ACCIÓN: se paran a pensar. Sitio propicio para un diálogo a salvo de miradas y oídos ajenos. Aunque me cueste, haré lo posible por resistir la tentación de meterlos en una escena risible a lo Valle-Inclán. Cuentan el dinero. Mil trescientas pesetas que le ha dado a Julen su amatxo, más lo que pudiera llevar cada uno en el bolsillo. Esto hace cierta cantidad que determinaré en su momento. Ni tan excesiva que les permita vivir con lujo, ni tan corta que les impida pasar razonablemente los primeros días de fuga.

Tesis de Peio Garmendia: hacemos caja común. Este dinero es de la causa. A un hostal no vamos. ¿Cenar? Unos bocadillos. Hay que tirar lo más que se pueda con lo que tenemos hasta que ya no nos puedan coger.

Tesis de Julen Barriola: mi dinero me lo puede confiscar Euskadi ta Askatasuna. Tú, no. Vamos a escote, de acuerdo, porque somos amigos, pero yo decido lo que se hace con lo que me ha dado mi madre. No intentes jugar a jefe conmigo. Y para que sepas: tengo hambre, tengo sed y no quiero ir a dormir al monte con el frío (con el puto frío) que hace.

Consecuencia: fuertes reproches de Peio, que amenaza con marcharse por su cuenta. Una hora andando por San Sebastián sin dirigirse la palabra. Se ponen de acuerdo para abastecerse de tabaco en abundancia. Se reconcilian exhalando bocanadas.