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Era una sesión abierta del Senado y cualquier habitante de la colonia podía asistir a ella. La tribuna destinada al público tenía sólo trescientos asientos y estaban todos ocupados. Otras cien personas permanecían en pie junto a las paredes o sentadas en los pasillos. En la Cámara propiamente dicha, su presidente, el gobernador Kenji Watanabe, requirió la atención de los veinticuatro miembros del órgano legislativo de Nuevo Edén.

—Continúan hoy nuestras sesiones presupuestarias —dijo Kenji, después de golpear varias veces la mesa con el mazo para imponer silencio a los espectadores—, con una exposición del director del hospital de Nuevo Edén doctor Robert Turner. Él resumirá los logros obtenidos con el presupuesto del pasado año y presentará sus peticiones para el próximo ejercicio.

El doctor Turner se dirigió al estrado e hizo una seña a las dos Tiasso que habían estado sentadas junto a él. Los biots montaron rápidamente un proyector y una pantalla cúbica suspendida para el material visual que respaldaría las palabras del doctor Turner.

—Durante el año pasado —empezó el doctor Turner— hemos dado grandes pasos para la construcción de un sólido entorno médico en la colonia y para el conocimiento de nuestra Némesis, el retrovirus RV-41, que continúa atacando a nuestra población. En los doce últimos meses no sólo hemos determinado completamente el ciclo vital de este complejo organismo, sino que hemos desarrollado también análisis selectivos que nos permiten identificar con precisión a todas y cada una de las personas portadoras de la enfermedad…

»Todos los habitantes de Nuevo Edén fueron sometidos a los correspondientes análisis a lo largo de un período de tres semanas que concluyó hace siete meses. En aquella ocasión se identifico a noventa y seis personas como portadoras del retrovirus. Desde la finalización de los análisis, sólo se ha descubierto un nuevo portador. Mientras tanto se han producido tres muertes causadas por el RV-41, por lo que el número de contagiados asciende en la actualidad a noventa y cuatro…

»RV-41 es un retrovirus mortal que ataca a los músculos del corazón produciéndoles una atrofia irreversible. Finalmente, el portador humano muere. No existe ningún remedio conocido. Estamos experimentando diversas técnicas para detener el progreso de la enfermedad y hemos obtenido recientemente varios éxitos esporádicos pero no decisivos. En estos momentos, hasta que logremos un avance importante en nuestro trabajo debemos aceptar, aun a nuestro pesar, que todos los individuos afectados por el retrovirus sucumbirán finalmente a su virulencia.

»El gráfico que voy a situar en el cubo de proyección muestra las distintas fases de la enfermedad. Se produce una transmisión del retrovirus cuando se comparten fluidos corporales que implican alguna combinación de semen y sangre. No hay indicio alguno de que exista ningún otro método de transmisión. Repito —dijo el doctor Turner, gritando ahora para hacerse oír por encima del alboroto que había estallado en la tribuna del público—, hemos comprobado la transmisión sólo cuando intervienen el semen o la sangre. No podemos declarar categóricamente que otros fluidos corporales, tales como el sudor, la mucosidad, las lágrimas, la saliva y la orina, no puedan ser agentes de transmisión, pero los datos que poseemos hasta el momento indican que el RV-41 no puede transmitirse en estos fluidos.

Las voces y conversaciones en la tribuna del público se habían generalizado. El gobernador Watanabe dio varios golpes con el mazo para imponer silencio. Robert Turner se aclaró la garganta y continuó:

—Este particular retrovirus es muy inteligente, si puedo emplear esta palabra, y se encuentra especialmente bien adaptado a su anfitrión humano. Como pueden ustedes ver por el diagrama que muestra el cubo, es relativamente benigno en sus dos primera fases, en las que se limita en lo esencial a residir, sin causar ningún daño, en las células sanguíneas y seminales. Es posible que en este tiempo haya comenzado ya su ataque al sistema de inmunidad. No podemos asegurarlo con certeza, porque durante esta fase todos los datos diagnósticos muestran que el sistema de inmunidad se encuentra incólume.

»No sabemos qué es lo que provoca el deterioro del sistema de inmunidad. Algún inexplicable proceso que se produce en nuestros complejos cuerpos —y es ésta un área en la que necesitamos realizar una más profunda investigación— indica de pronto al virus RV-41 que el sistema de inmunidad es vulnerable y comienza un vigoroso ataque. La densidad del virus en la sangre y el semen aumenta súbitamente en varios órdenes de magnitud. Es entonces cuando queda destruido el sistema de inmunidad.

El doctor Turner hizo una pausa. Ordenó los papeles de los que estaba leyendo antes de continuar.

—Es curioso que el sistema de inmunidad nunca sobreviva a este ataque. De alguna manera, el RV-41 sabe cuándo puede ganar y nunca se multiplica hasta que se ha alcanzado esa particular condición de vulnerabilidad. Una vez destruido el sistema de inmunidad, comienza la atrofia de los músculos del corazón y sobreviene una muerte predecible.

»En las fases posteriores de la enfermedad, el retrovirus RV-41 desaparece por completo del semen y de la sangre. Como pueden imaginar, esta desaparición causa estragos en el proceso de diagnostico. ¿Adónde va? ¿Se “esconde” de alguna manera, se convierte en algo distinto que aún no hemos identificado? ¿Está supervisando la gradual destrucción de los músculos del corazón, o es la atrofia un simple efecto secundario del anterior ataque al sistema de inmunidad? Son preguntas todas éstas a las que en la actualidad no podemos dar respuesta.

El doctor hizo una pausa para tomar un sorbo de agua.

—Parte de nuestro programa en el año pasado —continuó luego— era investigar el origen de esta enfermedad. Han circulado rumores de que RV-41 era oriundo de Nuevo Edén, colocado quizás aquí como alguna especie de diabólico experimento extraterrestre. Eso es totalmente absurdo. No existe la menor duda de que este retrovirus lo hemos traído nosotros de la Tierra. Dos pasajeros de la Santa María murieron a consecuencia del RV-41 con tres meses de diferencia uno de otro, el primero durante la travesía de la Tierra a Marte. Podemos estar seguros, aunque ello no resulte nada confortante, de que en la Tierra nuestros amigos y colegas están luchando también contra este mismo demonio.

»En cuanto al origen de RV-41, sólo podemos conjeturar. Si la base de datos médicos que nos hemos traído de la Tierra hubiera sido un orden de magnitud mayor, entonces quizá nos fuera posible identificar su origen con certeza… Señalaré, no obstante, que el genoma de este retrovirus RV-41 es asombrosamente similar a un germen patógeno obtenido mediante ingeniería genética, por seres humanos, como parte de las pruebas de vacunas realizadas en los primeros años del siglo XXII.

»Lo explicaré con más detalle. Tras el fructífero desarrollo de vacunas preventivas del retrovirus del SIDA, que fue un azote terrible durante las dos últimas décadas del siglo XX, la tecnología médica aprovechó la ingeniería biológica para ampliar el radio de acción de todas las vacunas disponibles. En particular, los biólogos y los médicos crearon deliberadamente nuevos y más mortales retrovirus y bacterias para demostrar que una determinada clase de vacuna tenía un ámbito extenso de aplicación eficaz. Todo este trabajo se realizó, naturalmente, bajo cuidadosos controles y sin peligro para la población.

»Pero cuando se produjo el Gran Caos, se introdujeron fuertes reducciones en los presupuestos destinados a la investigación y fue preciso abandonar muchos de los laboratorios médicos. Se destruyeron, presumiblemente, todos los peligrosos gérmenes patógenos almacenados en lugares aislados por todo el mundo. A menudo…, y aquí es donde mis conjeturas entran en la explicación.

»El retrovirus que nos afecta aquí, en Nuevo Edén, es sorprendentemente similar al retrovirus AQT19 creado en el año 2107 mediante ingeniería biológica en el laboratorio médico Laffont, en Senegal. Admito la posibilidad de que un agente aparecido de forma natural pueda tener un genoma similar a AQT19 y que, por lo tanto, mi conjetura sea errónea. Yo creo, sin embargo, que no resultó destruido todo el AQT19 contenido en aquel laboratorio abandonado de Senegal. Estoy convencido de que este retrovirus concreto sobrevivió de alguna manera, y mutó ligeramente a lo largo del siglo siguiente, quizá viviendo en anfitriones simios, hasta que, finalmente, acabó pasando a los seres humanos. En ese caso, nosotros somos los últimos creadores de la enfermedad que nos está matando.

Se elevó un griterío en la tribuna del público. El gobernador Watanabe volvió a golpear la mesa con el mazo para imponer silencio, deseando que el doctor Turner se hubiera guardado sus conjeturas. En ese momento, el director del hospital empezó a exponer todos los proyectos que necesitaban ser financiados durante el año entrante. El doctor Turner estaba pidiendo una consignación presupuestaria equivalente al doble de la que había tenido el año anterior. Sonó un audible gemido en los escaños del Senado.

Los diversos oradores que siguieron inmediatamente a Robert Turner sólo cumplían, en realidad, una función de relleno. Todo el mundo sabía que el otro discurso importante del día lo pronunciaría Ian Macmillan, el candidato a gobernador por la oposición en las elecciones que debían de celebrarse tres meses después. Se sabía que tanto el gobernador Kenji Watanabe como el seleccionado por su partido político, Dmitri Ulanov, eran favorables a un importante aumento del presupuesto médico, aunque fuese preciso establecer nuevos impuestos para financiarlo. Se decía que Macmillan se oponía a todo aumento de los fondos del doctor Turner.

Ian Macmillan había sido totalmente derrotado por Kenji Watanabe en las primeras elecciones generales celebradas en la colonia. Desde entonces, el señor Macmillan se había trasladado de Beauvois a Hakone, había sido elegido para el Senado por el distrito de Vegas y había comenzado a desempeñar un lucrativo puesto en el floreciente imperio comercial de Toshio Nakamura. Era el matrimonio perfecto. Nakamura necesitaba que alguien «aceptable» gobernase por él la colonia y Macmillan, que era un hombre ambicioso y desprovisto de valores o principios definidos, quería ser gobernador.

—Es demasiado fácil —empezó Ian Macmillan a leer su discurso— escuchar al doctor Turner y, luego, abrir nuestros corazones y nuestras carteras y asignar fondos a todos sus proyectos. Eso es lo malo de estas sesiones presupuestarias. Al escuchar cada tema por separado, perdemos de vista el cuadro general. No trato en absoluto de sugerir que el programa del doctor Turner no sea realmente estimable. Creo, sin embargo, que está justificado en estos momentos efectuar un examen de prioridades.

El estilo oratorio de Macmillan había mejorado considerablemente desde su traslado a Hakone. Era evidente que se había sometido a un cuidadoso adiestramiento. Sin embargo, no era un orador natural, por lo que, a veces, sus ensayados gestos parecían casi cómicos. Su argumento fundamental era que los portadores de RV-41 constituían menos del cinco por ciento de la población de Nuevo Edén y que el coste de ayudarlos resultaba increíblemente elevado.

—¿Por qué hemos de sufrir privaciones el resto de ciudadanos de la colonia en beneficio de un grupo tan pequeño? —dijo—. Además —añadió—, existen otras cuestiones más urgentes que precisan de financiación, cuestiones que afectan a todos y cada uno de los colonos y que repercutirán probablemente en nuestra misma supervivencia.

Cuando Ian Macmillan presentó su versión del incidente de los zancudos que habían «irrumpido» desde el hábitat adyacente y habían «aterrorizado» al grupo de exploración de la colonia, lo hizo de tal modo que parecía como si el «ataque» hubiera sido la primera incursión en una proyectada guerra entre especies. Macmillan agitó el espectro de unos zancudos seguidos de «criaturas más espantosas» que aterrarían a los colonos, especialmente a las mujeres y los niños.

—Destinar dinero a la defensa —dijo— es gastar dinero para todos nosotros.

El candidado Macmillan sugirió también que la investigación medioambiental era otra actividad «mucho más importante para el bienestar general de la colonia» que el programa médico esbozado por el doctor Turner. Elogió el trabajo que estaban realizando los ingenieros meteorológicos y contempló un mañana en el que los colonos tendrían un conocimiento completo del tiempo que haría en el futuro.

Su discurso fue interrumpido muchas veces por aplausos del público. Cuando finalmente habló de las personas afectadas por el RV-41, el señor Macmillan esbozó un plan «más eficaz en materia de costes» para hacer frente a «su terrible tragedia».

—Crearemos un poblado nuevo para ellos —proclamó— fuera de Nuevo Edén, en el que puedan vivir en paz sus últimos días.

»En mi opinión —continuó—, el esfuerzo médico en relación con el RV-41 debe limitarse en el futuro a aislar e identificar los mecanismos por los que este azote se transmite de un individuo a otro. Hasta que se concluya esa investigación, lo que verdaderamente interesa a todos los miembros de la colonia, incluidos los infortunados afectados por la enfermedad, es someter a cuarentena a los portadores a fin de que no puedan darse más contaminaciones accidentales.

Nicole y su familia estaban en la tribuna del público. Habían insistido a Richard para que acudiese, aunque le desagradaban las reuniones políticas. Richard se sentía disgustado por el discurso de Macmillan. Nicole, por su parte, estaba asustada. Lo que el hombre decía tenía un cierto atractivo. «Me pregunto quién le escribe su material», pensó al término del discurso. Se reprochó a sí misma haber subestimado a Nakamura.

Hacia el final del discurso de Macmillan, Ellie Wakefield abandonó silenciosamente el asiento que ocupaba en la tribuna del público. Sus padres quedaron estupefactos cuando, momentos después, la vieron aparecer en la Cámara y dirigirse al estrado. Los demás espectadores se sorprendieron también, ya que creían que Ian Macmillan era el último orador del día. Todos estaban disponiéndose a marcharse. La mayoría volvió a sentarse cuando Kenji Watanabe presentó a Ellie.

—En nuestra clase de educación cívica en la escuela superior —empezó, con voz que delataba su nerviosismo— hemos estudiado la Constitución de la colonia y el reglamento del Senado. Es poco conocido el hecho de que cualquier ciudadano de Nuevo Edén puede hacer uso de la palabra en una de estas sesiones abiertas…

Hizo una profunda inspiración antes de continuar. En la tribuna, su madre y Eponine se inclinaron hacia delante y agarraron la barandilla que tenían delante.

—Quería hablar hoy —Ellie con voz más firme—, porque creo que tengo un punto de vista digno de ser tenido en cuenta acerca de esta cuestión de los afectados por el RV-41. En primer lugar, soy joven y, en segundo, hasta hace poco más de tres años no había tenido el privilegio de interactuar con un ser humano que no perteneciera a mi familia.

»Por ambas razones, considero un auténtico tesoro la vida humana. He elegido cuidadosamente la palabra. Un tesoro es algo que uno tiene en gran valor. Este hombre, este increíble doctor que trabaja todo el día y a veces toda la noche para mantenernos sanos, evidentemente considera también un tesoro la vida humana.

»En las palabras aquí pronunciadas, el doctor Turner no les ha dicho por qué debemos financiar su programa, sino solamente qué es la enfermedad y cómo trataría él de combatirla. Daba por supuesto que todos ustedes comprendían por qué. Después de escuchar al señor Macmillan —dijo Ellie, mirando al orador que la había precedido—, tengo ciertas dudas.

»Debemos continuar estudiando esta horrible enfermedad, hasta que podamos contenerla y controlarla, porque una vida humana es un bien precioso. Cada persona individual es un milagro único, una asombrosa combinación de complejas sustancias químicas con talentos, sueños y experiencias especiales. Nada puede ser más importante para la totalidad de la colonia que una actividad dirigida a la preservación de la vida humana.

»Por la exposición realizada hoy, entiendo que el programa del doctor Turner es caro. Si es preciso subir los impuestos para costearlo, quizá cada uno de nosotros tengamos que pasarnos sin algún objeto especial que deseábamos. Es un precio harto pequeño que pagar por el tesoro de la compañía de otro humano.

»Mi familia y mis amigos me dicen a veces que soy irremediablemente ingenua. Puede que sea cierto. Pero quizá mi inocencia me permite ver las cosas más claramente que otras personas. En este caso yo creo que solamente debe formularse una pregunta. Si a usted, o a un miembro de su familia, le hubieran diagnosticado que se halla afectado por el RV-41, ¿apoyaría el programa del doctor Turner…? Muchas gracias.

Se hizo un silencio sepulcral mientras Ellie bajaba del estrado. Luego, estalló una estruendosa ovación. A Nicole y Eponine se les llenaron los ojos de lágrimas. En el recinto del Senado, el doctor Turner extendió las dos manos hacia Ellie.