don de permanecer cerca de El (karraba). <<

[128] Popular pasaje del Korán (cap. VII) que parece haber sido tomado del evangelio de Bernabé. En él, Adán se convierte en un semidiós. <<

[129] Estas pintorescas fábulas son caricaturas de las leyendas rabínicas que se inician con Lilith, la esposa espiritual de Adán: la naturaleza y su contrapunto, Physis y Antiphysis, proporcionan una sólida base para el folklore. Entre los hindúes tenemos a Brahma (el creador) y a Viswakarmá, el anticreador; aquel crea un caballo y un toro y este les caricaturiza con un asno y un búfalo, y así sucesivamente. <<

[130] Esta es la Lauh al-Mafúz, la Estela Reservada, sobre la que se hallan escritos todos los decretos de Alá y las acciones de la humanidad, buenas (en blanco) y malas (en negro). Es el «Libro diáfano» del Korán (cap. VI, 59). Una vez más se trata de una concepción guebre. <<

[131] Es decir, la noche anterior al viernes, que en terminología musulmana sería «la noche del viernes». <<

[132] Nuevamente, el persa Gáw-i-Zamín «el toro de la tierra». «La cosmogonía del mundo», etc., tal y como se lee en The Vicar of Wakefield. <<

[133] En la edición de Calcuta, por errata, dice aquí «toto». <<

[134] O sea, lagos y ríos. <<

[135] Aquí se impone abreviar un poco, pues nos hallamos ante otro recital de lo que ya se ha contado varias veces. <<

[136] Esta es la auténtica «Ciudad de Azófar» (Nuhás asfar, «cobre amarillo»), como nos lo confirma la noche 772. Se halla situada en el Magreb (Mauritania), la región de la magia y del misterio. La idea probablemente fue inspirada por las abundantes ruinas romanas que se alzan inopinadamente en medio de lo que ha acabado por ser un desierto de arena. Compárese con este cuento «La Ciudad de Azófar» de la noche 272. En Egipto Nahás se pronuncia vulgarmente Nihás. <<

[137] La edición de Breslau añade que el anillo-sello era de piedra tallada y hierro, cobre y plomo. He utilizado profusamente su vol. VI, pp. 343 et seq. <<

[138] Toda vez que se trata de un bardo preislámico bien conocido, su aparición en este pasaje es decididamente anacrónica, intencionadamente. <<

[139] El primer conquistador musulmán de España, cuyo lugarteniente, Tarik, intrépido e infortunado, dio nombre a Gibraltar (Jabal al-Tarik). <<

[140] El color de los califas Banú. Ummayyah (Omeyas) era el blanco; el de los Banú Abbás (Abasidas) era negro y el de los Fatimitas verde. Ser portador de la bandera real denotaba la condición de generalísimo o plenipotenciario. <<

[141] Es decir, El Cairo antiguo o Fustat; el actual Cairo era por entonces una aldea copta fundada sobre un antiguo asentamiento egipcio llamado Lui-Tkeshroma, al cual pertenecían los grandes aljibes del monte y el pozo grande, Bir Yusuf, atribuido absurdamente al patriarca José. Lui es evidentemente el origen de Levi y significa sumo sacerdote (Brugsh II, 130) y el nombre de su hijo era Roma. <<

[142] No puedo por menos de sospechar que aquí hay una errata por Al-Samanhúdi, nativo de Samanhúd (la «Semenood» de Wilkinson), en el delta, sobre el ramal de Damietta, la antigua Sebennytus (en copto, Jemánuti, «Jem el Dios»), una ciudad que dio muchos hombres ilustres en la era musulmana. Pero existe también una Samhúd a unas cuantas millas río abajo de Denderah y que, como demuestran sus terraplenes, se trata de un antiguo emplazamiento. <<

[143] Egipto aún no había sido conquistado a los cristianos. <<

[144] Árabe Kizán fukká’a, es decir, recipientes de barro fino y ligeramente poroso usados para la fukká’a, una bebida fermentada a base de cebada o uvas pasas. <<

[145] Mantengo este venerable dislate; la forma correcta es Samán, de Samm, el viento atosigante. <<

[146] Es decir, para venerar a Dios y prepararse para el más allá. <<

[147] El camello transporta el cadáver del Badawi hasta el cementerio, que frecuentemente está lejos; de aquí que soñar con un camello sea presagio de muerte. <<

[148] Korán, XXIV, 39. La palabra Saráb (espejismo) se encuentra en Isaías (XXXV, 7) y el pasaje debe traducirse así: «Y el espejismo (saráb) se convertirá en un lago» (no por: «Y el suelo reseco se convertirá en un estanque»). Los hindúes lo designan con el encantador vocablo Mrigatrishná, «la sed del ciervo». <<

[149] Uno de los nombres de Alá. <<

[150] Árabe Kintár, «el peso de cien» (es decir, cien libras). De aquí el francés quintal y sus congéneres (Littré). <<

[151] Es decir, «de Sham (Siria) o (la tierra de) Adnam», ancestro de los árabes naturalizados, o sea, Arabia. <<

[152] Korán, LII, 21: «Todo hombre es entregado en prenda de sus actos futuros». <<

[153] En los textos hay una constante confusión de los copistas entre Arar (Juniperus Oxycedrus, utilizado por los griegos para las imágenes de sus deidades) y Marmar, mármol o alabastro: en el Talmud, Marmora, «mármol», derivado evidentemente de μαρμαρος, «brillante», «la piedra brillante». <<

[154] Estos nombres efríticos han sido escogidos por su bizarrerie. Al-Dahish, «el pasmado», y Al-A’amash, «aquel que tiene siempre los ojos tiernos y anegados». <<

[155] Los árabes no tienen palabra para el millón; por eso, Messer Marco Miglione no pudo haberlo aprendido de ellos. Por contra, los hindúes tienen más cuatrillones que la Europa moderna. <<

[156] Esta fórmula, según los musulmanes, empezaría inicialmente por: «No hay iláh sino Alláh y Adán es el apóstol (rasúl, el enviado, el mensajero; no nabí, el profeta) de Alláh». Y continuaría sucesivamente con Noé, Moisés, David (Salomón no, generalmente), Jesús, hasta llegar a Mahoma. <<

[157] Este hijo de Barachia ya ha sido mencionado anteriormente. El texto borda el capítulo coránico n.° XXVII. <<

[158] La edición de Breslau dice (VI, 371) Samm-hu, «su veneno», probablemente una errata por Sahmhu, «su venablo». Fue un duelo a base de Shiháb o estrellas caídas, los meteoritos, que popularmente se supone, según ya he dicho, son las saetas lanzadas por los ángeles contra los demonios y espíritus malignos cuando se acercan demasiado al Paraíso para escuchar los secretos divinos. <<

[159] Un mar imaginario, del latín Carcer (?) <<

[160] Andaluz, sinónimo de español, de la Tierra de los Vándalos, término asumido por los invasores musulmanes. <<

[161] Esta bella descripción evocará en el viajero las antiguas ciudades hauraníes, deshabitadas desde el siglo VI, que un estúpido escritor llamó inadecuadamente «Las Ciudades Gigantes de Bashan». Jamás he visto nada tan fantástico como una noche de plenilunio en una de esas fortalezas, cuya silueta se conserva como el día en que fueron erigidas, con la luz purísima derramándose sobre el negro basalto, el susurro de la brisa y el aullido del chacal en el desierto circundante. <<

[162] Zanj, como ya he señalado, es la forma árabe del persa Zang-bar (el País Negro), nuestro Zanzíbar. Aquellos que deseen saber más acerca de la etimología pueden consultar mi Zanzibar, cap. I. <<

[163] Árabe Tanjah, la ιγγιζ de Estrabón (de incierta derivación), Tingitania, Tangiers. Pero, ¿por qué la s final? <<

[164] O Amidah, llamada por los turcos Kara (negra) Amid, a causa del color de las piedras; para los árabes Diyar-bakr (Diarbekir), nombre que también aplican a toda la provincia, Mesopotamia. <<

[165] Mayyafarikín, ciudad episcopal en Diyar-bakr; los nativos reciben el nombre de fáriki; de aquí la abreviatura en el texto. <<

[166] Árabe Ayát alá Naját, ciertos versos coránicos que actúan como un talismán, como: «¿Y cómo no habríamos de poner nuestra confianza en Alá?» (XIV, 15); «Di, ‘Nada puede acontecemos si Alá no lo tiene decretado’», y muchos otros. <<

[167] Eran las «Novias del Tesoro», aludidas en la historia de Hassan de Bassorah y en otros lugares. <<

[168] Árabe Isharáh, que también puede entenderse como llamar por señas. Los orientales hacen al revés que nosotros: volvemos las manos o los dedos indicando hacia nosotros mismos, en tanto que ellos indican hacia el objeto, así que nuestro gesto significa para ellos un «vete». <<

[169] Es decir, cavilando un largo rato. <<

[170] Árabe Dihlíz, del persa. Se trata del largo y oscuro pasaje que conduce hasta la puerta interior o principal de una ciudad oriental y que se refuerza cuando se prevé un asedio. Normalmente cuenta con unos bancos de madera y de fábrica y es un lugar ideal para el tiempo caluroso. En un lugar semejante estuvieron Lot y Moisés sentados y en pie ante la puerta V allí es donde los hombres hablan con sus enemigos. <<

[171] Los nombres de los colores son usados por los árabes con tanta ligereza como los clásicos europeos; por ejemplo, a un gris claro le llaman «caballo azul o verde»; muchos disparates se han escrito acerca de los colores en Homero, debido a que hay gente que supone que los pueblos semicivilizados determinan los colores tal como lo hacemos nosotros. Los ven pero no los nombran, no habiendo lugar a vocablos. Como ya he señalado, sin embargo, los árabes tienen una terminología completa para las distintas capas de los caballos. En nuestros días, he sido testigo del nacimiento de colores, a los que han tenido que poner nombres por docenas, por la exigencia de los vestidos femeninos. <<

[172] Para los milagros de David en metalurgia, ver vol. I, 286. <<

[173] Árabe Khwárazm, el País de los corasmios, mencionados por Herodoto (III, 93) y toda una hueste de geógrafos clásicos. Los sitúan en Sogdiana y se corresponde con el país khiva. <<

[174] Árabe Burka, aplicado normalmente al velo del rostro femenino y por ende al que cubre la Ka’abah, que es «la novia de la Meca». <<

[175] Aludiendo a la argucia que Salomón utilizó con Bilkis, de quien había oído decir que tenía las piernas peludas como las de un asno: hizo colocar una superficie de cristal sobre una corriente de agua en la que había peces nadando, de modo que la mujer tuvo que levantarse las faldas al acercarse y Salomón pudo comprobar que la información era cierta. De aquí, según he indicado va, la depilación (Korán. XXVII). <<

[176] Entiendo que son las ventanas labradas en arabesco y curiosamente talladas en mármol (India) o basalto (Haurán) y provistas de pequeños recuadros de vidrio engastados de esmeraldas, donde el vulgo utilizaría trozos de hojalata. <<

[177] Árabe Bulád, del persa Pulád. De aquí el nombre de la famosa familia drusa Jumblat, una corrupción de Ján-pulád, «Vida de Acero». <<

[178] El Faraón, llamado así en el Korán por haber practicado la tortura de atar a los hombres a cuatro estacas clavadas en el suelo. En su traducción, Sale escribe «el inventor de las estacas» y añade: «Algunos interpretan estas palabras en sentido figurado, aludiendo a la firme implantación del reino faraónico, porque los árabes fijan sus tiendas con estacas, pero es muy posible que apunten a la contumacia y dureza de corazón del príncipe». Por mi parte, quiero destacar que para el Tasawwuf o agnosticismo musulmán, el faraón representa, como Prometeo y Job, la típica criatura que defiende su propia dignidad y sus derechos en presencia y a despecho del Creador. Sáhib el Súfi afirma que el secreto del alma humana (es decir, su emanación) se reveló por vez primera cuando el faraón se proclamó a sí mismo dios y Al-Hazali ve en su pretensión la más noble aspiración a lo divino, innata en el espíritu humano (Dabistán. vol. III). <<

[179] En la edición de Calcuta, «Tarmuz, hijo de la hija, etc.». Según los árabes, Tarmud (Pahnira) fue fundada por la reina Tadmurah, hija de Hassán ben Uzaynah. <<

[180] A una sequía de tal calibre es a lo único que atribuyo la pervivencia de esas maravillosas ciudades hauraníes del gran valle existente al suroeste de Damasco. <<

[181] También Moisés describió su propia muerte y su sepelio. <<

[182] La aurat (vergüenza) de un hombre se extiende desde el ombligo (inclusive) hasta las rodillas; la de una mujer, desde la cabeza hasta la punta de los pies. <<

[183] Árabe Jum’ah («la asamblea»), llamada así porque la resurrección universal tendrá lugar ese día y porque ya contempló la creación de Adán. Pero ambas razones son justificaciones a posteriori; al igual que los judíos recibieron el mandato divino de guardar el sábado y los cristianos, actuando a su antojo, transfirieron el día semanal de descanso al domingo, así, los musulmanes prefieren el viernes. No obstante, el «sabbatianismo» es desconocido en todo el Islam y las actividades sólo se interrumpen, por imperativo del Korán (LXII, 9-10), durante las oraciones comunitarias en la mezquita. A lo máximo que llega un musulmán es a no trabajar ni viajar hasta después de la liturgia pública. Pero el musulmán apenas aspira a un «día de descanso», en tanto que el cristiano, en la rutina desesperadamente tediosa de la vida y el trabajo cotidianos, sin un rayo de luz que se abra paso en su civilizada y básicamente desdichada existencia, lo exige declaradamente. <<

[184] La humanidad, que se contempla a sí misma en todas partes y en todas las cosas, acaba por crear sus propias analogías en todos los elementos: el aire (las sílfides), el fuego (los genios), el agua (las sirenas) y la tierra (los gnomos). Estas sirenas eran, desde luego, focas o manatíes, al igual que los abominables hombres de Hanno eran gorilas. <<