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Era más de la una cuando Franck despertó a todo el pueblo.

Camille estaba en la cocina.

—¿Otra vez bebiendo?

Dejó su cazadora sobre una silla y cogió un vaso del armario que estaba encima de la cabeza de Camille.

—No te muevas.

Se sentó delante de ella:

—¿Ya se ha acostado mi abuela?

—Está en el jardín…

—En el jar…

Y cuando Camille levantó la cara, Franck se puso a gemir.

—Oh no, joder… No…