Me gustaría expresar mi agradecimiento a algunos médicos indios que se mostraron excepcionalmente acogedores conmigo durante mi visita a la India, en particular al doctor Gagan Gautam, quien dedicó un día entero de su apretada agenda a enseñarme hospitales indios, tanto privados como públicos. También querría dar las gracias al doctor Ajit Saxena, quien no solamente me permitió visitar su centro médico privado, sino que además me invitó a su hogar para conocer a su familia y disfrutar de una maravillosa cena casera india. Y gracias también al doctor Sudhaku Krishnamurth, quien me presentó a las dos personas mencionadas.
Además de expresar mi reconocimiento a estos médicos, me gustaría eximirles de cualquier responsabilidad sobre la historia, las descripciones o las leves exageraciones presentes en Cuerpo extraño, sobre las que asumo toda la responsabilidad. Por ejemplo, el doctor Gautam, tras leer el manuscrito, me comentó: «Nunca he visto gente subida al techo de los autobuses en Delhi. Colgando a los lados, sí, pero no en el techo». Después de meditarlo un poco me di cuenta de que tenía razón. Siempre que lo vi, fue fuera de la ciudad.
Finalmente, querría manifestar mi agradecimiento a la India. Durante mi visita descubrí que es una mezcla abrumadora y fascinante de contrastes: un país rico y sin embargo pobre, dotado de una belleza serena y a la vez lleno de injusticias, moderno y aun así medieval. Es un país que vive al mismo tiempo en tres siglos distintos, con una historia fascinante de la que conocía muy poco, y poblado de gente creativa, inteligente, hermosa y hospitalaria. En pocas palabras: un país al que estoy deseando volver.