Muchas personas han realizado valiosas aportaciones a esta novela. Destaca entre ellas, por su gran influencia sobre el conjunto de la obra, nuestro editor Lou Aronica. Ya desde el principio, sus observaciones moldearon la estructura de toda la novela y su perspicaz revisión final fortaleció significativamente la cohesión del libro.
Nuestro buen amigo y persona de amplios conocimientos, Gerry Snyder, nos ha sido también de gran ayuda, al abordar generosamente cualquier problema técnico, grande o pequeño. Si los pasajes de la narración relacionados con la ciencia médica son correctos y verosímiles, se debe al doctor Jim Willerson. Cualquier error que pueda existir en tales pasajes es responsabilidad exclusiva de los autores.
Desde el primer momento, Jihei Akita se desvivió por ayudarnos a encontrar las ubicaciones adecuadas para las escenas japonesas. Se mostró también más que dispuesto a disertar largamente sobre las costumbres y la historia de su nación. En Tailandia, la señora Watcharee Monviboon fue una excelente guía de las maravillas de ese país.
En la novela se habla con considerable detalle acerca de mujeres, especialmente de sus sentimientos y de su forma de pensar. Bebe Barden y Stacey Lee se mostraron siempre dispuestas a conversar sobre la naturaleza femenina. La señora Barden fue especialmente útil también con las ideas que aportó para la vida y la poesía de Benita García.
Stacey Kiddoo Lee realizó muchas aportaciones concretas a El jardín de Rama, pero lo absolutamente vital fue su desinteresado apoyo a todo el trabajo en general. Durante la redacción de la novela, Stacey dio además a luz a su cuarto hijo, Travis Clarke Lee. Stacey, muchas gracias por todo.