CHACHO trata de entrar en el portal. Hábilmente, haciéndose la torpe, la vecina de la bata se interpone en su camino y le impide pasar.
VECINA DE LA BATA: Anselmito, majo, enhorabuena. Ya nos hemos enterado.
Chacho sonríe bobalicón. Da las gracias.
VECINA DE LUTO: ¡Quién lo iba a decir, tan joven y ya comprometido! Estarás muy enamorado, ¿verdad?
CHACHO: Sí.
VECINA DE LA BATA: ¿Ya tenéis fecha para la boda?
CHACHO: No sé.
VECINA DE LUTO: Chica, ¡qué preguntas haces! Será en primavera, cuando haga buen tiempo, ¿verdad, Anselmito?
CHACHO: No sé. Preguntar a mi aitá.
VECINA DE LA BATA: ¿Tenéis nombre para la criatura?
CHACHO: Nombres hay, pero aún estamos pensando.
Desde uno de los pisos superiores se oye, a través del hueco de la escalera, la voz de una mujer con problemas para vocalizar.
VOZ: Oye, dejar al chico en paz.
MUJER DE LUTO: Tranquila, que no te lo vamos a comer.
VOZ: Sube a casa ahora mismo, Anselmo.
Chacho pasa entre las dos vecinas. Comienza a subir pesadamente los escalones. Antes de llegar al primer piso se pone de nuevo a silbar.