Gripe

La pandemia de 1918 ha pasado a la historia con el nombre de la «gripe española» porque los medios españoles fueron los únicos de Occidente que cubrieron adecuadamente su impacto masivo. (Algunos especulan con que esto se debió a que España no estaba en guerra, por lo que su prensa no estaba tan distorsionada por la censura propia de la guerra y los contenidos que pretendían distraer la atención pública del conflicto). A pesar de su nombre, la gripe española afectó al mundo entero: por eso se convirtió en pandemia, y no sólo en epidemia. No fue la única pandemia de gripe, ni la más reciente (hubo otras en 1957 y 1968), pero fue de lejos la más letal. Mientras que el sida acabó con 24 millones de personas en veinticuatro años, la gripe española se cobró el mismo número de víctimas en sólo veinticuatro semanas[194] . Recientes revisiones[195] de la tasa de mortalidad indican que la cifra total de víctimas llegó a 50, o incluso a 100 millones de personas en todo el mundo. Las estimaciones nos dicen que un cuarto de los norteamericanos[196] , y quizá un cuarto de la población mundial, cayeron enfermos.

A diferencia de la mayoría de las gripes, que suelen afectar de manera letal a los muy jóvenes, muy mayores, o a los ya enfermos, la gripe española se cebó en gente sana que se encontraba en la flor de la vida. La mortalidad fue más elevada en el grupo de población que iba de los 25[197] a los 29 años, y en el punto álgido de la pandemia la esperanza de vida para los norteamericanos[198] quedó reducida a los 37 años. La desgracia alcanzó tales cotas en Estados Unidos, y en todo el mundo, que me parece incomprensible que no me contaran más sobre ella en el colegio, o que la información no llegara hasta mí a través de monumentos conmemorativos o historias. Durante el momento de más rigor de la gripe española, veinte mil norteamericanos murieron en una semana[199] . Se usaron excavadoras[200] para hacer fosas comunes.

Las autoridades sanitarias actuales temen un hecho como ese. Muchos estiman inevitable una pandemia basada en los coletazos del virus H5N1, y la pregunta real acaba siendo cuándo se desatará y, sobre todo, cuán severa será.

Incluso si el virus H5N1 consigue pasar sin mucho más impacto que el reciente estallido de gripe porcina, ninguna autoridad sanitaria de hoy asegura que las pandemias puedan ser totalmente prevenidas. El director general de la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha dicho: «Sabemos que otra pandemia es inevitable[201] … Se acerca». El Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias ha añadido recientemente que una pandemia es «no sólo inevitable[202] , sino necesaria». La historia reciente ha cuantificado que las pandemias suceden de media cada veintisiete años y seis meses, y han transcurrido cuarenta desde la última. Los científicos no pueden saber con certeza el futuro de las enfermedades pandémicas, pero sí pueden, y saben, que la amenaza es inminente[203] .

Los agentes de la OMS tienen ahora en sus manos la cantidad de datos científicos más importante jamás reunida sobre una potencial pandemia de gripe. De manera que resulta bastante enervante que ese grupo de individuos bien trajeados, esas organizaciones que abogan por «que no cunda el pánico», dispongan de la lista que veréis abajo con el lema «cosas que hay que saber sobre la pandemia de gripe» para las personas que están bajo su ámbito, que somos todos:

La relativamente conservadora OMS habla de «una estimación relativamente conservadora[205] , de 2 millones a 7,4 millones de muertos» si la gripe aviar pasa a los humanos y viaja por el aire (como hizo la gripe porcina, el H5N1). Prosiguen diciendo: «Esta estimación se basa en la pandemia de 1957, comparativamente más leve. Se han realizado estimaciones basadas en un virus más virulento, más cercano al que se dio en 1918, y la cifra de víctimas mortales sería mucho más alta». Gracias a Dios, la OMS no incluye esas estimaciones más elevadas en la lista de «cosas que hay que saber». Por desgracia, no pueden decir que las estimaciones más altas sean menos realistas.

Hultin acabó desenterrando los restos de una mujer, a la que llamó Lucy, de entre los cadáveres congelados de 1918. Le extrajo los pulmones y los envió a Taubenberger, quien tomó muestras del tejido y halló pruebas de algo bastante notable. Los resultados, publicados en 2005[206] , muestran que la fuente de la pandemia de 1918 fue una gripe aviar. Habían hallado la respuesta a una importante cuestión científica.

Otras pruebas apuntan a que el virus de 1918 pudo mutar en los cerdos[207] (que son particularmente susceptibles[208] tanto a los virus humanos como aviares) o incluso en población humana durante un tiempo antes de alcanzar su letal versión final. No podemos estar seguros. De lo que sí podemos estar seguros es de que existe el consenso científico de que los nuevos virus, que se mueven entre los animales de granja y los seres humanos, serán una amenaza global importante en un futuro cercano. La preocupación no sólo radica en la gripe aviar o porcina, o en cualquiera que llegue después, sino en toda clase de patógenos «zoonóticos» (de animal a humano o viceversa), sobre todo virus que afectan a humanos, pollos, pavos y cerdos.

También podemos estar seguros de que cualquier charla sobre una pandemia de gripe no puede pasar por alto el hecho de que la enfermedad más devastadora que haya conocido el mundo, y una de las mayores amenazas que se cierne hoy sobre nuestra salud, tiene mucho que ver con la salud de los animales de granja del mundo, sobre todo de las aves.