Foto nº 3.650

Me he hecho otra foto esta mañana. Sigo igual. La nariz, los ojos, la frente, el mentón. Todo igual de firme. No hay arrugas. Abrí la carpeta «Rostro» que tengo archivada, para compararla con fotografías anteriores. No hay cambios reales, a excepción de cuando me corto el pelo, entonces sí se nota alguna diferencia. A lo largo de las imágenes puedes ver cómo el pelo va creciendo poco a poco hasta que me lo corto de nuevo y se restablece la imagen original. El pelo crece sí, pero conserva su color original. No hay una sola cana.

Un día me dibujé una estrella en la mejilla, para animar un poco el tema. Se desvaneció a lo largo de una semana. Desde lo de la estrella, en el trabajo todos me miran igual que a un crío caprichoso.

He intentado mantener la misma expresión en todas las fotos, pero hay algunas en las que no he podido ocultar mi estado de ánimo. Algunas me las hice con resaca y es fácil adivinar cuáles son. La verdad es que no me gusta demasiado que me saquen fotos, aunque sea yo mismo el que se empeña en hacérmelas.

En resumen, existen algunas pequeñas diferencias, pero los rasgos básicos siguen siendo idénticos de un día para otro. Si se hiciera una película con todas las imágenes, sería la película más aburrida del mundo. La parte más emocionante, el clímax, sería la parte de la estrella. No he cambiado. No he madurado. En mi rostro no aparece el carácter que se supone que te imprime el paso del tiempo. Nunca dirías que hay diez años de diferencia entre la primera imagen y la última. De no ser por el pelo, cualquiera creería que las 3.650 fotografías se tomaron el mismo día. El paso del tiempo es imperceptible. Es como si no hubiera vivido nada en absoluto.

Tengo un amigo con problemas de peso. Cuando alcanza un peso determinado, reacciona. Comienza a correr y sólo come pollo a la plancha, espárragos y patatas asadas. Cuando consigue recuperar el peso adecuado, se echa novia, come todo lo que ella le cocina y recupera lo que había perdido. Si alcanza la masa crítica que considera inaceptable, reinicia el proceso para volver a adelgazar. Si alguien le hubiera fotografiado a diario durante una década, habría conseguido una sucesión de imágenes mucho más interesante que la mía. Sería como si alguien hinchara un globo sin molestarse en anudar el extremo cuando estuviera lleno, con lo que el aire se escaparía de nuevo. Verías una historia. Al menos podrías hacerte una idea del tipo de vida que lleva y las cosas que le han sucedido. Pero no encontrarás nada de eso en mis fotos.

No hay historia.

No verás una mierda.

Feliz décimo Día de la Cura.

Fecha de modificación

20/6/2029, 12:14 p.m.