—Todo está preparado para conservar indefinidamente esos cuerpos —dijo Clemens, con la mayor calma, mientras acompañaba al médico a lo largo del pasillo—. He seguido sus indicaciones, y como soy un buen mecánico, creo que todo ha resultado perfecto. Ni siquiera he tenido que pedir más potencia de luz, lo que hubiera resultado, quizá, sospechoso. Tuve que perforar en muchos sitios para descubrir el sitio más adecuado, pero al fin podremos sentirnos satisfechos. Vea, Zirgo, vea… La puerta encaja muy bien. Es totalmente hermética. Lo único que he de adecuar aún es un sistema para abrirla desde dentro, porque en este momento sólo puede abrirse desde fuera. Pero entornaremos la puerta tan sólo. En cuanto a los cadáveres, están perfectamente conservados ahí. Nadie nos molestará. Tendremos a Suzanne por toda la eternidad…
De sus labios escapó una risita. Una risita breve, cortada, en la que parecía bailar un eco que ya estaba más allá de la locura.
Añadió:
—¡Si supiera qué seis años he pasado, esperando este momento! Cuando maté a Suzanne por celos y usted se presentó junto a mi coche, en el sitio en que estaba tratando de deshacerme del cadáver, no podía creerlo. Sus palabras me sonaron a algo demencial. ¡Sobre todo porque no podía imaginar que la quisiera más que yo, que la quisiera tanto! Y cuando me dijo que haría desaparecer el cadáver, pero de forma que Suzanne viviera eternamente, no lo creí. Hasta que me lo explicó todo. Me lo hubo de repetir, tres veces, ¿recuerda? La técnica de los injertos de piel y los trasplantes de órganos. Cada vez que una parte de Suzanne volvía a vivir en el cuerpo de otra mujer, usted me lo venía a decir a la cárcel. ¿Sigue recordando? Aunque la verdad es que yo pensaba que tenía oculto el cuerpo aquí mismo, en lugar de tenerlo en uno de sus frigoríficos de la Morgue. En fin… Tampoco me duele que haya tenido que matar a esas imbéciles. Unas estúpidas como ellas no merecían vivir, aunque me hubiera gustado seguir acariciando a Suzanne en vivo, ¿comprende? Lo mismo que a usted. ¿Pero qué le vamos a hacer? Después de todo, los cuerpos se conservarán indefinidamente aquí… Pase, pase. ¡Verá qué sitio tan magnífico, doctor Zirgo! ¡Ah!… ¡Y dentro de unos momentos meteremos también aquí el cadáver de ese abogado! ¡Se lo tiene bien merecido por meterse donde no le llamaban!… Y no podrá quejarse. ¡Después de todo, estará en buena compañía!