«Ya no hay vuelta atrás»

He recopilado todas las reacciones al discurso del presidente que he podido. A continuación, tenéis las que he conseguido hasta el momento:

The Atlantic:

Hemos vuelto a corroborar que cuando los norteamericanos queremos algo, sólo tenemos que berrear y montar follón como si fuéramos unos mocosos malcriados, que es lo que somos en realidad. Los manifestantes de New Hampshire no estaba aporreando las puertas del Capitolio guiados por algún motivo noble y altruista, como ha dicho el presidente. La idea de equiparar sus actos con el sacrificio de los soldados de Iwo Jima resulta grotesca y un insulto a nuestra inteligencia. Actuaban en su propio beneficio, y en el de ningún otro. No se estaban sacrificando por el futuro. Lo que buscaban era apropiárselo. Esta generación no ha tenido que hacer ni un solo sacrificio para conseguir algo, y la recompensa a tanta insensibilidad es la vida eterna. Es la típica situación norteamericana en la que la gente quiere algo y lo quiere de inmediato, sin importarles para nada las consecuencias que ese deseo pueda tener. Supongo que podríamos decir aquello de que así somos los norteamericanos. Perfecto. Ser así nos va a costar todo lo que tenemos.

El comentario de Bob Mandel:

Esto es igual que comer pizza con salchichas. Sabes que acabará matándote, pero no te va a matar ahora, así que ¿a quién coño le preocupa?

Venga, todos a comer pizza con salchichas.

Mi padre:

Ahora lo quiero. Aunque sólo sea para ver en qué acaba todo esto.

Allan Atkins:

Es el presidente más cobarde que hemos tenido. Es un mentiroso, un fraude, un terrorista y un criminal. Si el reportaje del Times no llega a destapar lo de los soldados que estaban recibiendo la Cura, anoche no habría habido discurso. No lo duden ni por un instante.

Ha tenido que morir gente para que este hombre decidiera escucharme. Algunos soldados han tenido que desobedecer abiertamente a sus superiores para que este hombre decidiera escucharme. Y cuando por fin toma la decisión de escucharme, legaliza la Cura siguiendo el procedimiento más torpe e hipócrita posible. Es repugnante. Estoy muy disgustado y vosotros también deberíais estarlo.

Una vez aclarado lo que pienso, tengo que decir que me alegro de que lo hayan legalizado. Y ahora tengo algo que contar: ¡Me lo he hecho! ¡Nunca os vais a librar de mí!

Escogemuerte.org:

No tenéis la menor idea de lo que habéis hecho.

Mi hermana:

¿Lo ha legalizado? Oh, Dios, creo que me voy a desmayar. ¿Soy la última en enterarme? Lo soy, ¿verdad?

Joe Wies (NBC):

Al final, al presidente no le ha quedado más remedio que legalizar la Cura. Todos aquellos que lo han criticado por su forma de afrontar la situación deberían reflexionar sobre el dilema al que se enfrentaba el presidente. Un dilema único. ¿Era justo exigirle al presidente que solventara sin titubeos un problema como el de la Cura, que amenaza con transformar la vida tal y como la conocemos en este planeta? Su primer impulso, el correcto, fue adoptar una postura cautelosa durante tanto tiempo como fuera posible. Al final han sido tres años. Ha tenido el coraje de admitir que cometió un error al dudar durante tanto tiempo, pero no tendría por qué haberse disculpado. Estos tres años le han permitido decidir cuál era la manera más sensata de controlar el tema de la Cura. El presidente ha mencionado una cruda realidad que no tardará en llegar. Y al parecer el propio presidente es de los pocos que ha intentado vislumbrar cómo será esa realidad y qué podemos hacer para adaptarnos a ella. Ayer pronunció palabras llenas de esperanza, pero sus ojos estaban llenos de preocupación; está preparándose para lo que nos aguarda y quiere que nosotros también lo hagamos. Porque ya no hay marcha atrás. No hay marcha atrás para nadie.

Después del discurso del presidente de anoche, fui a dar un largo paseo por la ciudad. Habían retirado las barricadas y los manifestantes se habían disuelto. La ciudad recuperaba su pulso habitual. Todo el mundo sonreía. Felices. Borrachos. Una luna de miel en su apogeo.

Pasé al lado del edificio de las Naciones Unidas, que ya no estaba asediado. Pasé al lado de los carteles de la Primera Avenida. Ya no había mensajes anti-Cura, sólo anuncios de Pepsi. Fui hasta donde el Dr. X tenía la consulta. Todo había vuelto a la normalidad. El mundo volvía a girar como siempre.

Pero en el fondo, yo sabía que no iba a durar.

Fecha de modificación

15/8/2019, 10:21 a.m.