Volví a soñar con Alison. Siempre que sueño con ella, nunca veo a la mujer adulta que aprendió a amarme justo antes de morir. En mis sueños veo a la Alison de octavo curso, la que me rechazó siempre que le pedí que saliéramos juntos. Anoche la vi en un teatro vacío. Estábamos a las puertas de la sala, en uno de esos vestíbulos forrados de terciopelo rojo desde donde arrancan los accesos a las zonas de las butacas. Fue tan intensa la alegría que sentí al ver a Alison que eché a correr para abrazarla y, sin querer, la tiré al suelo. Cuando intenté ayudarla a que se pusiera de pie, no pude. Estaba pegada al suelo. Por mucho que lo intentara, era incapaz de levantarla. Ella me hablaba, pero sus palabras eran inaudibles. Cuando me acerqué para escucharla mejor, desapareció. Vi a través de la puerta de uno de los accesos, que se había teletransportado al escenario, donde ensayaba con la orquesta. Tenía un chelo en las manos (que yo sepa, nunca llegó a tocar un instrumento en la vida real). Cuando me dirigía al interior del teatro para verla tocar, un acomodador me lo impidió porque no tenía entrada. Una multitud de aficionados a la música pasó por delante de mí y me fue echando hacia atrás, hasta que la perdí de vista. Al final, me encontré de pie en medio de un estanque. En algún sitio desconocido. En otro país. Con agua por las rodillas. Y Alison ya no estaba.
No es sólo mi subconsciente el que disfruta torturándome con su recuerdo, a pesar de todo el tiempo que ha transcurrido. Yo también comienzo a plantearme, casi sin querer y muy a mi pesar, cómo habría sido nuestra relación si ella siguiera viva. En ocasiones me pregunto si nos habríamos cansado el uno del otro. Creo que a causa de su muerte, jamás dejaré de amarla. No estuvimos juntos el tiempo suficiente para hastiarme de su personalidad o su aspecto físico. Todas las relaciones parecen abocadas al aburrimiento. Ella misma me lo dijo en su día. Se marchó justo cuando la imagen que tenía de ella era perfecta. Bastaba una mirada para que sintiera una sacudida eléctrica por todo el cuerpo. Era una sensación que nunca desaparecía del todo. He llegado a preguntarme si eso era bueno. Me odio por plantearme algo así.
Fecha de modificación
8/6/2059,2:31 a.m.