Al acabar el año 1955, la extinción de las publicaciones baratas había dado paso a cierta calma en el océano de la ciencia ficción. Varias revistas de formato reducido habían abandonado también el campo, pero eran numerosas las que sobrevivían. Parece lo más indicado hacer un breve resumen de las sobrevivientes y sus directores.
«Amazing Stories», la más antigua de todas, era ya una publicación de formato reducido, dirigida por Howard Browne junto con una compañera muy reciente, «Fantastic». Durante el año 1953, Browne dispuso de un presupuesto más amplio, lo que le permitió adquirir literatura de buena calidad, pero con el paso de los años fueron recortándose las disponibilidades económicas y el nivel de los relatos descendió. Pese a todo, en noviembre de 1955 «Amazing» pasó a ser mensual, en tanto que «Fantastic» proseguía siendo bimestral.
De forma casual, aquella primera «Amazing» mensual coincidió con el número 300 de la publicación. Noviembre de 1955 señaló también la aparición del número 300 de «Astounding». Y a excepción de 82 números, todos los demás estuvieron bajo el férreo control de John W. Campbell. En los diez años que seguirían, «Amazing» y «Astounding» mantendrían su codo a codo como las revistas de ciencia ficción más antiguas que sobrevivían.
Columbia Publications continuaba con «Science Fiction Stories», «Future SF» y «SF Quarterly». En 1955, «Science Fiction» se había convertido en la revista principal de la firma, yendo ahora precedida de la frase «The original…» (La original) para enlazarla con la «Science Fiction» iniciada en 1939 bajo la dirección de Charles Horning. «Future» había sido temporalmente relegada a un programa de publicación irregular. «SF Quarterly» mantenía su periodicidad y había permanecido como publicación barata; un caso verdaderamente raro. Era la única superviviente de entre ellas, pero no la única revista de este tipo.
Como ya he subrayado en anteriores ocasiones, Ray Palmer nunca fue un conformista. Durante la guerra, cuando la escasez de papel había forzado a numerosas revistas a limitar sus páginas, Palmer duplicó el número de sus publicaciones. A mitad de la década de 1950, cuando la mayoría de las revistas» transformaron su formato en reducido (digest) o desaparecieron, ¡Palmer convirtió su «Other Worlds» en revista de tipo barato! Sí, «Other Worlds». Tras cambiar el nombre de la publicación por el de «Science Stories» y posesionarse de «Universe» durante el último año, Palmer decidió que las tendencias contemporáneas de la ciencia ficción iban produciendo una progresiva paralización del género. Pero admitió en sus editoriales que «Other Worlds» funcionaba con un presupuesto ridículo. Adoptó el formato de tipo barato para llamar la atención, aunque pronto descubriría que no estaba de acuerdo con los tiempos, ¿Le abandonaba su acierto con el sensacionalismo?
«The Magazine of Fantasy and Science Fiction» mantenía aún su excepcionalmente elevada calidad. Anthony Boucher era ya su único director, puesto que Mick McComas se había retirado en 1954 por motivos de salud.
«Galaxy» aparecía regularmente junto a «Astounding», y su compañera, la serie «Novel», lo hacía esporádicamente. Durante el boom, «Galaxy» había tenido también una compañera en cuanto a fantasía «Beyond», que sobrevivió diez números, fue muy popular y se la compara a menudo con la sucesora natural de la «Unknown» de Campbell. De entre los numerosos relatos que publicó quizá los más recordados sean Babel II de Damon Knight en torno al caos del lenguaje; The Wall around the World (El muro alrededor del mundo), un clásico de Theodore Cogswell, y Talent (Talento), macabro cuento de Theodore Sturgeon sobre un niño con poder. Por desgracia se vio abocada a la asfixia a partir del boom
«Fantastic Universe» había establecido con firmeza como publicación mensual y mantenía una línea que ofrecía fantasía y ciencia ficción. Era lo bastante distinta de «F & SF» como para asegurarse la supervivencia, y, con todo, astutamente similar para igualarla en éxito. Leo Margulies continuaba al timón, aunque pronto iba a entrar en escena otra figura, Hans Stefan Santesson.
La «Imagination» de William Hamling había sido mensual durante todo el boom, pero en agosto de 1955 aparece bimestralmente. En tal fecha alternaba con la nueva revista de Hamling, «Imaginative Tales», que había nacido en septiembre de 1954, todo como vehículo para ofrecer extensas novelas de fondo, y dejando a «Imagination» las obras más breves. De esta forma captó gran número de lectores, pero nunca llegó a tener tanto éxito. Recordaba a la «Amazing» de los últimos años de la década anterior, que el propio Hamling había dirigido en la sombra, y contenía varias novelas de fondo de ópera espacial, obra de Edmond Hamilton, atrayendo así a los lectores desamparados tras la muerte de «Planet-Stories».
Y, por último. James Quinn seguía dirigiendo con valentía «If», revista que celebraba su treintena de números. Quinn recibía cierta ayuda de los redactores, uno de los cuales había sido Larry Shaw. Este se marchó en 1954, uniéndose después a Royal Publications. En dicha editorial, Irwin Shaw —no emparentado con Larry, pese al apellido común— estaba interesado en lanzar una revista de ciencia ficción, y Larry Shaw se convirtió en su director. «Infinity SF» apareció en noviembre de 1955, siendo la primera de las revistas posteriores al boom. Contenía una novela corta de William Tenn, e incluía un cuento corto de Arthur C. Clarke, The Star (La estrella), que obtuvo el Premio Hugo al mejor relato corto del año. Si «Infinity» empezaba así, ¿adónde sería capaz de llegar?
Una indicación la proporcionaba un autor al que Shaw había lanzado publicando su primer relato de ciencia ficción. El segundo número de «Infinity» (febrero de 1956) ofreció obras de numerosos nombres importantes, entre ellas una de robots, brillante y divertida, titulada Internal Combustión (Combustión Interna) y escrita por L. Sprague de Camp. Pero también contenía Glow Worm (Luciérnaga) de Harlan Ellison, cuento en torno a un fenómeno humano, un hombre que resplandecía. Ellison ya era famoso entre el fandom por su importante fanzine «Dimensions». ¿Quién podía imaginar que diez años después Ellison cambiaría la mismísima faz de la ciencia ficción?
Con Ellison en los Estados Unidos y J. G. Ballard en Gran Bretaña, ambos emergiendo a mitad de la década de 1950, apoyados por no número creciente de escritores de talento, resultaba obvio que la ciencia ficción estaba preparándose para emprender nuevos rumbos y demoler nuevos tabúes.
Si hay que hablar de una literatura de cambio, por fuerza es la ciencia ficción. Y el laboratorio en el que estos cambios fueron ensayados y comprobados fue la revista de ciencia ficción. ¡Cuán muerto habría estado el mundo sin ellas!
MIKE ASHLEY
Octubre de 1975