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HOLA, mi nombre es Gösta Lundin, soy profesor emérito en psiquiatría y autor de La víctima y el perpetrador, que supongo que muchos de vosotros habréis leído.

—No hace falta que levantéis la mano. Pero gracias de todos modos, os lo agradezco. Muchas gracias.

—Antes de empezar, ¿cuántos de vosotros sois policías? Ahora sí que podéis levantar la mano.

—De acuerdo. ¿Y cuántos, sociólogos?

—Mitad y mitad, más o menos. Muy bien, ahora ya lo tengo claro. En realidad es una pregunta irrelevante, no es que modifique el contenido según los profesionales a los que me dirija. Supongo que sólo lo hago por curiosidad. O a lo mejor separaría más las piernas si sólo tuviese policías delante, agentes escépticos con los brazos cruzados. Quién sabe.

—Da igual. El tema de hoy es «¿Cómo es posible?».

—Es una pregunta que solemos hacernos muy a menudo. ¿Cómo es posible? ¿Por qué no se resisten? ¿Por qué no huyen?

—Más o menos las mismas preguntas que suelen hacer los jóvenes la primera vez que oyen hablar del Holocausto. ¿Cómo fue posible? ¿Por qué no opusieron resistencia? ¿Por qué no se escaparon?

—Por eso creo que lo mejor será empezar por ahí. Con Adolf Hitler.

—Como todos sabemos, el austríaco del bigote ha pasado de ser un personaje histórico a una figura mitológica, el símbolo del mal en su esencia más pura.

—Lo de «Yo sólo cumplía órdenes» es una frase hecha, un recuerdo de que constantemente tenemos que cuestionarnos la autoridad y seguir nuestro propio convencimiento.

—En nuestro país, lo opuesto a Adolf Hitler se llama Astrid Lindgren.

—Ella simboliza todo aquello que es bueno en la vida. La humanista inteligente y sensata que cree en lo bueno y trata de cultivarlo en las personas.

—Hay multitud de narraciones y locuciones con moraleja que todo el mundo atribuye a Astrid Lindgren. Una de las citas más conocidas nos dice que a veces tenemos que hacer ciertas cosas a pesar de que sean peligrosas. Si no, no somos personas sino simples mierdecillas.

—Astrid y Adolf, blanco y negro, bueno y malo.

—La ingenua representación del bien y del mal es atractiva y nos seduce. Queremos pertenecer a los buenos, queremos hacer el bien.

—Tras años de entrevistar a víctimas y a perpetradores, los cuales también son víctimas, cosa que a menudo pasamos por alto, sé que la mayoría de los presentes en esta sala, incluido yo mismo, podemos transformarnos sin mayor dificultad tanto en lo uno como en lo otro.

—Todos tenemos a Adolf y a Astrid dentro. Negarlo es ser un necio.

—Pero dejemos a un lado la parte filosófica. Estoy aquí para hablar de lo que pasa en la práctica.

—Los métodos que los perpetradores emplean para someter a sus víctimas son los mismos en todo el mundo, y tan antiguos como la humanidad. Los jefes recurren a las mismas técnicas que los autócratas por la simple razón de que sólo existen dos formas de control: la zanahoria y el látigo. Puede ser más de lo uno y menos de lo otro, pero todos los métodos son meras variantes de estos dos.

—Aunque no me pagan para estar aquí simplificando lo difícil. Soy académico y, como tal, he sido instruido para complicar las cosas y parecer inteligente y profundo.

—Lo cual es la razón por la que se han inventado las presentaciones en PowerPoint.

1. Traslado, aislamiento social

2. Breaking in violence

3. Inanición

4. Agresión/amenaza de agresión

5. Degradación

6. Culpa

7. Amabilidad, recompensas

8. Bloqueo del yo

9. Pérdida de la perspectiva de futuro

—¿Lo veis todos bien? Si empezamos con el primer punto…