Aunque la responsabilidad y los errores en la elaboración y compilación de esta obra me pertenecen, la tarea hubiera sido más ardua y peor el resultado de no haber contado con la ayuda de muchas personas, entre ellas William L. Crawford, John Eggeling, Walter Gillings, Ejler Jakobsson, Sam Moskowitz, Frank Parnell, Hector R. Pessina, Richard S. Shaver, William F. Temple, J. Grant Thiessen, E. C. Tubb, Donald A. Wollheim y, sobre todo, Phillip Harbottle, por su habilidad en aportar la solución adecuada en el momento oportuno. Para ellos, y para aquellos a quienes involuntariamente haya omitido mencionar, mi gratitud más sincera.