Informe sobre Luis Alberto Molina, procesado 3018, puesto en libertad condicional el 9 del corriente mes, a cargo del servicio de vigilancia CISL en colaboración con el servicio de vigilancia telefónica TISL.
Día 9. Miércoles. El procesado fue puesto en libertad a las 8.30 y llegó a su casa a las 9.05 de la mañana, en taxímetro, solo. No salió en todo el día de su domicilio, calle juramento 5020, se asomó a la ventana varias veces, mirando en direcciones varias, pero quedando varios minutos mirando fijo hacia la dirección noroeste. El departamento está situado en un tercer piso y no tiene casas altas enfrente.
Llamó por teléfono a las 10.16, preguntó por Lalo, y cuando éste atendió hablaron varios minutos, en femenino, dándose varios nombres diferentes que se intercambiaban a lo largo de la conversación, por ejemplo Teresa, Ni, China, Perla, Caracola, Pepita, Carla y Tina. El nombrado Lalo ante todo insistió en que el procesado contara sus «conquistas» en el penal. El procesado contestó que eran todas mentiras las cosas que se contaban sobre las relaciones sexuales en los penales y que no había tenido ninguna «diversión». Prometieron verse el fin de semana para ir al cine. Cada vez que se llamaban por un nuevo nombre se reían.
A las 18.22 el procesado llamó por teléfono a una señora a la que llamó tía Lola. Habló largo rato con ella, evidentemente una hermana de su madre, hablaron ante todo de la salud de la madre del procesado, y de la imposibilidad de que esa señora la fuera a cuidar, porque por su parte también estaba enferma.
Día 10. Jueves. El procesado salió a la calle a las 9.35 de la mañana, se dirigió a la tintorería situada en la esquina de Pampa y Triunvirato, es decir a dos cuadras de su casa. Depositó un atado grande de ropa. Después fue al almacén a media cuadra de allí, doblando por Gamarra. De vuelta a su casa se detuvo en un kiosco a comprar cigarrillos, el situado sobre la calle Ávalos casi llegando a Pampa. De allí volvió a su casa. A las 11.04 recibió llamado de parientes a quienes llamó tío Arturo y tía María Esther, quienes le auguraron buena suerte. Enseguida llamó una persona de voz joven, llamada Estela, presuntamente prima, porque le pasó el tubo a su madre, a la que el procesado llamó a veces Chicha y a veces tía Chicha. Lo felicitaron por haber salido antes de cumplir la condena, debido a buena conducta. Lo invitaron a almorzar el próximo domingo, hubo extraños intercambios de frases pero pueden deberse a que le repetían cosas que el procesado decía de niño al pedir más comida. El procesado, ante el ofrecimiento no muy claro de qué querían comer, contestó que «calne de leones». Todo parece ser simple jerga infantil, pero recomendamos atención. A las 17, pese al frío, el procesado abrió la ventana, y allí se quedó largo rato observando —como en el día de ayer— hacia el noroeste. A las 18.46 le telefoneó el mismo Lalo del día anterior, lo invitó a dar una vuelta en el auto de una amiga, el procesado aceptó con la condición de estar de vuelta en casa a las 21 para cenar en compañía de su madre y su tía. Ésta, de nombre Cuca, vive en el departamento y sale de compras a la mañana a la panadería y lechería, y de tarde a veces también, al supermercado situado a seis cuadras de allí en la esquina de avenida Triunvirato con Roosevelt. Minutos después bajó el procesado, esperó en la puerta y llegaron en un Fiat dos sujetos, no un hombre y una mujer como anunciado. Uno de ellos, de unos 40 años, abrazó ni bien bajó del auto al procesado, lo besó en ambas mejillas con visible emoción, mientras que el otro no bajó permaneciendo al volante, y dio la impresión de que no conocía al procesado, por el modo en que se dieron la mano. Sujeto de unos cincuenta años. El recorrido del coche fue directo a Avenida Cabildo, por Pampa, remontaron Cabildo hasta Pacífico y siguieron Santa Fe, luego Retiro, Leandro Alem, Plaza de Mayo, Avenida de Mayo, Congreso, Callao, Corrientes, Reconquista, y varias calles del barrio de San Telmo, parando breves momentos el coche delante de nuevos locales de café-concert que en los últimos años están proliferando en la zona. También delante de casas de antigüedades. El procesado en varias ocasiones se dio vuelta, en actitud de sospecha, evidentemente avistó que lo seguían. Del barrio de San Telmo el coche siguió sin detenerse hasta el domicilio del procesado.
Referente a la observación hecha ayer por miembros de la TISL sobre la necesidad de estudiar atentamente el posible código escondido en los nombres femeninos usados por el procesado con el mencionado Lalo, se señala que el tono de las conversaciones es de broma y extremadamente desordenado. De todos modos se prestará la debida atención.
Día 11. Viernes. A las 11.45, llamada de sujeto de voz cascada, el procesado lo llamó «padrino», por la tensión del tono pudo parecer en un momento llamada sospechosa, la voz parecía fingida, pero el tema fue la conducta futura del procesado. El «padrino», que pareció en realidad serlo, recomendó buena conducta en la calle y sobre todo en el trabajo, le recordó al procesado que su encarcelamiento se debió a relaciones con un menor en la tienda donde trabajaba como vidrierista. La conversación terminó muy fríamente, casi con ofensa de ambas partes. A los pocos minutos llamó el mencionado Lalo, como de costumbre se dijeron varios nombres femeninos diferentes, esta vez de actrices, se supone, porque se apodaban Greta, Marlene, Marilyn, Merle, Gina, Jedi (?). No daba la impresión de tratarse de un código, sino broma corriente entre ellos, se repite. El tono fue animado, el amigo comunicó al procesado que unos conocidos estaban por abrir boutique de varias vidrieras y no habían llegado a un acuerdo de dinero con otro vidrierista por dificultades de presupuesto. Dio el teléfono y dirección del procesado, para llamar lunes próximo, 42-5874 y Berutti 1805 respectivamente.
A las 15 salió el procesado y caminó hasta Cabildo, más de veinte cuadras, y entró al cine General Belgrano, había muy poca gente en la sala, se sentó solo, no habló con nadie, antes de salir fue a orinar al baño, donde no fue seguido para evitar sospechas, dado lo estrecho del recinto, y salió rápidamente. Volvió caminando a su casa, por otra calle paralela, y parando en varias esquinas, mirando con atención a las casas y negocios. Entró a su casa pocos minutos antes de las 19.
Poco después telefoneó a un lugar donde contestaron diciendo «Restaurant» y luego un nombre que fue imposible distinguir por el fondo de voces y ruidos de un mostrador de bar o restaurant. El procesado pidió hablar con Gabriel. Enseguida vino éste al aparato, demostró gran asombro y sorpresa, pero fue a continuación muy afectuoso. Su voz era varonil y posiblemente de barrio bajo de la capital. Quedaron en llamarse a la misma hora, si el procesado no podía ir al restaurant a la hora de entrada del llamado Gabriel, que suponemos que puede ser mozo del establecimiento. Apuntamos ambigüedades de ciertos pasajes de la conversación, definitivamente será fundamental establecer identidad de Gabriel. Enseguida después el procesado se asomó a la ventana sin abrirla, debido al frío, seguramente, pero sí corrió la cortina, y permaneció varios minutos mirando fijo pero como de costumbre no a las calles sino más arriba. Como las veces anteriores, también en este día miró hacia el noroeste, es decir hacia la confluencia de las calles Juramento y Bauness, o sea —para dar orientación más precisa— hacia el barrio de Villa Devoto donde se halla situada esta Penitenciaría.
Día 12. Sábado. Salió con su madre y su tía, tomaron taxi, llegaron al cine Gran Savoy de la avenida Cabildo a las 15.25. Estuvieron sentados juntos y no hablaron con nadie. Salieron a las 17.40 y esta vez tomaron colectivo en la esquina de Monroe y Cabildo. Bajaron a una cuadra de su casa, caminaron riendo. Pararon en una panadería y compraron masas. A las 19 el procesado llamó al restaurant, esta vez fue posible oír claramente Restaurant Mallorquín, el presunto Gabriel vino al teléfono y el procesado dijo no poder ir a verlo porque debía acompañar a su madre. Gabriel dijo que el lunes estaría en turno de día, pero que mañana domingo el restaurant estaría cerrado, como de costumbre. Pareció algo disgustado por la postergación. Como ya consta en otro informe, se procedió, mediante el servicio CISL de esa zona, a averiguar la identidad de Gabriel. Mañana llegará informe a esta oficina, según dispuesto.
Día 13. Domingo. Ya en posesión de informe. El gerente del Mallorquín, restaurant español en gestión desde hace casi cincuenta años, sito en la calle Salta 56, afirmó que en efecto Gabriel Armando Solé trabaja allí desde hace cinco años como mozo y no tienen la menor duda en cuanto a la honestidad de su persona. No se le conocen ideas políticas extremistas y no asiste a las reuniones de sindicato ni se le sabe que tenga amistades activas en política.
Una sola llamada en casa del procesado, a las 10.43. La misma que llamó días atrás, tía Chicha, insistió con sus palabras en media lengua, pero esta vez quedó establecido que los esperan a las 13 en su casa y que no llegaran tarde que había cocinado algo que primero refirió con un nombre confuso, pero, que después quedó claro que eran canelones. A las 12.30 salieron procesado, madre y tía, tomaron taxi en la esquina de Avenida Triunvirato y Pampa. Bajaron en el número 1998 de la calle Deán Funes, una casa de un solo piso, en el barrio de Patricios. Los recibió una señora gruesa, canosa, con demostraciones de gran cariño allí mismo en el zaguán. Salieron a las 18.55, una muchacha de edad indefinida los llevó en su Fiat 600 de vuelta a la casa. Es preciso anotar que el chofer del taxi miró varias veces hacia atrás en el largo recorrido, percatándose de que se lo seguía, y también el procesado se dio vuelta varias veces, no así las dos señoras. En el camino de vuelta la conductora del Fiat no se apercibió de nada, al parecer.
Día 14. Lunes. A las 10.05 el procesado llamó al número ya señalado de la boutique, debidamente interceptado desde el viernes 11, y correspondiente al local de la calle Berutti, no allanado en espera de acontecimientos. Quien atendió dijo que en efecto necesitaban de sus servicios y pidió que pasara el próximo lunes 21 a discutir salario, se quejó de que el maestro mayor de obras se había pasado del presupuesto en las refecciones que terminarían dentro de la semana y por lo tanto no le podría pagar al vidrierista como debería ser. A continuación, el procesado llamó al mozo Solé al restaurant. Le dijo que no podría ir al centro porque debía permanecer con su madre. Solé se mostró displicente, no fijaron nueva cita, el procesado prometió llamar a mediados de semana. Solé resulta ya casi descartado como contacto pero recomendamos seguir interceptando teléfono del Mallorquín. A las 15 el procesado se asomó a la ventana y permaneció un rato con la mirada fija en el noroeste como de costumbre. A las 16.18 salió y fue hasta el kiosco, compró dos revistas, por las grandes letras alcanzamos a divisar que una de ellas era la revista de modas Claudia. En ese kiosco por otra parte no se venden revistas políticas.
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Día 20. Domingo. Llamado de Lalo a las 11.48, propuso salir en auto con Mecha Ortiz como el domingo anterior. Se supone que es el apodo de quien manejaba el Fiat en el paseo anterior. Se dieron nombres diferentes, pero no creemos que constituyan código alguno. Esos nombres fueron Delia, Mirta, Silvia, Niní, Líber, Paulina, etc., referidos casi con seguridad a actrices del cine argentino de años atrás. El procesado rechazó la invitación por tener compromiso con su madre.
A las 15.15 se asomó a la ventana, esta vez abierta, suponemos porque había sol y no hacía casi frío, y quedó largo rato mirando en la dirección acostumbrada.
A las 17.04 salió con su madre, tomaron colectivo en la esquina de Pampa y Avenida Triunvirato, bajaron en Avenida de Mayo y Lima, caminaron dos cuadras hasta el teatro Avenida, compraron localidades para el espectáculo de zarzuela, se cruzaron a ver vidrieras mientras llegaba la hora del espectáculo, 18.15. En el intervalo el procesado fue al baño pero no habló con nadie. Después de estar en la platea sin hablar con nadie, salieron a las 20.40. En la confitería de Avenida de Mayo esquina Santiago del Estero tomaron chocolate con churros, no hablaron con nadie. Tomaron el mismo colectivo de vuelta, en la esquina de Avenida de Mayo y Bernardo de Irigoyen.
Día 21. Lunes. El procesado salió a las 8.37, tomó colectivo hasta Avenida Cabildo, de allí otro a Santa Fe y Callao, de aquí caminó las cinco cuadras hasta el local de la calle Berutti 1805. Habló con dos señores, miraron los espacios dedicados a vidrieras, le sirvieron café. Salió y repitió el mismo viaje en dos colectivos hasta su casa. A las 11.30 llamó a su amigo Lalo, al Banco de Galicia donde trabaja, hablaron con seriedad, seguramente por estar el individuo en su trabajo. El procesado solamente comunicó que había arreglado para empezar a trabajar al día siguiente, a pesar de que no habían definido el salario. El otro llamado del día fue de la tía Lola, habló con la madre del procesado, se alegraron con la noticia del empleo.
Día 22. Martes. El procesado salió de casa a las 8.05, y llegó a la boutique casi a las 9, corriendo las dos últimas cuadras. A las 12.30 salió a almorzar, en una lechería de la calle juncal entre Ayacucho y Rio Bamba. Allí hay un teléfono público, de allí realizó una telefoneada. Es preciso señalar que marcó el número tres veces y colgaba inmediatamente, luego habló por espacio de unos tres minutos. Esto resulta extraño considerando que en el local donde trabaja el procesado hay teléfono, y allí en la lechería tuvo que hacer cola para conseguir el teléfono libre. Se controlaron inmediatamente los teléfonos de la casa del procesado, del restaurant Mallorquín y del Banco donde trabaja su amigo, y se constató que no era con ninguno de ellos que hablaba. El procesado salió del empleo a las 19 y llegó a su casa minutos después de las 20.
Día 23. Miércoles. El procesado salió de casa a las 7.45 y llegó al empleo a las 8.51. Habló desde allí a su amigo Lalo a la casa de éste, a las 10, le agradeció su recomendación y luego pasó el tubo a uno de los dueños quien habló con Lalo a quien llamó siempre Soraya, y en un momento de la conversación se pudo saber el por qué del apodo, ya que el individuo le dijo «te llamás para siempre así, porque sos una mujer que no puede tener hijos», palabras textuales. El otro, Lalo, a su vez lo llamó Reina Fabiola, por la misma razón. Cabe señalar que el modo en que constantemente cambian nombres hace pensar que es todo no premeditado, juego que no oculta código.
A las 12.30 el procesado salió, tomó taxi y llegó a la casa matriz del Banco Mercantil, se dirigió a la ventanilla de ahorros, retiró una suma y de allí tomó taxi a la calle Suipacha 157 y entró en una escribanía donde fue imposible seguirlo por causas obvias. Salió 18 minutos más tarde y tomó taxi hasta el local de la calle Berutti. Allí desenvolvió un sandwich que había traído desde la mañana de su casa, y lo comió de pie mientras tomaban medidas de telas con uno de los dos dueños. Salió a las 19.20 y llegó a su casa mediante los medios de transporte habituales a las 20.15. A las 21.04 volvió a salir, tomó un colectivo hasta la esquina de Federico Lacroze y Álvarez Thomas, allí tomó otro hasta Avenida Córdoba y Medrano. De allí caminó hasta Soler y Medrano. Se detuvo cerca de la esquina, sobre Medrano, allí esperó cerca de una hora. Cabe señalar que la esquina ésa, siendo confluencia pocos metros más allá, de otra calle, Costa Rica, permite una vigilancia total por parte de quien acude a la cita desde cuatro puntos de vista diferentes, y por consiguiente se deduce que fue elegida por alguien experto en eludir la vigilancia policial. El procesado esperó sin hablar con nadie, pasaron varios coches pero ninguno paró. El procesado volvió a su casa, según parece sin apercibirse de la vigilancia. La suposición del Consejo es que se dio cita con alguien que se percató de la vigilancia.
Día 24. Jueves. Según informe aparte, el procesado retiró del Banco todos sus ahorros, dejando la cifra mínima requerida para no cerrar la cuenta. Tenía ese dinero desde antes de ser encarcelado. En la escribanía «José Luis Neri Castro» dejó un sobre lacrado a nombre de su madre, no otra cosa que el dinero retirado, según declaración del titular del estudio citado. Las actividades del procesado fueron mínimas, salió de mañana a su empleo, comió un sandwich allí mismo con café, que toman varias veces al día hecho allí mismo en el local. Volvió a su casa directamente, a las 20.10. Anotamos también, según orden superior, que se ha resuelto no hacer trascender por conducto de prensa la confesión imaginaria de Arregui al procesado Molina y la intervención de éste como agente de inteligencia. La resolución fue tomada porque se considera posible e incluso inminente el contacto del procesado con los allegados de Arregui.
Día 25. Viernes. El procesado acudió a su empleo por la mañana, salió a las 12.30 y fue a almorzar solo a algunas cuadras de allí, en la pizzería de Las Heras 2476. Antes habló por teléfono público repitiendo las tres llamadas y colgando, como la vez anterior. Habló breves minutos. Comió solo, o mejor apenas probó la comida, que dejó casi íntegramente en el plato. Volvió a su trabajo. Salió a las 18.40, tomó en Callao un colectivo hasta Congreso donde tomó el tren subterráneo hasta estación José María Moreno. Caminó hasta Riglos y Formosa. Allí esperó treinta minutos, el espacio de tiempo ordenado por la Dirección para detenerlo en caso de que antes no viniera nadie a su encuentro, y proceder a interrogarlo. Los dos agentes de la CISL, ya en contacto con la patrulla, procedieron a la detención. El procesado exigió que le mostraran credenciales. En ese momento dispararon desde un auto en movimiento, cayendo heridos el agente Joaquín Perrone, del CISL, y el procesado. La llegada de la patrulla, pocos minutos después, no logró dar caza al vehículo de los extremistas. De los dos heridos, Molina expiró antes de que la patrulla pudiera aplicarle primeros auxilios. El agente Perrone resultó con herida en un muslo y seria contusión por la caída. La impresión de Vásquez y de los integrantes de la patrulla, por el desarrollo de los acontecimientos, es que los extremistas prefirieron eliminar a Molina para que no pudiese confesar. Además, la acción previa del procesado concerniente a su cuenta bancaria, indica que él mismo temía que algo le podía suceder. Más aún, si estaba a sabiendas de que era vigilado, su plan, en caso de ser sorprendido en actitud comprometida por las fuerzas del CISL, pudo haber sido uno de los dos siguientes: o pensaba escapar con los extremistas, o estaba dispuesto a que éstos lo eliminaran.
El presente informe se ha redactado en original y tres copias, a ser distribuidas a las reparticiones correspondientes.