Apunte 22

ACCIÓN: bajan del autobús de línea junto al puente sobre el Bidasoa, donde arranca la carretera que conduce a Lesaca (hoy Lesaka). Es un sitio muy expuesto. Dominios de la Guardia Civil. El autobús continúa su viaje hacia Elizondo. Ellos se quedan solos. Sucios, desaliñados, sin equipaje, es imposible que no levanten sospechas. Paraje natural, pájaros, densas arboledas, silencio, todo ello embutido en una breve descripción. Deciden apartarse de la carretera, que transcurre pegada al río. Un silbido. Sin duda los llama el mugalari, pero ¿desde dónde? Al otro lado, ladera arriba, entre los pinos, algo se mueve. Un pañuelo blanco. Un brazo. Una chapela. Una cara. Allí está. Vamos. Espera. Ruido de motor. Se acerca un coche. El coche pasa.

Saludo en euskera.

ÉL: ¿Barriola y Garmendia?

Asienten.

ÉL: Detrás de mí (o a la manera de la tierra: detrás mío) y ya no hablamos más, ¿eh?

El terreno es escarpado. Caminan en fila india, por angostas veredas que serpean entre los helechos y los troncos innumerables. Imitan al mugalari. Si el mugalari se para, ellos también. Si aprieta el paso, si disminuye la velocidad, ellos lo mismo. Tardan alrededor de una hora (o algo menos) en subir hasta la frontera con Francia. Si no me equivoco, subiendo desde la carretera que va a Santesteban y Elizondo son como tres kilómetros en línea recta (comprobar el dato antes de redactar el capítulo correspondiente). De ahí para allá es Francia, dice señalando con el dedo algún detalle orográfico poco distante. Le dan las gracias, le dan la mano. El mugalari se vuelve por donde ha venido. Julen y Peio solos en suelo francés. Lo primero de todo, encender un cigarrillo.

JULEN (al par que echa humo): La libertad.

PEIO: ¿Por qué no le has dado una propina al mugalari? Aunque fueran dos duros. Mira que eres taba.

JULEN: Pero ¿qué dices? Esto es una lucha armada, no un paseo de turistas. ¿A nosotros alguien nos da algo por el sacrificio que hacemos?

PEIO: El pobre hombre seguro que no ha ido a trabajar por traernos aquí.

JULEN: Pobres hombres somos nosotros, que llevamos dos días como perros vagabundos, comiendo de puta pena, cagando en la calle, helados de frío y con la ropa hecha un Cristo.

PEIO: Pues no haberte metido en esto.

JULEN: Me lo había imaginado diferente.

Desenlace del episodio: se adentran en Francia discutiendo. Antes de llegar al primer pueblo, ya no se hablan ni se miran.