Comisaría de Puigcerdà
J. B. descolgó el teléfono.
—Sí…
—Magda quiere saber qué tenéis sobre el bastón. Me ha dicho que quiere ver el informe en cuanto se reciba.
—Montserrat, ¿tienes mucha gente por ahí?
—Pues no, ¿por?
J. B. colgó el teléfono y salió del despacho. Se acercó al mostrador de la secretaria, dejó el informe encima y apoyó los brazos en él con las manos cruzadas. La miró buscando complicidad.
Ella sonrió mientras apilaba unas carpetas.
—Guarda eso para la rubia, sargento.
Él sonrió.
—Quiero pedirte un favorcillo.
—A ver… —respondió la secretaria con una ceja en alto.
—Necesito que me pases todo lo que te llegue del laboratorio sin dar parte.
Ella le miró sin comprender, y él añadió:
—Sobre todo, a la comisaria y a Desclòs.
—Ningún problema, pero yo no habré sido.
—Tienes mi palabra —respondió J. B. señalándose el pecho con los dedos índice y corazón.
Ella sonrió.
—Bien. De todas formas, el caporal ya está bastante entretenido con el accidente.
J. B. se sorprendió de que hubiesen asignado el caporal a otro caso sin avisarle a él. Pero casi de inmediato el mosqueo se convirtió en alivio.
—Pues déjalo que se entretenga.
—Pero a ti sí que te veo muy tranquilo con la que está cayendo…
J. B. iba a preguntarle a qué se refería cuando sonó el teléfono y ella respondió. Esperó a que colgase, pero la conversación se alargaba, así que señaló el informe mirando a Montserrat para que se lo diese a Magda y volvió al despacho.
El extenso informe del ex comisario sobre el CRC permanecía abierto sobre la mesa. J. B. respiró hondo y se sentó. El del caporal era como un folleto sin interés. No había nada en él que apuntase, ni siquiera levemente, a lo que todo el mundo sabía sobre las actividades reales del consejo. Abrió el correo y mandó un mensaje a los de la científica para que le enviasen a él el informe del bastón. Entonces vio que tenía un aviso de Correos que le informaba nuevamente de que ya podía recoger el material para la OSSA. J. B. chasqueó la lengua. Ahora carecía de liquidez; tendrían que esperar. Comenzó a redactar una respuesta en la que aseguraba que estaba de viaje y que regresaba a primeros de mes, pero, al releer el texto, en vez de pulsar enviar le dio a borrar.
Maldito dinero…