Agradecimientos

La gente que escribe libros es de lo más irritante. Durante meses no tienen otro tema de conversación que no sea su estúpido libro.

«¡He avanzado mucho con el libro!» «¡Uf, me he quedado bloqueado!» «Siento no haberle dado la insulina a Timmy, cariño, estaba ocupado con el libro.» No existe persona más egoísta en el mundo que un escritor que dedica su tiempo a un libro que no interesa a nadie más que a él.

Por desgracia para los que me rodean, yo soy uno de esos capullos que se dedican en cuerpo y alma a un puñetero libro. Así que ahora quiero expresar mi gratitud a mi mujer y a mis hijos, a quienes está dedicada esta obra, por soportarme durante los dos últimos años. Son mucho más pacientes y me quieren bastante más de lo que merezco. También quiero dar las gracias a mis padres, a mi hermano y su familia, a mi hermana y su familia y a la familia de mi esposa por todo el cariño y el apoyo que me han dado. Quiero matizar que mi afecto por ellos es tan grande que me he asegurado de que en el libro no aparecieran penes.

A nivel editorial, este libro no existiría sin el apoyo de dos personas. La primera es Byrd Leavell, de la Agencia Literaria Waxman, quien me apoyó desde que leyó la primera versión del manuscrito, y me desafió a que lo convirtiera en una novela de verdad y me dejara de pajas mentales. El pobre Byrd se ha leído la novela cuatro veces. ¡Cuatro veces! Soy incapaz de leer un libro cuatro veces, aunque sea uno escrito por mí. Byrd es un santo. Volví a escribir la segunda parte de la novela siguiendo las directrices marcadas por Byrd. Sin sus recomendaciones, la lectura de este libro habría sido una pérdida de tiempo.

La otra persona con la que estoy en deuda es el editor Tom Roberge, de Penguin, quien luchó durante semanas para que el libro fuera publicado. El libro habría acabado en el cajón de las obras perdidas de no ser por su empeño. A Tom le tengo que decir que hizo un gran trabajo, sí señor. Tom publicó el libro con Allison Lorentzen (en EE. UU.) y Amy McCulloch (de Harper Perennial, en el Reino Unido), y Ted Gachot hizo un gran trabajo de revisión y corrección. Les estoy muy agradecido a todos. Sin sus consejos y esfuerzos, habría escrito el cuarenta y seis por ciento del libro en mayúsculas.

Un agradecimiento especial para Kristian Hammerstad por la ilustración de la portada y a Gregg Kulick por el diseño de la portada, y sin olvidar a Jim Cooke, que fue quien diseñó la primera versión.

Distintas personas han leído este libro (o partes del libro) antes de su publicación, y me han ofrecido consejos de gran utilidad o han tenido la amabilidad de decirme cuánto les había gustado. Así que desde aquí gracias a Will Leitch, Justin Manask, Matt Ufford, Stefan Fatsis, Justin Halpern, Evan Wright, Neal Pollack, Jon Wertheim, David Hirshey, Howard Spector, Kate Lee y Jesse Johnston. Quiero también darle las gracias a Spencer Hall, tan inteligente como encantador, por predecir qué ciudades chinas bombardearía el propio gobierno chino en caso de tener que hacerlo. Le costó apenas treinta segundos decirme cuáles serían. Es alguien que conoce China a fondo. O alguien que dice lo primero que le viene a la cabeza. Es más probable lo segundo que lo primero.

También doy las gracias a todos los que trabajan en la página web dedicada al deporte, Deadspin, en especial a A. J. Daulerio y Tommy Craggs, que se han volcado conmigo mientras he estado entre ellos. Asimismo, estoy en deuda con mis hermanos de la página web Kissing Suzy Kolber, y eso incluye a Matt Ufford, Jack Kogod, Reed Ennis, Josh Zerkle y sobre todo, Michael Tunison, que me cubrió durante dos meses mientras acababa de escribir este libro. Es un hombre muy inteligente y divertido, y siempre estaré en deuda con él.

Jarnet Myer y Brian Brater adquirieron Kissing Suzy Kolbert (KJK) hace tres años y han sido unos jefes estupendos que han tolerado con gran paciencia todos los chistes malos que he publicado. Gracias especiales para John Ness y el personal de la NBC.

Y cuando menciono Deadspin y KSK, incluyo también a sus lectores. Todos y cada uno de ellos son personas excepcionalmente bien parecidas, que siempre han hecho gala de contar con una educación exquisita. Por ello lamento tener que aclararles que este libro no es una sucesión de chistes escatológicos, algo por lo que les presento mis disculpas. El próximo será distinto, lo prometo.

Gracias también a Matt y Bruce (y Ernie), porque, al contratarme en 2004, pude contar con los ingresos necesarios para terminar el libro cuando abandoné el campo de la publicidad, en 2009.

El grueso de esta obra lo escribí a lo largo del verano del 2009 en la biblioteca pública de Maryland. Mis más sinceras gracias a la biblioteca por contar con una sala donde los bulliciosos críos no pueden entrar.

Ya para terminar, este libro es un homenaje a muchas personas que ya no se encuentran entre nosotros y a las que sigo echando mucho de menos. Ellos son Charles y Eileen Bane, Betty y John Mayher, Alan y Joan Magary, Alex Phay, Rex McGuinn, George Mangan, y Heidi Spector. Os echo mucho, muchísimo, de menos a todos.