Agradecimientos

El asedio es una novela, no un libro de Historia. Eso hizo posibles pequeñas libertades a la hora de adaptar alguna fecha, nombre, carácter o suceso real a las necesidades de la narración. Por lo demás, debo agradecer la valiosa ayuda de numerosas personas e instituciones, destacando entre ellas a Óscar Lobato, José Manuel Sánchez Ron, José Manuel Guerrero Acosta y Francisco José González, bibliotecario del Observatorio de la Armada. El director del Museo Municipal de Cádiz, el Ayuntamiento de San Fernando y Luisa Martín-Merás, del Museo Naval de Madrid, pusieron a mi disposición cartografía y documentos de extraordinaria utilidad, y mis amigos de las librerías gaditanas Falla y Quorum me tuvieron al corriente de cuanto se publicó en los últimos años sobre el Cádiz del asedio francés y la Constitución. Juan López Eady, capitán de navío e ingeniero hidrográfico, hizo de guía en momentos oportunos. Gracias al experto asesoramiento de Esperanza Salas, bibliotecaria de Unicaja, rastreé en los periódicos de l810 a l812 algunos datos fundamentales sobre barcos, fletes e incidencias portuarias. Mi viejo amigo el librero anticuario Luis Bardón localizó varios libros clave de la época, el historiador gaditano Alberto Ramos Santana y su mujer, Marieta Cantos, leyeron amablemente el manuscrito, e Iñigo Pastor dio el visto bueno profesional a las finanzas de Lolita Palma. Es de justicia mencionar, entre otros, los trabajos especializados de María Nélida García Fernández, Manuel Bustos Rodríguez, María Jesús Arazola Corvera, María del Carmen Cózar Navarro, Manuel Guillermo Supervielle y Juan Miguel Teijeiro, que fueron de mucha ayuda para introducirme en la mentalidad, costumbres y actividad de la clase comerciante gaditana de principios del XIX. Mi agradecimiento incluye a la ciudad de Cádiz y sus habitantes, por su acogida siempre afectuosa, su colaboración y su cálida simpatía.

A. P-R