TRATAR de averiguar en qué portal vivía. Si no lo averiguo, omito el número, qué más da. El portal es buen escenario para un encuentro de estas características, a medias casual, a medias previsto. Dos o tres frases introductorias del episodio: media tarde, claridad, dos vecinas delante de la puerta. Las típicas chismosas.
—¿De verdad? Ay, chica, no me digas.
—Como lo oyes. Lo contaban esta mañana en la tienda. Es cosa segura, aunque difícil de creer.
—No deseo mal a nadie. Pero hay que reconocer que la Maripuy es una estirada.
—Pues ahí tiene su lección para que se le vayan bajando los humos.
Breve descripción de las dos. La una con rulos y bata, la otra de luto. Meter vasquismos y faltas gramaticales propias de la zona en la conversación, pero sin propasarse. No olvidemos que la novela deberá contener una historia poblada de gente humilde, con poca escuela. Humilde no equivale a miserable. Comíamos a diario y nos lavábamos (unos más que otros). Deberé adaptar el lenguaje a la condición social de los personajes. Esto es importante. Ojo sobre todo con las palabras y locuciones hoy corrientes pero que entonces aún no se habían inventado.