«La Cura para todo lo demás»

Lo que viene a continuación es una transcripción del reportaje sobre Steven Otto que efectuó Micah Resnick para Sky4.

Resnick: Steven Otto tenía dos años cuando su padre, Graham, y seis de sus colegas fueron asesinados por un grupo de insurgentes pro-muerte en el exterior de su laboratorio provisional en Eugene, Oregón. Han transcurrido más de cuatro décadas desde esa noche. Steven Otto no ha rehuido conocer la verdad de lo que aconteció y, tras muchas indagaciones, sabe que la muerte de su padre fue de una violencia brutal. Piensa con mucha frecuencia en su padre y jamás le pide a la gente que evite el tema, aunque él esté delante. Esa actitud le puede resultar muy útil en el futuro, ahora que ha logrado un descubrimiento científico que es muy posible que supere al de su propio padre. Es una vacuna robot que recibe el nombre de Clave Esqueleto. Y es un descubrimiento que estuvo a punto de tirar a la basura.

Otto: Si tiene la amabilidad de reunirse conmigo en el laboratorio…

Resnick (narrando): Otto trabaja aquí, en un laboratorio privado financiado con fondos anónimos. Para entrar en el laboratorio, los visitantes tienen que pasar por lo que denominan la «ducha tornado», consistente en una exposición de cincuenta segundos a un aire frío a presión diseñado para eliminar todo el vello suelto o piel muerta que pueda portar el visitante. También tuvimos que ponernos unos trajes aislantes con casco incluido, para acceder al interior de las instalaciones. El aislamiento tenía que ser perfecto. Steven nos guió hasta unos frascos que a simple vista, sólo contenían un líquido transparente.

Resnick: ¿Dice que dentro de esos frascos hay robots?

Otto: Sí. Unos muy pequeños.

Resnick: ¿Y qué pueden hacer?

Otto: Todavía estamos puliendo ciertos aspectos de su funcionamiento. Cuando lo hayamos conseguido, Clave Esqueleto será capaz de identificar virus dañinos, bacterias perjudiciales y células malignas en el interior de nuestro organismo, y destruirlas antes de que puedan provocar daños serios.

Resnick: ¿Estamos hablando de curar el cáncer?

Otto: Hablamos de prevenirlo de forma definitiva.

Resnick: ¿Y las enfermedades cardíacas? ¿Las arterias obstruidas?

Otto: También.

Resnick: ¿La gripe?

Otto: Sí.

Resnick: ¿Puede hacer que perdamos peso?

Otto: La verdad es que sí. Podemos programar la masa corporal idónea sobre la base del patrón genético del sujeto, y Clave Esqueleto destruirá todas las células adiposas que impidan la consecución del peso ideal.

Resnick: ¿Sería algo así como una liposucción interna?

Otto (riéndose): Siempre ocurre lo mismo. La gente siempre se salta la parte de «cura el cáncer» para pasar directamente a la de «me hace adelgazar».

Resnick: Así que su padre descubrió la Cura contra el envejecimiento y usted ha hallado la Cura para todo lo demás.

Otto: Bueno, nos queda mucho camino por recorrer. Pero en efecto, es nuestra meta: crear una vacuna integral que permanezca operativa en la corriente sanguínea durante toda la vida del sujeto. No importa lo larga que sea esa vida. Los resultados obtenidos hasta ahora son muy alentadores. Preveo que para la próxima década ya habremos perfeccionado Clave Esqueleto y que estará a disposición de todo el mundo.

Resnick: ¿Qué lo impulsó a emprender esta investigación?

Otto: El culpable fue nuestro perro. Teníamos un perro, Buggle. Buggle era muy popular porque fue el primer perro que recibió el vector. A pesar de ello, enfermó. Había estado a nuestro lado más de treinta años y yo no quería que muriera.

Resnick: Quería a su perro.

Otto: Claro que lo quería. Era el perro de la familia. Había sido el perro de mi padre. Buggle era el recuerdo que yo tenía de mi padre. Algo real que podía tocar. No quería perderle. No estaba preparado para una pérdida así. Había oído muchas historias de gente que les da la Cura a sus mascotas, y cuando los animales enferman y mueren, los amos deciden llamar a los especialistas de consumación porque son incapaces de soportar el dolor. Y créeme, lo comprendo. Entonces decidí que en lugar de enfrentarme a la enfermedad de Buggle como haría cualquiera, iba a encontrar una cura para el cáncer. Me convencí de que era lo que debía hacer.

Resnick: ¿Y no le motivaba también culminar el trabajo de su padre?

Otto: En absoluto. En lo que a mí me concierne, el descubrimiento de mi padre ha sido el más importante de la historia de la humanidad.

Resnick: Un descubrimiento que le costó la vida.

Otto: No. No fue el descubrimiento lo que lo mató. No nos equivoquemos. Fueron personas como Cassey Jarret quienes decidieron encerrarlo en una furgoneta y quemarlo vivo. Su cura no ha causado daño alguno.

Resnick: Sin embargo, la postura de su padre acerca de los efectos de la Cura siempre fue muy cautelosa.

Otto: Y sin duda, tenía motivos para serlo. Sin la Cura, no habría granjas en Rusia, no habría surgido la insurgencia, tampoco tendríamos los casos Peter Pan, ni ninguno de los horrores que estamos sufriendo.

Resnick: ¿Quiere decir que, analizándolas en retrospectiva, comprende las razones que impulsaron a la gente que mató a su padre?

Otto: Comprendo su punto de vista, pero no sus métodos. Lo más trágico de la muerte de mi padre es que su postura y la de quienes lo mataron no eran opuestas. Compartían los mismos temores. Sin embargo, en lugar de colaborar con mi padre para intentar que la Cura se utilizara con responsabilidad, lo mataron. Y es algo que no tiene ningún sentido para mí. Y jamás lo tendrá, aunque tenga la fortuna de vivir cien años más.

Resnick: ¿Desearía que su padre no hubiera descubierto la Cura?

Otto (pensativo): A veces. Pero desear cosas así es de memos, ¿verdad? Sólo existe una realidad y con esa tenemos que bregar. Creo que había un montón de gente convencida de que la Cura acabaría no sólo con la muerte, sino también con la angustia que provoca enfrentarse a la muerte. La gente confiaba en que ya no habría que pasar por ese suplicio y por desgracia, ha ocurrido justo lo contrario. Ahora esa angustia es mucho más prolongada.

Resnick: ¿Teme que la Clave Esqueleto contribuya, también, a infundir una falsa sensación de seguridad?

Otto: Sí. Por eso estuve a punto de deshacerme del prototipo inicial.

Resnick: Apuesto a que jamás pensó que el día en que encontrara una cura para el cáncer, iba a acabar planteándose la bondad del descubrimiento.

Otto: Cierto. Es demencial que hayamos alcanzado una situación así. Pero es un planteamiento lícito. ¿Es correcto que erradiquemos una enfermedad, o muchas enfermedades, devastadoras a nivel individual, pero necesarias en el orden natural de las cosas? Y siendo honesto, muchas veces me planteo si debería seguir trabajando en algo que ayudará a tanta gente. Ahora vivimos en un mundo en el que mucha gente se pregunta si los demás importan. ¿Tiene alguna importancia el mundo en su globalidad, o lo que de verdad importa es el pequeño mundo de amigos, familiares y compañeros de trabajo que cada uno crea a su alrededor? Es fácil llegar a la conclusión de que esta vacuna puede resultar perjudicial.

Resnick: En ese caso, ¿por qué no destruye la vacuna?

Otto: Porque en el fondo, estoy convencido de que no podemos detener el progreso. Nunca. Hay muchos laboratorios trabajando en proyectos parecidos. ¿En qué cree que está trabajando Michael Ornster en su laboratorio de Delvair con un equipo de cuarenta personas? Con el tiempo, la vacuna se perfeccionará y se podrá emplear, para bien y para mal. La gente siempre acaba haciendo aquello que quiere hacer y nunca lo que uno cree que es mejor. Es algo que aprendí hace mucho tiempo, algo que recordé cuando estaba en un puente a punto de estrellar el prototipo en las rocas que había abajo. Recordé el día que me casé con mi mujer…

Resnick: Su mujer actual.

Otto: Claro. Sólo me he casado una vez. No me van los matrimonios eventuales. Recuerdo todos los planes de boda que hicimos, y la cantidad de pastelerías, servicios de catering, y Dios sabe cuántos sitios más, que visitamos. Y recuerdo que mi mujer sufrió varios ataques de pánico el día de la boda. Me decía: «¡Steve, no permitas que los invitados se cambien de sitio!». Y ordenó a los camareros que recibían a los invitados que se aseguraran de que firmaban el libro de invitados y en una foto que habíamos puesto en una mesa del vestíbulo. Como es natural, nuestros invitados ignoraron nuestras indicaciones. Se cambiaron de sitio, no firmaron la foto y muchos tampoco bailaron en la pista de baile. Calculo que a la sexta copa de champán, mi mujer decidió que no valía la pena seguir peleándose con todos. Que haría mejor disfrutando del día en lugar de empeñarse en que todo el mundo hiciera lo que ella quería. No se puede impedir que la gente haga lo que quiere. La gente siempre acaba saliéndose con la suya. La humanidad se ha trazado un camino, una trayectoria, y nadie conseguirá que lo abandone. Cuando la tenga lista, procuraré que el uso de la vacuna sea el más sensato posible. A partir de ahí, sólo puedo tener fe en que la gente sea igual de bienintencionada que yo.

Resnick: Sin embargo, a lo largo de este siglo se ha visto que la gente dista mucho de ser bienintencionada.

Otto: Hasta cierto punto. Hay mucha bondad ahí fuera, Micah. No todo el mundo decidió hacerse el tratamiento de mi padre con fines egoístas. Además, la vacuna eliminará el mercado negro de órganos humanos. A lo mejor esto lo cambia todo. Es la esperanza que tengo.

Resnick: ¿Le gustaría que su padre viviera para presenciar sus logros?

Otto (emocionado): Me gustaría que estuviera vivo. Punto.

Resnick (narrando): Steven Otto cree que la Clave Esqueleto podría estar lista para el 2070. Sin embargo, el bio-roboticista galardonado con el premio Nobel, Lars Anderssen, ha declarado que los pronósticos de Otto son ilusorios y que lo más probable es que una vacuna como la Clave Esqueleto jamás sea viable. De todas formas, Steven Otto proseguirá con un trabajo con el que mejoraría el descubrimiento que hizo su padre. Para bien y para mal. En cuanto a Buggle, su perro, falleció debido a un cáncer de estómago en 2042.

Fecha de modificación

23/6/2059,4:31 a.m.