7

En el vídeo, Nicole se hallaba sentada en una silla corriente de color marrón, delante de una pared lisa y sin adornos. Vestía uno de los trajes de vuelo de la AIE que habían sido su atuendo habitual durante la misión Newton. Nicole leía el mensaje en el cuaderno electrónico que sostenía en las manos.

«Compañeros terrestres —empezó—, soy la cosmonauta Nicole des Jardins, de la Newton, y os hablo desde miles de millones de kilómetros de distancia. Estoy a bordo de una nave espacial Rama similar a las dos grandes naves espaciales cilíndricas que visitaron nuestro sistema solar durante los dos últimos siglos. Este tercer vehículo Rama se dirige también hacia nuestra minúscula región de la galaxia. Aproximadamente cuatro años después de que recibáis este vídeo, Rama Tres entrara en órbita alrededor del planeta Marte.

»Desde que salí de la Tierra he sabido que los vehículos de la clase Rama fueron construidos por una avanzada inteligencia extraterrestre como elementos de un vasto sistema de recogida de información cuyo objetivo final es adquirir y catalogar datos acerca de la vida en el universo. Esta tercera nave Rama regresa a las proximidades de nuestro planeta natal, como parte de ese objetivo.

»En el interior de Rama Tres se ha diseñado un hábitat terrestre capaz para acomodar a dos mil seres humanos, además de importantes cantidades de otros animales y plantas procedentes de nuestro planeta. La biomasa exacta y otras especificaciones generales para estos animales y plantas se hallan contenidas en el primer apéndice de este vídeo; es preciso poner de relieve, sin embargo, que las plantas, en especial las que son extremadamente eficaces en la conversión del dióxido de carbono en oxigeno, constituyen un factor clave en el diseño básico del hábitat terrestre a bordo de Rama. Sin las plantas, la vida de los humanos en el interior de Rama correría un grave peligro.

»Lo que se espera, como resultado de esta transmisión, es que la Tierra envíe un grupo representativo de sus habitantes, juntamente con los pertrechos auxiliares detallados en el segundo apéndice, para que establezcan una cita con Rama Tres en la órbita de Marte. Los viajeros serán llevados al interior de Rama y se les someterá a cuidadosa observación mientras viven en un hábitat que reproduce las condiciones medioambientales de la Tierra.

»Debido a la respuesta hostil dispensada a Rama Dos, que, dicho sea de paso, solamente originó leves daños a la nave espacial alienígena, el plan de misión nominal para este vehículo Rama no entraña una aproximación a la Tierra más allá de la órbita de Marte. Este plan nominal da por supuesto, naturalmente, que las autoridades de la Tierra accederán a las peticiones contenidas en esta transmisión. Ignoro cómo se ha programado que responda la nave espacial si no se envían seres humanos a la cita con Rama Tres en la órbita de Marte. Puedo decir, sin embargo, sobre la base de mis propias observaciones, que la inteligencia extraterrestre no tendrá dificultad en obtener los datos de observación que desea por otros métodos menos benignos.

»Con respecto a los seres humanos que hayan de ser transportados a Marte, huelga decir que los individuos seleccionados deben representar una amplia muestra de la humanidad, con inclusión de ambos sexos, todas las edades y tantas culturas como sea razonable aportar. La nutrida biblioteca de información sobre la Tierra que se solicita en el tercer apéndice del vídeo proporcionará importantes datos adicionales que será posible correlacionar con las observaciones tomadas en el interior de Rama.

»Yo no sé cuánto tiempo permanecerán los seres humanos dentro de Rama, ni el lugar exacto al que les llevará la nave espacial, ni siquiera por qué la inteligencia superior que creó los vehículos Rama está recogiendo información sobre la vida en el universo. Puedo decir, sin embargo, que las maravillas que he presenciado desde que abandoné nuestro sistema solar me han dado un sentido completamente nuevo de nuestro lugar en el universo».

La duración total del vídeo, más de la mitad del cual estaba dedicada a los detallados apéndices, rebasaba apenas los diez minutos. Durante toda la transmisión se mantuvo el mismo escenario básico. La dicción de Nicole era lenta y sosegada, interrumpida por breves pausas cuando sus ojos se apartaban de la cámara para mirar el cuaderno que tenía entre las manos. Aunque había una cierta modulación en su tono, la grave expresión facial de Nicole se mantenía virtualmente constante. Sólo cuando dio a entender que los ramanos podrían tener «otros métodos menos benignos» de obtener sus datos fulguró en sus oscuros ojos una chispa de violenta emoción.

Kenji Watanabe contempló la primera mitad del vídeo con intensa concentración. Durante los apéndices, sin embargo, su mente comenzó a divagar y a formular preguntas. «¿Quiénes son estos extraterrestres? —pensó—. ¿De dónde han venido? ¿Por qué quieren observarnos? ¿Y por qué han elegido a Nicole des Jardins como portavoz?».

Kenji se rio de sí mismo, comprendiendo que era infinita la serie de preguntas de ese tipo. Decidió centrarse en cuestiones más asequibles.

«Si Nicole viviese todavía hoy —pensó luego Kenji— tendría ochenta y un años. La mujer de la pantalla de televisión tenía el pelo entrecano y muchas más arrugas que las que tenía la cosmonauta Des Jardins cuando la Newton fue lanzada desde la Tierra, pero su edad en el vídeo distaba mucho de los ochenta años. Quizá cincuenta y dos o cincuenta y tres como máximo», se dijo Kenji.

«¿O sea que grabó este vídeo hace treinta años? ¿O ha sido retardado de alguna manera su proceso de envejecimiento?». No se le ocurrió cuestionar si la mujer del vídeo era o no realmente Nicole. Kenji había pasado en los archivos de la Newton tiempo suficiente como para reconocer en el acto las expresiones faciales y gestos de Nicole. «Debió de grabar el vídeo hace unos cuatro años —estaba pensando Kenji—, pero en tal caso…»

Se hallaba debatiendo toda la situación cuando finalizó la transmisión de Nicole y el director de la AIE apareció de nuevo en el monitor.

El doctor Koch explicó rápidamente que se volvería a transmitir dos veces el vídeo completo por todos los canales y que después quedaría a disposición de todos los pasajeros y tripulantes que lo desearan.

—¿Qué diablos está pasando realmente aquí? —quiso saber Max Puckett tan pronto como el rostro de Nicole apareció de nuevo en el monitor. Dirigió su pregunta a Kenji.

—Si he entendido bien —respondió Kenji, después de mirar unos segundos la pantalla—, la AIE nos ha engañado deliberadamente acerca de uno de los objetivos fundamentales de nuestra empresa. Al parecer, este mensaje fue recibido hace unos cuatro años, cuando era todavía dudosa la financiación de la colonia Lowell, y se decidió entonces, tras fracasar todos los esfuerzos por demostrar que el vídeo era una broma, que la investigación de Rama Tres fuese un objetivo secreto de nuestro proyecto.

—Mierda —exclamó Max Puckett, sacudiendo vigorosamente la cabeza—. ¿Por qué infiernos no nos dijeron simplemente la verdad?

—Mi mente se rebela ante la idea de unas supercriaturas enviando tan impresionante tecnología sólo para recoger datos sobre nosotros —comentó el juez Mishkin tras un breve silencio—. Pero, en otro plano, ahora comprendo al menos algunas de las peculiaridades que se dieron en el proceso de selección de personal. Quedé estupefacto cuando, hace unos ochos meses, se agregó a la colonia ese grupo de adolescentes norteamericanos sin hogar. Ahora comprendo que los criterios de selección tendían a proporcionar la «amplia muestra» solicitada por la señora Des Jardins; el que nuestra particular mezcla de individuos y habilidades produzca o no una colonia sociológicamente viable en Marte debe de haber sido siempre una consideración secundaria.

—Detesto las mentiras y los mentirosos —dijo Max. Se había puesto en pie delante de su silla y estaba paseando de un lado a otro en la estancia—. Todos estos políticos y funcionarios son iguales; los muy bastardos mentirán sin el menor escrúpulo.

—Pero ¿qué podían haber hecho, Max? —replicó el juez Mishkin—. Casi con toda seguridad, no se tomaron en serio el vídeo. Por lo menos hasta que apareció esa nueva nave en la órbita de Marte. Y si nos hubieran dicho la verdad desde el principio, se habría producido un pánico mundial.

—Mire, juez —observó Max con tono frustrado—. Yo creía que se me había contratado para ser un maldito granjero en una colonia de Marte. Yo no sé nada de extraterrestres y, para serle completamente franco, tampoco quiero saberlo. Ya tengo bastante con tratar con gallinas, cerdos y personas.

—Especialmente con personas —se apresuró a decir el juez Mishkin, dirigiendo una sonrisa a su amigo.

Aún a su pesar, Max rio entre dientes.

Pocos minutos después, el juez Mishkin y Max se despidieron y dejaron solos a Kenji y Nai.

Al cabo de un rato, sonó el videófono en el apartamento de Kenji y Nai.

—¿Watanabe? —oyeron decir a Macmillan.

—Sí, señor —respondió Kenji.

—Disculpe que le moleste, Watanabe —dijo el comandante—. Pero tiene usted asignada la primera misión con personas distintas de mis oficiales. Sus órdenes son informar a toda la tripulación de la Pinta esta tarde a las diecinueve horas acerca de la expedición Newton, las Rama y la cosmonauta Des Jardins. He pensado que tal vez quiera comenzar sus preparativos.

—… Todos los medios de comunicación informaron en el 2200 de que Rama Dos había quedado totalmente destruida, volatilizada por las múltiples bombas nucleares que habían estallado en sus proximidades. Naturalmente, se dio por muertos a los desaparecidos cosmonautas Des Jardins, O’Toole, Takagishi y Wakefield. En realidad, tanto según los documentos oficiales de la misión Newton como según los libros y series de televisión distribuidos por Hagenest y Schmidt que tan gran éxito han conocido, Nicole des Jardins murió presumiblemente en algún lugar de Nueva York, la ciudad insular situada en el centro del mar Cilíndrico, semanas antes de que la nave científica de la Newton abandonase Rama y regresara a la Tierra.

Kenji hizo una pausa para mirar a su auditorio. Aunque el comandante Macmillan había explicado a los pasajeros y tripulantes de la Pinta que una grabación en vídeo de la exposición de Kenji se hallaría inmediatamente disponible, muchos de los presentes estaban tomando notas. Kenji disfrutaba con su propia intervención. Miró a Nai y sonrió antes de continuar:

—La cosmonauta Francesca Sabatini, la más famosa superviviente de la infortunada expedición Newton, sostuvo en sus memorias que la doctora Des Jardins podría haber encontrado un biot hostil o que quizás hubiera caído en algún lugar de las regiones oscuras de Nueva York. Como las dos mujeres habían permanecido juntas casi todo el día, ya que estaban buscando al científico japonés Shigeru Takagishi, misteriosamente desaparecido del campamento Beta la noche anterior, la señora Sabatini conocía con exactitud la cantidad de agua y alimentos que llevaba la cosmonauta Des Jardins. «Aun con su perfecto conocimiento del cuerpo humano —escribió Sabatini—, Nicole no había podido sobrevivir más de una semana. Y si, presa de delirio, hubiera tratado de obtener agua del hielo del venenoso mar Cilíndrico, habría muerto antes todavía».

»De la media docena de cosmonautas de la Newton que no regresaron tras el encuentro con Rama Dos, es Nicole des Jardins quien más interés ha suscitado siempre antes incluso de que el brillante estadístico Roberto López conjeturase correctamente hace siete años, sobre la base de la información referente a genomas europeos almacenada en La Haya, que el fallecido rey Henry XI de Inglaterra era el padre de la hija de Nicole, Genevieve, la reputación de la doctora Des Jardins se había tornado legendaria. Recientemente ha aumentado de manera notable el número de personas que acuden a visitar su monumento en las proximidades de su villa familiar en Beauvois, Francia, en especial mujeres jóvenes. La gente va allí, no sólo para rendir homenaje a la cosmonauta Des Jardins y contemplar las numerosas fotografías y vídeos que conmemoran su extraordinaria vida, sino también para ver las dos soberbias estatuas en bronce creadas por el escultor griego Theo Pappas. Una de ellas representa a la joven Nicole, vestida con su atuendo deportivo y con la medalla de oro olímpica colgada al cuello; la segunda le muestra como mujer madura, ataviada con traje de vuelo de la AIE similar al que han visto ustedes en el vídeo.

Kenji hizo una seña en dirección al fondo del pequeño auditorio de la Pinta y se apagaron las luces. Momentos después comenzó una proyección de diapositivas en una de las dos pantallas situadas tras él.

—Éstas son las pocas fotografías de Nicole des Jardins que estaban almacenadas en nuestros archivos de la Pinta. La base de datos de referencia indica que en la biblioteca de reserva instalada en la bodega de carga hay muchas más imágenes, incluyendo fragmentos de documentales cinematográficos, pero esos datos no son accesibles durante la travesía debido a las limitaciones de la red de datos en vuelo. No obstante, no son necesarios los datos adicionales, ya que a la vista de estas fotos resulta evidente que la persona mostrada en la transmisión de esta tarde o es la propia Nicole des Jardins o es una copia suya absolutamente perfecta.

En la pantalla izquierda se proyectó un primer plano de un fotograma tomado del vídeo exhibido por la tarde y, junto a él, una fotografía del rostro de Nicole tomada en la fiesta de Nochevieja celebrada en Villa Adriani, en las afueras de Roma. No había ninguna duda. Las dos imágenes eran evidentemente de la misma mujer. Un apreciativo murmullo se elevó entre el público mientras Kenji hacía una pausa.

—Nicole des Jardins —continuó Kenji en tono ligeramente más bajo— nació el 6 de enero del año 2164. Por consiguiente, si el vídeo que hemos visto esta tarde fue realmente grabado hace cuatro años, ella tenía entonces setenta y siete años. Todos sabemos que la doctora Des Jardins se encontraba en unas condiciones físicas excelentes y que hacía ejercicio de manera habitual, pero si la mujer que hemos visto esta tarde tenía setenta y siete años, entonces los extraterrestres que construyeron Rama deben de haber descubierto también la fuente de la juventud.

Aunque era ya noche avanzada y estaba muy cansado, Kenji no podía dormir. Los acontecimientos del día se agolpaban en su mente y le excitaban de nuevo. Junto a él, en la pequeña cama de matrimonio, Nai Buatong Watanabe se daba perfecta cuenta de que su marido estaba despierto.

—Estás completamente seguro de que hemos visto a la auténtica Nicole des Jardins, ¿verdad, querido? —preguntó en voz baja Nai después de que Kenji se hubiera dado la vuelta por enésima vez.

—Sí —respondió Kenji—. Pero Macmillan, no. Me pidió que hiciera esa observación sobre la posibilidad de una copia perfecta. Él cree que todo el vídeo es una patraña…

—Después de nuestra conversación de esta tarde —continuó Nai tras una breve pausa—, he recordado todo el alboroto que se organizó hace siete años acerca de Nicole y el rey Henry. Se habló de ello en casi todas las revistas. Pero he olvidado una cosa. ¿Cómo se estableció con seguridad que Henry era el padre de Genevieve? ¿No había muerto ya el rey? ¿Y no mantiene la familia real de Inglaterra privada y secreta toda la información sobre sus genomas?

—López utilizó los genomas pertenecientes a los padres y hermanos de personas que habían entrado por matrimonio a formar parte de la familia real. Luego, empleando una técnica de correlación de datos que él mismo había inventado, el doctor López demostró que Henry, que era todavía príncipe de Gales durante la Olimpíada del año 2184, tenía tres veces más probabilidades que ninguna otra persona presente a la sazón en Los Angeles de haber sido el padre de la hija de Nicole. Después de que Darren Higgins reconociera en su lecho de muerte que Henry y Nicole habían pasado una noche juntos durante la Olimpíada, la familia real permitió que un especialista en genética tuviera acceso a su base de datos de genomas. El experto concluyó, más allá de toda duda razonable, que Henry era el padre de Genevieve.

—Qué mujer tan asombrosa —dijo Nai.

—Lo era, en efecto —respondió Kenji—. Pero ¿qué te ha inducido a hacer ese comentario precisamente ahora?

—Como mujer —explicó Nai—, admiro tanto o más que cualquiera de sus otros logros el hecho de que protegiera su secreto y criara ella sola a su príncipe.