Agradecimientos

Asistí al Festival Cultural de Los Mochis por invitación directa del escritor sinaloense Elmer Mendoza. Para mí, el mejor representante de la literatura del narco, o narco-noir, y la encarnación de lo que debe ser un escritor policiaco: desenfadado, con humor y dueño de mucho talento. Meses atrás habíamos estado viajando por Francia, donde siempre fue generoso ofreciéndome consejos, pero, sobre todo, amistad. Ahí le comenté que debería escribir una historia sobre los orígenes del narco en su tierra. Él, como siempre, gozosamente se rio diciéndome: «No, es muy cercano. Es como si escribiera sobre mi familia. Tiene que ser alguien de afuera… Hazlo tú». Podría decir que fue el inicio de esta historia, pero mentiría. Yo llevaba casi dos años haciendo una investigación exhaustiva de este tema para hacer un ensayo que un editor me pidió y, al final, no funcionó. Descubrí que era pésimo escribiendo ensayos, mas la historia del origen del tráfico de drogas en México era apasionante. Así que juntamos dos más dos y me dio esta novela. Claro, agregándole muchos otros elementos y la recomendación que me hizo mi fantástico agente Bernat Fiol: «Pero tiene que haber mucho amor y traición». Sabe sobre el negocio de libros como nadie. Si a alguien hay que hacerle caso, es a él.

Así que me fui a una residencia en Hudson, Nueva York, la Ledig House, para escritores internacionales, un paraíso cultural para creativos donde podría vaciar todas esas ideas en una historia. Casualmente, fue durante el tiempo en que golpeó el huracán Sandy a la Costa Este de Estados Unidos, por lo que estuve acompañado de Carmela del Toro, el coronel Serrano y Jimmy Ball mientras fuertes vientos pegaban en aquella casa de madera victoriana.

A todas las personas anteriores, agradezco sobremanera su apoyo para la escritura del libro. Pero hay algunas más que deben ser nombradas por su necesaria ayuda. Desde luego, Laura Lara, mi editora, que siempre puso todas las apuestas en esta historia; el invaluable apoyo de Jorge Solís; la guía literaria e histórica del profesor Luis Astorga, quien debería ser nombrado encargado del problema del narcotráfico por sus extensos conocimientos; los libros de Juan Alberto Cedillo sobre la mafia en México; el ensayo de la organización del narco de Carlos Resa Nestares; Adriana Linares e Ignacio Esparza Marín, por sus artículos acerca de Ciudad Juárez; Juan A. Fernández, por su investigación sobre Sinaloa; Mónica Serrano, por su trabajo sobre el origen del narco; la historia de Baja California de Marisela González Félix; Juan Carlos García Pimienta, por su artículo sobre el corrido del narco. Asimismo, los amigos que ofrecieron anécdotas o información que incluí, como Pepe Rojo, Edgar Clement, la visión femenina de Raquel Castro, a Jorge Moch, Darwin Cooke, al team Ledig (Amanda, Ted, Marc, Chigozie, Andrés, Saskya, Michel y Katerina) y a mi cómplice de travesuras literarias, Bef. Como siempre, a Lillyan y Arantza, mis jefas, que me dejaron desaparecer por un tiempo para que esto se materializara. A todos, mil gracias.

F. G. Haghenbeck

Ledig House, Hudson, NY—Tehuacán, Puebla