5

Llevaban ya un buen rato a oscuras, incómodos y abrazados cuando Franck soltó:

—Hay una cosa que me preocupa…

—¿El qué?

—Tienes una hermana, ¿no?

—Sí…

—¿Por qué no la ves?

—No lo sé.

—¡Eso es una chorrada! ¡Tienes que verla!

—¿Por qué?

—¡Porque sí! ¡Es genial tener una hermana! ¡Yo lo hubiera dado todo por tener un hermano! ¡Todo! ¡Hasta mi bici! ¡Hasta mis sitios de pesca más secretos! ¡Hasta las partidas que ganaba en la máquina de millón! ¿Entiendes lo que te digo?

—Sí… En un momento lo pensé, pero no me atreví…

—¿Por qué?

—Pues por mi madre, supongo…

—No me hables de tu madre… No te hizo más que daño… No seas masoca… No le debes nada, ¿lo sabes?

—Claro que sí.

—Claro que no. Cuando se comportan mal, uno no tiene obligación de querer a sus padres.

—Claro que sí.

—¿Por qué?

—Pues justamente porque son tus padres…

—Bah… Ser padres no es difícil, basta con follar. Lo complicado viene luego… Yo por ejemplo no pienso querer a una tía sólo porque le echaron un polvo en un aparcamiento… Qué quieres que le haga…

—Pero mi caso es distinto…

—No, el tuyo es peor. En qué estado vuelves cada vez que la ves… Es horrible… Vuelves con una cara completamente…

—Basta. No me apetece hablar de esto.

—Vale, vale, una última cosa nada más. No tienes obligación de quererla. No tengo nada más que decirte. Me vas a contestar que soy así por cómo me ha tratado la vida, y tienes razón. Pero justamente porque ya he recorrido ese camino te lo puedo enseñar: uno no tiene obligación de querer a sus padres cuando se comportan como cabronazos, y punto.

—…

—¿Te has cabreado?

—No.

—Perdóname.

—…

—Tienes razón. Tu caso es distinto… La tuya siempre se ocupó de ti al fin y al cabo… Pero no te tiene que impedir que veas a tu hermana si tienes una… Francamente, tu madre no vale ese sacrificio…

—No…

—No.