El modelo holográfico de Nuevo Edén aparecía proyectado en el centro de la amplia sala de conferencias a escala 1/2.000. En el interior de Rama, el hábitat terrestre real ocuparía una superficie de ciento sesenta kilómetros cuadrados en la planicie Central a partir del punto situado directamente enfrente de la larga escalera norte. El volumen total quedaría delimitado por las dimensiones de veinte kilómetros de longitud en la dirección de la curva del cilindro, ocho kilómetros de anchura en dirección paralela al eje de rotación cilíndrico y ocho kilómetros de altura desde el suelo de la colonia hasta el elevado techo.
Pero el modelo de Nuevo Edén que El Águila, Richard y Nicole utilizaban en el Módulo de Alojamiento para su labor de diseño era de un tamaño más manejable. Cabía cómodamente en la amplia estancia, y las proyecciones holográficas permitían a los diseñadores caminar por entre las diversas estructuras y a través de ellas. Los cambios se efectuaban utilizando las subrutinas de dibujo asistido por ordenador que actuaban conforme a las órdenes orales de El Águila.
—Hemos cambiado otra vez de idea —dijo Nicole, iniciando su tercera maratoniana sesión de diseño con El Águila, al tiempo que rodeaba con su «linterna» negra una concentración de edificios localizada en el centro de la colonia—. Consideramos ahora que es un error tenerlo todo en un mismo sitio, con todas las personas apiñadas unas encima de otras. Richard y yo pensamos que sería mejor que las zonas residenciales y las tiendas pequeñas estuvieran en cuatro poblados distintos situados en los ángulos del rectángulo. Solo los edificios utilizados por todos los habitantes de la colonia estarían en el complejo central.
—Naturalmente —añadió Richard—, nuestro nuevo concepto modificará por completo el flujo circulatorio que usted y yo examinamos ayer, así como las específicas finalidades coordinadas asignadas a los parques, bosque de Sherwood, lago Shakespeare y monte Olimpo. Pero todos los elementos originales pueden, no obstante, integrarse en nuestro actual diseño de Nuevo Edén. Mire, eche un vistazo a este boceto y verá a dónde hemos trasladado todo.
El Águila pareció hacer una mueca mientras miraba fijamente a sus ayudantes humanos. Al cabo de unos instantes volvió la vista hacia el mapa que mostraba la libreta electrónica de Richard.
—Espero que ésta sea la única modificación importante —comentó—. No progresamos mucho si cada vez que nos reunimos volvemos a empezar prácticamente de nuevo todo el diseño.
—Lo sentimos mucho —respondió Nicole—. Pero hemos tardado algún tiempo en comprender toda la magnitud de nuestra tarea. Ahora sabemos que estamos diseñando la situación vital para mucho tiempo de hasta dos mil seres humanos. Debemos tomarnos el tiempo que haga falta.
—Veo que han vuelto a aumentar el número de grandes estructuras existentes en el complejo central —indicó El Águila—. ¿Cuál es la finalidad de este edificio situado detrás de la biblioteca y el auditorio?
—Es un edificio deportivo y de recreo —respondió Nicole—. Tendrá una pista de carreras, un campo de béisbol, otro de fútbol, pistas de tenis, un gimnasio y una piscina, además de espacio suficiente en cada área para que puedan asistir como espectadores casi todos los ciudadanos. Richard y yo imaginamos que el atletismo será muy importante en Nuevo Edén, habida cuenta especialmente de que muchas de las tareas rutinarias correrán a cargo de los biots.
—También han aumentado las dimensiones del hospital y de las escuelas…
—Nos quedamos demasiado cortos en nuestras primitivas asignaciones de espacio —le interrumpió Richard—. No dejamos suficiente superficie disponible para actividades que aún no podemos definir específicamente.
Las dos primeras reuniones de diseño habían durado diez horas cada una. Tanto Richard como Nicole se habían sentido maravillados al principio de lo rápidamente que El Águila podía integrar sus observaciones en recomendaciones específicas de diseño. Para la tercera reunión ya no les asombraba la rapidez y precisión de sus síntesis. Pero el biot les sorprendía regularmente al manifestar un vivo interés por algunos de los detalles culturales. Por ejemplo, les interrogó largamente acerca del nombre que los humanos habían dado a su nueva colonia. Una vez que Nicole le hubo explicado que era esencial que el hábitat tuviese algún nombre específico, El Águila preguntó por el significado de «Nuevo Edén».
—Toda la familia hemos discutido durante más de una noche el nombre que podríamos poner al hábitat —explicó Richard—. Hubo muchas buenas sugerencias, la mayoría derivadas de la historia y la literatura de nuestra especie. Utopía fue un destacado candidato. Arcadia, Elíseo, Paraíso, Concordia y Beauvois fueron también objeto de detenida consideración. Pero, al final, pensamos que Nuevo Edén era el mejor nombre.
—El Edén mitológico —añadió Nicole— fue un principio, el comienzo de lo que podríamos llamar nuestra moderna cultura occidental. Era un jardín exuberante y lleno de verdor, supuestamente diseñado en especial para los humanos por un Dios todopoderoso que también había creado todo lo demás que existía en el universo. Aquel primer Edén era rico en formas de vida, pero carecía de tecnología.
»Nuevo Edén es también un principio. Pero en casi todos los demás aspectos es lo contrario del antiguo jardín. Nuevo Edén es un milagro tecnológico carente de toda forma de vida, inicialmente al menos, a excepción de unos pocos seres humanos.
Una vez completada la disposición general de la colonia, quedaban todavía cientos de detalles por decidir. Se encomendó a Katie y Patrick la tarea de diseñar los parques vecinales de cada uno de los cuatro poblados. Aunque ninguno de los dos había visto nunca una hoja de hierba auténtica, una flor de verdad ni un árbol alto, sí habían visto numerosas películas y muchas, muchas fotografías. Presentaron cuatro bellos diseños diferentes para los cinco acres de superficie despejada, jardines comunales y apacibles paseos en cada poblado.
—Pero ¿de dónde sacaremos la hierba? ¿Y las flores? —preguntó Katie a El Águila.
—Las traerán personas de la Tierra —respondió El Águila.
—¿Cómo sabrán lo que deben traer?
—Nosotros se lo diremos.
Fue también Katie quien señaló que el diseño de Nuevo Edén había omitido un elemento clave, un elemento que había desempeñado un importante papel en los cuentos que su madre le contaba cuando era pequeña, por las noches, antes de dormirse.
—Nunca he visto un zoo —dijo—. ¿Podemos tener uno en Nuevo Edén?
Durante la siguiente sesión de diseño, El Águila modificó el proyecto para incluir un pequeño zoo en la linde del bosque de Sherwood.
Richard trabajaba con El Águila en la mayoría de los detalles tecnológicos de Nuevo Edén. La especialidad de Nicole se centraba en el área del alojamiento. El Águila había sugerido originariamente un tipo de casa con un mobiliario idéntico para todos los hogares de la colonia. Nicole había soltado la carcajada.
—Ciertamente, no ha aprendido usted mucho acerca de nosotros como especie —dijo—. Los seres humanos necesitamos tener variedad. Si no, nos aburrimos. Si hacemos todas las casas iguales, la gente empezará inmediatamente a cambiarlas.
Como sólo disponía de tiempo limitado (las peticiones de información que formulaba El Águila obligaban a Richard y Nicole a trabajar diez o doce horas diarias; por fortuna, Michael y Simone estaban encantados de cuidar de los niños), Nicole se decidió por ocho planos de casa básicos y cuatro mobiliarios modulares. Había en total, por consiguiente, treinta y dos configuraciones distintas de alojamiento. Variando el diseño externo de los edificios en cada uno de los cuatro poblados (detalles que Nicole elaboró con Richard, después de varias útiles aportaciones del historiador de arte Michael O’Toole), Nicole consiguió finalmente su objetivo de crear un diseño para la vida cotidiana que no era ni uniforme ni estéril.
Richard y El Águila se pusieron de acuerdo en pocas horas en todo lo referente a los sistemas de transporte y comunicación, tanto externos como internos, de Nuevo Edén. Tropezaron con más dificultades al tratar del control medioambiental general y de los diseños de los biots. El concepto original de El Águila, en el que se basaba la infraestructura que sustentaba a Nuevo Edén, presumía la existencia de doce horas de luz y otras tantas de oscuridad cada día. Los períodos de luz solar, de cielo cubierto y de lluvia eran regulares y predecibles. No había virtualmente ninguna variación de temperatura en función del lugar y del momento.
Cuando Richard pidió el establecimiento de cambios estacionales en la longitud del día y una mayor variabilidad en todos los parámetros meteorológicos, El Águila hizo hincapié en que permitir tales «importantes variaciones» en el enorme volumen de aire del hábitat exigiría la utilización de muchos más «recursos informáticos críticos» que los asignados originariamente durante el diseño de la infraestructura. El Águila indicó también que sería preciso reestructurar y someter a nueva verificación los principales algoritmos de control y que, como consecuencia, se retrasaría la fecha de partida. Nicole apoyó la petición de Richard en relación con la cuestión meteorológica y de las estaciones, explicando a El Águila que el verdadero comportamiento humano («que, al parecer, usted y la Inteligencia Nodal desean observar») dependía claramente de aquellos dos factores.
Finalmente, se llegó a un acuerdo. La longitud del día y de la noche a lo largo del año se ajustaría a la existente en un punto situado a treinta grados de latitud en la Tierra. Se permitiría que las condiciones meteorológicas en Nuevo Edén evolucionaran de forma natural dentro de unos límites determinados y que el controlador actuase sólo cuando tales límites fueran rebasados. Así, la temperatura, el viento y la lluvia evolucionarían libremente dentro de ciertas tolerancias. Pero El Águila se mostró inflexible en dos puntos. No podría haber rayos ni hielo. Si fuese inminente cualquiera de esos dos fenómenos (que introducían «nuevas complejidades» en su modelo informático), aunque el resto de los parámetros se mantuvieran dentro de los límites previstos, el sistema de control procedería inmediatamente a regular el tiempo.
En un principio, El Águila había tenido la intención de conservar la misma clase de biots que habían habitado las dos primeras naves Rama, pero tanto Richard como Nicole insistieron en que no serían en absoluto adecuados los biots ramanos, especialmente los parecidos a ciempiés, mantis, cangrejos y arañas.
—Los cosmonautas que hemos entrado en las dos naves Rama —explicó Nicole— difícilmente seríamos considerados humanos corrientes. Todo lo contrario, en realidad. Nosotros hemos sido especialmente adiestrados para el manejo de máquinas refinadas y complejas y, aun y todo, hay entre nosotros quienes se sentían atemorizados ante los biots. Los humanos ordinarios, que probablemente formarán el grueso de los habitantes de Nuevo Edén, no se sentirán en absoluto cómodos con esos extraños artificios mecánicos correteando por su territorio.
Tras varias horas de discusión, El Águila accedió a rediseñar el personal de mantenimiento biot. Por ejemplo, la basura sería recogida por robots cuyo aspecto sería idéntico al de los camiones basureros clásicos utilizados en la Tierra, sólo que no tendrían conductor. Los trabajos de construcción serían realizados, cuando fuese necesario, por robots de formas idénticas a las de los vehículos que desempeñaban funciones similares en la Tierra. Así, las extrañas máquinas ofrecerían un aspecto familiar a los colonos, cuyos temores xenófobos resultarían de este modo mitigados.
—¿Y qué hay de la realización de las actividades rutinarias, cotidianas? —preguntó El Águila al término de una larga reunión—. Habíamos pensado en utilizar biots humanos, obedientes a las órdenes orales y desplegados en gran número, que liberasen a los colonos de los trabajos fatigosos y repetitivos. Desde que llegaron ustedes hemos pasado una considerable cantidad de tiempo perfeccionando el diseño.
A Richard le agradó la idea de tener ayudantes robots, pero Nicole se mostró recelosa.
—Es imperativo —indicó— que estos biots humanos sean plenamente identificables. No tiene que haber la más mínima posibilidad de que nadie, ni siquiera un niño, llegue a confundirlos con un ser humano de verdad.
Richard rio entre dientes.
—Has leído demasiada ciencia ficción —dijo.
—Pero ésta es una preocupación real —protestó Nicole—. Puedo imaginar perfectamente la calidad de los biots humanos que fabricarían aquí, en El Nódulo. No estamos hablando de aquellas estúpidas imitaciones que vimos en Rama. La gente se sentiría aterrada si no pudiera distinguir entre un humano y una máquina.
—Entonces, limitaremos el número de variedades —respondió Richard—. Y se clasificarán fácilmente con arreglo a su función primaria. ¿Resuelve esto tu preocupación…? Sería una pena no aprovechar esta increíble tecnología.
—Podría resultar —admitió Nicole—, siempre que exista la posibilidad de que todo el mundo se familiarice fácilmente con los distintos tipos con sólo un breve cursillo informativo. Debemos tener absoluta seguridad de que no se producirán problemas de identificación errónea.
Tras varias semanas de intensos esfuerzos, quedaron tomadas las decisiones de diseño fundamentales y disminuyó la carga de trabajo que pesaba sobre Richard y Nicole, los cuales pudieron reanudar una vida más o menos normal con los niños y con Michael.
Una noche, El Águila les visitó para informarles de que Nuevo Edén se hallaba en su período final de prueba, fundamentalmente verificando la capacidad de los nuevos algoritmos para observar y controlar el medio ambiente a lo largo de toda la amplia gama de condiciones posibles.
—Por cierto —continuó El Águila—, hemos instalado aparatos de intercambio de gas, o AIG, en todos los lugares, bosque de Sherwood, los parques, en las orillas del lago y las laderas de la montaña, en que acabarán creciendo plantas procedentes de la Tierra. Los AIG actúan como plantas, absorbiendo dióxido de carbono y produciendo oxígeno, y son también cuantitativamente equivalentes. Impiden la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera, lo que, a la larga, restaría eficacia a los algoritmos meteorológicos.
»El funcionamiento de los AIG necesita una cierta cantidad de energía, así que hemos reducido ligeramente la potencia eléctrica disponible para el consumo humano durante los primeros días de la colonia. Pero, una vez que las plantas se desarrollen, se podrá retirar los AIG y habrá energía abundante para cualquier fin razonable.
—Muy bien, señor Águila —dijo Katie cuando hubo terminado—, lo que todos queremos saber es cuándo nos vamos a marchar.
—Iba a decírselo en Navidad —respondió El Águila, mientras se le formaba en la comisura de la boca la pequeña arruga que pasaba por sonrisa—, y aún faltan dos días.
—Oh, díganoslo, señor Águila, por favor —pidió Patrick.
—Bueno…, está bien —accedió su compañero alienígena—. La fecha prevista para terminar con Rama en El Hangar es el 11 de enero. Esperamos introducirles a ustedes en la lanzadera y salir de El Nódulo dos días después, el 13 de enero por la mañana.
«Sólo quedan tres semanas —pensó Nicole, sintiendo que le daba un vuelco el corazón al comprender la realidad de su marcha—. Falta mucho por hacer. —Volvió la vista hacia el otro extremo de la habitación, donde Michael y Simone estaban sentados uno al lado del otro en el sofá—. Entre otras cosas, mi bella hija, debo prepararte para tu boda».
—O sea que nos casaremos el día de tu cumpleaños, mamá —dijo Simone—. Siempre hemos dicho que la ceremonia se celebraría una semana antes de la marcha del resto de la familia.
A Nicole se le llenaron los ojos de lágrimas. Bajó la cabeza para que los niños no se dieran cuenta. «No estoy preparada para la despedida —pensó Nicole—. No puedo soportar la idea de que nunca volveré a ver a Simone».
Nicole decidió abandonar el juego de salón familiar que se estaba desarrollando en la sala de estar. Puso como excusa que debía desarrollar varios datos de diseño finales para El Águila, pero, en realidad, necesitaba desesperadamente estar sola unos momentos para organizar las tres últimas semanas de su vida en El Nódulo. Se había pasado la cena pensando en todas las cosas que necesitaba hacer y había experimentado algo muy próximo al pánico. Nicole temía que no hubiera tiempo suficiente o que olvidase algo absolutamente esencial. Pero una vez que confeccionó una lista completa de todas las tareas que le quedaban por hacer, juntamente con un calendario para su realización, Nicole se tranquilizó un tanto. No era una lista imposible.
Una de las anotaciones que Nicole había incluido en su agenda electrónica, y con letras mayúsculas toda ella, era ¿¿BENJY?? Mientras permanecía sentada en el borde de la cama, pensando en su retrasado hijo mayor y reprochándose a sí misma el no haber abordado antes la cuestión, Nicole oyó un fuerte golpe dado con los nudillos en la puerta abierta. Se trataba de una asombrosa coincidencia.
—Ma-má —dijo Benjy muy lentamente, con su amplia e inocente sonrisa—, ¿puedo hablar contigo? —Reflexionó unos instantes—. ¿Ahora? —añadió.
—Desde luego, cariño —respondió Nicole—. Ven a sentarte a mi lado en la cama.
Benjy se acercó a su madre y la abrazó con fuerza. Bajó la vista y empezó a hablar entrecortadamente. Era evidente su tensión emocional.
—Tú y Ri-chard y los otros ni-ños os vais a mar-char para mucho tiempo —dijo.
—Sí, en efecto —respondió Nicole, tratando de poner tono alegre.
—¿Pa-pá y Si-mone se queda-rán aquí y se casa-rán?
Era algo más que una pregunta. Benjy había levantado la cabeza y estaba esperando que Nicole corroborase su afirmación. Cuando ella asintió con la cabeza, se le llenaron los ojos de lágrimas y se le contorsionó el rostro.
—¿Y Ben-jy? —exclamó—. ¿Qué sera de Ben-jy?
Nicole atrajo la cabeza del niño sobre su hombro y lloró con él. Los sollozos le sacudían violentamente el cuerpo. Nicole estaba ahora furiosa consigo misma por haber ido dando largas al asunto durante tanto tiempo. «Lo ha sabido todo desde el principio —pensó—. Desde aquella primera conversación. Ha estado esperando. Cree que nadie le quiere».
—Tienes que elegir, cariño —consiguió decir Nicole cuando hubo dominado sus emociones—. Nos gustaría mucho que tú vinieses con nosotros. Y tu padre y Simone estarían encantados si te quedaras con ellos.
Benjy miró fijamente a su madre, como si no la creyese. Nicole repitió muy despacio sus palabras.
—¿Me estás diciendo la verdad? —preguntó el niño.
Nicole afirmó vigorosamente con la cabeza.
Benjy sonrió un momento y, luego, apartó la vista. Permaneció largo rato en silencio.
—Aquí no habrá nadie con quien ju-gar —dijo al fin, sin dejar de mirar a la pared—. Y Simone tendrá que estar con pa-pá.
Nicole se sintió asombrada de lo concisamente que Benjy había resumido sus consideraciones.
El niño parecía estar esperando.
—Entonces, ven con nosotros —dijo suavemente Nicole—. Tío Richard, Katie, Patrick, Ellie y yo te queremos mucho y deseamos tenerte con nosotros.
Benjy se volvió a mirar a su madre. Las lágrimas le corrían nuevamente por las mejillas.
—Iré contigo, ma-má —dijo, y le apoyó la cabeza en el hombro.
«Él ya había tomado su decisión —pensó Nicole, apretando contra su cuerpo a Benjy—. Es más listo de lo que creemos. Ha venido sólo para asegurarse de que se le quiere».