Hay tanto que leer y el tiempo es tan poco… Siempre estoy buscando una razón para dejar un libro a medias y no volver a cogerlo, y una de las mejores razones que puede darme un escritor es utilizar la palabra «entonces» como conjunción sin que le siga un sujeto.

Ella encendió un Camel Light, entonces dio una profunda calada.

Él atenúa la luz de la lámpara y abre la ventana, entonces entra el cadáver tirando de él.

Me acerqué a la puerta y la abrí, entonces le volví la espalda.

Si usas la fórmula coma-entonces con esta frecuencia en las primeras páginas de un libro, no seguiré leyendo salvo que no me quede más remedio, porque ya me has dicho varias cosas importantes de ti como escritor, ninguna de ellas buena.

Me has dicho en primer lugar que no estás atento a la lengua cuando escribes. Ningún hablante nativo emplearía ninguna de las frases anteriores, excepto en un taller de escritura creativa. He aquí lo que los hablantes dirían realmente:

Ella encendió un Camel Light y dio una profunda calada.

Él atenúa la luz de la lámpara, abre la ventana, entra el cadáver tirando de él. / El atenúa la luz de la lámpara y abre la ventana. Entonces entra el cadáver tirando de él. / El atenúa la luz de la lámpara, abre la ventana y entra el cadáver tirando de él.

Cuando llegué a la puerta, le volví la espalda. / Fui a la puerta y la abrí. Entonces le volví la espalda.

A los hablantes ingleses les gusta mucho la «y». También utilizar «entonces» al principio de oraciones independientes, pero en ese caso funciona sólo como adverbio, nunca como conjunción. La frase «Canté un par de canciones, entonces Katie se levantó y cantó ella misma unas cuantas», en realidad son dos frases unidas para obtener un efecto propulsor. Dada una frase parecida con un único sujeto, en lugar de dos, los hablantes nativos siempre evitarán usar «entonces» sin un «y» delante. Dirán: «Canté un par de canciones, y entonces le pedí a ella que cantara unas cuantas».

Obviamente, el inglés escrito emplea toda clase de convenciones rara vez utilizadas en el oral. La razón por la que estoy seguro de que la fórmula coma-entonces no se encuentra entre esas convenciones útiles —o sea, que se trata de un hábito irritante fruto de la pereza, a diferencia del valiente punto y coma o la venerable oración de participio— es que aparece casi exclusivamente en textos «literarios» de las últimas décadas. Dickens y las Bronté se las apañaron perfectamente sin la fórmula coma-entonces, al igual que hoy en día los ciudadanos de a pie al escribir e-mails, trabajos universitarios o cartas comerciales. La fórmula coma-entonces es un mal específico de la narrativa moderna con muchos verbos de acción. Las frases infectadas por ella siempre se encuentran en compañía de otras oraciones declarativas breves con un «y» en medio. Cuando recurres a la fórmula coma-entonces para evitar un «y», estás diciéndome que o bien consideras que coma-entonces suena mejor que «y», o que eres consciente de que tus frases se parecen mucho entre sí, pero crees que puedes engañarme introduciendo un cambio superficial.

No me engañas. Si has escrito demasiadas frases parecidas, la solución es reescribirlas, variando la longitud y la estructura y dándoles una forma más interesante. (Si esto sencillamente es imposible, la acción que estás describiendo probablemente sea en sí misma poco interesante). La única diferencia entre

Ella se acabó la cerveza y entonces me sonrió

y

Ella se acabó la cerveza, entonces me sonrió

o peor aún,

Ella se acabó la cerveza entonces me sonrió

es que las últimas dos suenan a redacción de taller literario. Suenan poco reflexivas; y si hay algo que debe hacer toda prosa es obligar a pensar a quienes la crean.