A mis tres hijos, Alejandro, Adriano y Álvaro,

esto, como todo lo que hago, es para ellos.

A Pedro Piqueras, un hombre honesto, una

gran persona, un buen amigo que con su

insistencia y su cariño me cambió la vida.

A Joaquín Ruiz Llorente, el maestro Quino,

el mejor «sensei», uno de los más grandes

judokas de todos los tiempos y una

de las mejores personas que conozco.

A Hayao Miyazaky, por todo cuanto

me ha hecho gozar.

A Berta, con todo mi Amor, siempre.

A los siete con ternura…