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Habitación 202, hospital de Puigcerdà

—Sí…

—…

—Vale, tranquilízate y habla más despacio.

—…

—¡Luis!, no te pongas histérico, que no hay para tanto. Cuando vuelva me ocuparé de todo.

—…

—¡Deja de decir sandeces y escúchame cuando hablo! No nos importa nada de todo eso. A finales de semana intentaré escaparme un día, pero lo veo difícil. Dana aún no se ha despertado y quiero estar con ella cuando lo haga. Sólo es martes, y si no pudiese ir a Barcelona hasta la semana que viene tampoco se hundiría el mundo, así que no te pongas nervioso, no pasa nada. Faltan dos semanas para el juicio y lo del despacho no es importante, lo resolveremos cuando vuelva. Lo que sí necesito es que mantengas la calma y estés atento a todo lo que pasa. Necesito que te enteres de cómo va Marcos con el caso.

—…

—Lo sé, y eso nos sitúa como la única baza para desmontar la acusación. Por el momento nos mantendremos atentos. Hoy espero noticias de Andorra —anunció maldiciendo al técnico.

—…

—Lo sé desde ayer, recibí copia de la lista y ya sé que al final el juez no ha recusado nada. Paco debe de estar que trina.

—…

—Tengo mis propios contactos. Pero lo que me parece increíble es que desconfíes sólo porque no estoy ahí.

—…

—Lo sé, pero usa la imaginación y tus habilidades. ¿Sabes si han mantenido algún contacto con el fiscal?

—…

—Exacto, eso es lo que quiero. Mantenme informada. Ah, y sigue con lo de los Moyano…

—…

—En cualquier momento puede haber cambios, pero también es posible que tarden algunos días, y tampoco sabemos cómo va a estar cuando despierte.

—…

—De acuerdo.

Antes de colgar ya tenía la mente en Paco. Era un verdadero cretino. Bajar sus cosas al antiguo despacho era una acción infantil y absurda, además de ruin. El nombramiento era un hecho desde el instante en el que se lo había comunicado y lo había publicado en la intranet del bufete. Además, los demás socios no permitirían que se echase atrás. Por mucho que fuese el socio principal, no le dejarían actuar por impulso, como un niño consentido. Alguien debía ponerle en su lugar y, sinceramente, si se confirmaba lo del técnico ella misma estaría en disposición de hacerlo. Buscó un número en la libreta de direcciones y marcó.

Cinco minutos más tarde colgaba con una sonrisa en la cara. Por fin había algo de luz en aquel maldito caso. El primero que le vino a la cabeza fue el estirado de Bassols, con su moreno de esquiador y esa postura de chico listo e imbatible. Acababa de dejarle en la cuneta. Estuvo tentada de mandarle un mensajito con un críptico estás fuera para devolverle el favor de la última vez, pero se contuvo. Ahora lo que necesitaba era alguien que pudiese quedarse con Dana el miércoles por la mañana mientras ella se acercaba a La Seu a por el soporte con los archivos que iban a librar a Mario de la cárcel. Pero a quien le tenía más ganas era al jefe. Buscó el número y marcó mientras observaba al técnico del alumbrado municipal, que acababa de enderezar una enorme bandeja de estrellas de luces blancas y la sujetaba en la pared de la torre de la plaza.

Paco tardaba en responder y Kate fue consciente de que, mientras esperaba, su corazón iba acelerándose y su seguridad decreciendo. Puede que estuviese reunido, y esa idea la tranquilizó, hasta que le oyó descolgar, y el tono tajante y despectivo de su respuesta la sublevó.

—…

—Te llamo para decirte que voy a quedarme unos días más.

—…

—Supongo que habrán vaciado mi nuevo despacho para pintar…

—…

—Vamos, Paco, llevo demasiado tiempo trabajando para ti como para que ahora me vengas con niñerías como ésa.

—…

El muy cretino sólo se preocupaba de lo suyo. Pues no iba a darle una alegría, por lo menos aún no.

—El tipo está atrancado y, la verdad, no sé si puedo hacer algo ahora que estoy fuera del caso.

—…

—¿Influencias como la del juez Márquez…?

—…

Kate se iba encendiendo.

—Tal vez no sea la única que haya subestimado a alguien, ni la única que haya tomado malas decisiones últimamente. Cuando vuelva…

—…

—No creo que puedas tomar ese tipo de decisiones unilateralmente. Lamento tener que recordarte que mi condición de socia lo cambia todo.

—…

—En tal caso jugaremos en equipos distintos y lo lamento porque…

Clic.

Muy propio de Paco, colgar para no oír lo que no le interesaba. Kate pulsó la tecla roja de la BlackBerry y abrió el correo. No paró de leer hasta el último punto. La buena de Lili se merecía elegir restaurante.