11. Tendencias

Philip José Farmer recibió en 1953 el Premio Hugo al mejor autor novel de ciencia ficción, por The Lovers y el resto de sus contribuciones al género en los principios de su carrera.

Fue el primer año de los premios, presentados en la Convención Anual Mundial de Ciencia Ficción que tuvo lugar en septiembre. La convención se celebra normalmente en los Estados Unidos, pero lo ha hecho dos veces en Gran Bretaña, una en Alemania y otra en Australia. A menudo, los seguidores (fans) y asistentes habían discutido y votado a sus escritores, artistas y relatos favoritos, pero hasta 1953 no se otorgó un premio tangible. Tomó la forma de una nave espacial moldeada en metal y recibió el nombre, cosa muy natural, de Hugo Gernsback. Resultó una ironía que, el mismo año de la aparición del Premio, Gernsback se viera obligado a reconocer su derrota con «Science Fiction Plus» y abandonara el campo editorial de la ciencia ficción. Gernsback murió el 19 de agosto de 1967 cuando contaba ochenta y tres años de edad. Dedicado a la ciencia hasta sus últimos momentos, había donado su cuerpo para investigación médica.

Las especialidades por las que se vota anualmente el Hugo varían, aunque existe un núcleo bien definido, y ofrecen una excelente guía de gustos dentro del campo. En 1953, el premio a la mejor revista fue otorgado a «Astounding» y «Galaxy», subrayando así la meteórica carrera de esta última hacia la fama. Esta revista todavía se apuntó otro tanto, puesto que el galardón a la mejor novela recayó en The Demolished Man (El hombre demolido), de Alfred Bester, que había sido publicada como folletín en la mencionada revista entre enero y marzo de 1952. Además, se entregó un Hugo especial a Willy Ley por su maestría en artículos sobre hechos científicos. Y Ley había escrito una sección regular de este tipo, «For Your Information», para «Galaxy» desde marzo de 1952. En cuanto al mejor artista de cubiertas, se produjo también empate, entre Hannes Bok y Ed Emsh. Bok nunca fue un artista fecundo y había realizado pocas cubiertas de revista durante 1951-1952. Su obra, caracterizada por sus extrañas técnicas de «ventana con vidrio de colores», ha sido muy solicitada desde entonces, y su muerte en 1964, poco antes de su quincuagésimo aniversario, contribuyó aún más a convertir su nombre en leyenda.

Ed Emshwiller, tal es su apellido completo, merece ser considerado entre los artistas de ciencia ficción más dotados y realistas. Su talento para crear escenas es insuperable, al igual que su habilidad para describir personas. Su primera cubierta fue para «Galaxy» (junio de 1951), y en un principio la mayor parte de sus obras fueron a parar a dicha revista… Otro honor más para «Galaxy».

El Hugo para las mejores ilustraciones interiores recayó en Virgil Finlay, probablemente el mejor artista del período en negro. Sus obras aparecieron por todas partes al iniciarse la década de 1950, ya que ninguna revista podía pagarle lo bastante como para reclamarlo en exclusiva. Algunos de sus trabajos más soberbios se encontraban por entonces en «Startling», «Thrilling Wonder» y las revistas de Ray Palmer.

En 1954 no se concedieron premios, pero éstos pasaron a ser un acontecimiento de primera magnitud a partir de 1955. En dicho año, «Astounding» estuvo a punto de acapararlos todos, ganando claramente en la categoría de revistas, aparte de haber publicado la novela, novela corta y relato corto vencedores. La artista galardonada, Kelly Freas, estaba muy relacionada igualmente con la revista. «Astounding» trataba de no perder terreno pese a la formidable oposición.

Y esto me da un buen motivo para revisar aquí la literatura que había aparecido de 1950 a 1955.

Uno de los actuales y principales exponentes de la ciencia ficción es Philip K. Dick. Su primera obra publicada fue un cuento corto, Beyond Lies The Wub (Más allá yace el Wub) («Planet Stories», julio de 1952), concentrándose durante algún tiempo en obras breves y apareciendo en casi todas las revistas del género antes de que se dedicara a las novelas. Dick poseía una habilidad especial para hacer surgir lo inesperado en sus relatos, y en este período lo demostró en obras tales como The Defenders (Los defensores) («Galaxy», enero de 1953), en la que la humanidad se oculta en el subsuelo y deja los robots en la superficie para que se enfrenten a la guerra. Sin que lo sepan los humanos, los robots firman la paz casi inmediatamente y suministran falsas informaciones a la humanidad para quedarse solos en la superficie. En Impostor («Astounding», enero de 1953) el lector se ve inmerso en una búsqueda para descubrir la identidad de un impostor en nuestro medio que es en realidad una bomba ambulante.

Dick hizo su aparición casi en la misma época que Robert Sheckley, que durante los años 1953-1954 se mostró asombrosamente prolífico. La mayoría de sus relatos están tramados con una mezcla de humor y realismo. Un buen ejemplo de ello, Hands Off (¡No tocar!), está incluido en este libro. Sheckley fue uno de los primeros escritores en realizar la transición de las revistas de ciencia ficción a las publicaciones «pulcras», como «Playboy».

Y otro fue Charles Beaumont, que después adquiriría gran fama como guionista de Hollywood. Vendió su primer relato a Howard Browne, quien lo publicó en «Amazing» en enero de 1951. De forma que Beaumont, que llegó a ser un gran escritor de ciencia ficción y terror para las revistas no especializadas, había empezado trabajando para las publicaciones baratas. Murió trágicamente en febrero de 1967 cuando contaba tan sólo treinta y ocho años. A mitad de la década de 1950, la mayoría de escritores de nota pasaron de las revistas de ciencia ficción a las «pulcras», y ello en las primeras etapas de sus carreras. Pero el caso contrario fue el de Kurt Vonnegut, nombre muy apreciado en el género actualmente, aunque él niega escribir ciencia ficción. Nunca vendió directamente una obra a las revistas del género; siempre lo hizo a las no especializadas…, pero sólo después de que los escritores de ciencia ficción barata abriera la puerta. Sus primeros relatos, como Thanasphere, que apareció en «Collier's» (2 de septiembre de 1950) y en el que un piloto de pruebas de un cohete encuentra espíritus orbitando la Tierra, tenían argumentos más bien flojos en torno a tópicos del género. ¿Podría Vonnegut haber alcanzado la fama si escritores como Lemster, Heinlein y Bradbury no hubieran abierto ya aquel mercado?

Gordon R. Dickson logró una ingeniosa producción con The Monkey Wrench (La llave inglesa) («Astounding», agosto de 1951), en el que un hombre desconcierta a una computadora empleando medios lógicos. El uso de la lógica en ciencia ficción era un buen trampolín para el humor, y el británico Eric Frank Russell lo demostró con Diabologic (Diabológica) («Astounding», marzo de 1955), en la que un hombre engaña a extraterrestres por tales medios. Russell estaba en su mejor momento en aquella década y obtuvo el Premio Hugo por Allamagoosa («Astounding», mayo de 1955), que narra la divertida búsqueda por parte de la tripulación de una astronave del «allamagoosa» que consta en su inventario. El soberbio Dear Devil (Querido demonio) («Other Worlds», mayo de 1950) de Russell tenía también categoría de Hugo. Explica cómo un poeta y artista marciano, horrible, azulado y dotado de tentáculos, desciende a la Tierra tras descubrir que apenas hay vida en ella. Con gran tacto, se hace amigo de un grupo de niños desamparados. En este relato, Russell puso en juego un argumento perfecto para la tolerancia racial. Y, una vez más, su aparición en la revista de Palmer demuestra que éste era perceptivo y no dependía únicamente del sensacionalismo.

Russell proseguiría sus paralelos raciales alienígenas en narraciones como The Witness (El testigo) («Other Worlds», septiembre de 1951), en la que una extraterrestre es enjuiciada por considerársela como una amenaza, aunque al final resulta haber venido a la Tierra buscando un refugio. En Fast Falls the Eventide (La tarde cae rápidamente) («Astounding», mayo de 1952), los humanos son enviados a otros planetas para predicar la hermandad universal; y Postscript (Postdata) («SF Plus», octubre de 1953), en la que un hombre mantiene correspondencia con una mujer extraterrestre sólo para descubrir que se trata de un hongo abominable, muestra de nuevo la habilidad de Russell.

¿Se habrían escrito relatos así si las revistas de ciencia ficción no hubieran existido?

Otro nombre importante durante la década de 1950 fue el de Walter M. Miller. Miller se había presentado, en realidad, en 1950 en el «American Mercury», y en enero de 1951 «Amazing Stories» incluyó su relato Secret of the Death Dome (El secreto de la cúpula mortal), retitulada así por la editorial. Miller poseía un gran talento para la descripción y narración de hechos verosímiles, I Made You (Yo te fabriqué) («Astounding», marzo de 1954) es un terrible relato sobre un robot resuelto a terminar con su operador. La «Astounding» de enero de 1955 incluía The Darfstellar (El actor), que se centra en torno a un hombre que se encuentra en una compañía de teatro interestelar compuesta por robots. Con esta novela corta obtuvo Miller su primer Hugo. Posteriormente obtendría un nuevo Hugo, en 1960, por su novela A Canticle for Leibowitz (Cántico por Leibowitz), cuya acción sucede en una Tierra posterior al holocausto atómico y en la que la orden religiosa de san Leibowitz —un científico canonizado— se esfuerza para que aquel mundo caótico recobre cierta normalidad. Se trataba de una obra maestra, y es indudable que seguirá reeditándose en el futuro. Aquella novela estaba constituida en un principio por tres novelas cortas relacionadas, habiendo aparecido la primera de ellas, A Canticle for Leibowitz, en el número de abril de 1955 de «F & SF».

El nombre de Frank Herbert, en la actualidad, está irremediablemente unido a su trilogía sobre Dune. Pero su presentación en el género de la ciencia ficción se remonta nada menos que a 1952, cuando «Startling» publicó su relato corto Looking for Something (Buscando algo). En 1955 había concluido su primera novela, Under Pressure (Bajo presión), que fue publicada como folletín en «Astounding» a partir de noviembre de 1955 y muy elogiada por su realismo. La acción se desarrolla en tiempo de guerra y en un submarino atómico del futuro que pretende capturar un suministro petrolero. La acción rebosa de intriga, puesto que uno de los miembros de la tripulación es un saboteador. Publicada en forma de libro en 1956 con el título The Dragón in the Sea (El dragón en el mar), ha visto numerosas reediciones desde entonces.

Me vienen a la cabeza muchos otros nombres, pero la falta de espacio me obliga a mencionarlos simplemente de pasada. El primer relato de Edgar Pangborn, Angel's Egg (El huevo del ángel) («Galaxy», junio de 1951), no necesita ser resumido aquí, puesto que es una de las narraciones que han figurado en más ocasiones en antologías. Ward Moore es un nombre despreciado en la actualidad pese a sus excelentes contribuciones al género, en especial Bring the Jubilee (Traed el jubileo) («F & SF», noviembre de 1952), la concluyente historia alternativa de la Tierra presumiendo que el sur ganó la guerra civil estadounidense. Moore prosiguió su obra con Lot («F & SF», mayo de 1953) y Lot's Daughter («F & SF», octubre de 1954), cuya acción se desarrolla tras la devastación atómica de la Tierra y en torno a los problemas de la adolescencia. De este período se recuerda cariñosamente al doctor Alan E. Nourse, sobre todo por Counterfeit (Falsificación) («Thrilling Wonder», agosto de 1952), una de las narraciones más fascinantes en torno al tema de un extraterrestre que asume la identidad de un miembro de la tripulación de una astronave. Nourse había escrito con anterioridad Tiger by the Tail (El tigre por la cola) («Galaxy», noviembre de 1951), inteligente contorsión en relación a las teorías dimensionales de Möbius, y sería muy recordado después por Brightside Crossing (La travesía de la cara brillante) («Galaxy», enero de 1956), uno de los relatos más fascinantes sobre Mercurio, tal como por entonces se imaginaba a dicho planeta.

Las escritoras también estaban ganando reputación. Margaret St. Clair ya se había hecho un nombre en 1950 con inteligentes relatos como The Gardener (El jardinero) («Thrilling Wonder», octubre de 1949), en el que un burócrata corta un árbol sagrado de un planeta, siendo condenado a la última pena y empezando a convertirse en árbol. Clair utilizó un seudónimo, Idris Seabright, en fantasías especiales de «F & SF», aunque un relato auténticamente avanzado en torno al acto amoroso, Short in the Chest (Estrecho de pecho), apareció realmente en «Fantastic Universe» (junio de 1954), Zenna Henderson hizo de «F & SF» su casa, presentándose en octubre de 1951 con Ararat, la primera de sus múltiples historias sobre «The People» (La gente), refugiados extraterrestres de forma humana perdidos en la Tierra. El tema constante de la serie es el intento de varios de ellos por mezclarse entre los humanos. Henderson empleó una combinación perfecta de ternura y tragedia, y esta serie la ha convertido en una de las principales escritoras del género.

Un relato memorable fue Pictures Don't Lie (Las imágenes no reposan) («Galaxy», junio de 1951), en el que la televisión ofrece la llegada de extraterrestres a la Tierra. La sorpresa del epílogo está escrita con inigualable maestría.

Una importante escritora, Anne McCaffrey, hizo su presentación en aquella época con una brevísima viñeta, Freedom of the Race (Libertad de la raza), en el número de octubre de 1953 de «SF & Plus». Y 1954 anunció la primera obra de Marion Zimmer Bradley, aunque ya había vendido un poema a «Thrilling Wonder» tres años antes. Por fin, las mujeres hacían notar su presencia en la ciencia ficción. Tal vez ello fuera consecuencia de la maduración del género y de su nuevo énfasis en la humanidad por encima de la ciencia. O quizá la riqueza de emociones que contenían las obras de las escritoras era precisamente lo que Gold y Boucher buscaban.

Aunque arriesgándome a olvidar por completo a muchos autores, como Mack Reynolds, Randall Garrett, Milton Lesser, etc, no debo ignorar a los ya establecidos, porque ellos hacían mucho más que limitarse a contemplar cómo crecían los talentos más jóvenes.

Isaac Asimov estaba en su mejor momento. Su serie Fundación había concluido con la señalización de… And Now You Don't (parte de Segunda Fundación) en «Astounding» durante 1949. Luego surgió Pebble in the Sky (Un guijarro en el cielo) en «2 Complete Science Adventure Books», narrando cómo un hombre catapultado al futuro se convertiría en la clave de la salvación de éste. A continuación, «Galaxy» publicó como folletín The Stars Like Dust (Las estrellas que parecían polvo)[10] a partir del cuarto número de la revista y con el título Tyrann. Fue su novela obligada, si no superficial, sobre la persecución por toda la Galaxia en busca de un documento secreto para salvar a la humanidad. «Astounding» inició en octubre de 1952 su folletín The Currents of Space (Las corrientes del espacio)[11] que describe una intriga para salvar al planeta Florina de una inminente nova. En octubre de 1953, «Galaxy» ofreció el primer capítulo de The Caves of Steel (Bóvedas de acero),[12] la más importante obra de misterio y ciencia ficción de Asimov.

Robert Heinlein no publicaba exclusivamente en las revistas «pulcras». Su famosa novela The Puppet Masters (Los titiriteros),[13] en la que los extra terrestres ejercen control físico y mental sobre algunos hombres, fue publicada como folletín en «Galaxy» durante el año 1951, y en 1954 «F & SF» hizo lo propio con su novela juvenil Star Beast (Bestia estelar)[14]—con el título Star Lummox—, en la que un animalito alienígena es llevado a la Tierra con desastrosas consecuencias.

Hal Clement es uno de los maestros de la denominada hard science fiction[15] y logró una estimación todavía más amplia con la publicación como folletín de Mission of Gravity (Misión de gravedad) durante el año 1953 en «Astounding». Una valiosa sonda se estrella cerca de los polos de un planeta que, a causa de su rápida rotación combinada con un tamaño colosal, posee en los polos una gravedad de casi setecientas veces la de la Tierra, pero sólo tres veces mayor en el ecuador. La historia describe cómo se soluciona el problema y se recupera la sonda. Para los devotos de la ciencia ficción pura, esta novela se encuentra sin duda entre las más sagradas.

El fallecido James Blish se encumbró cada vez más a lo largo de la década con su fascinante serie Okie sobre las ciudades voladoras. La serie se inició con Okie («Astounding», abril de 1950); el desarrollo de un sistema antigravitacional permite que las ciudades abandonen la Tierra y el subsiguiente descubrimiento de una droga de la longevidad. Las posteriores narraciones conectadas incluían Bridge (Puente) («Astounding», febrero de 1952), su muy reeditado cuento en torno a los intentos de construir un puente en Júpiter.

Charles L. Harness era un principiante relativo. Su primera obra publicada, Time Trap (La trampa del tiempo), un inteligente relato de misterio tratando el viaje en el tiempo, lo fue en el número de agosto de 1948 de «Astounding». A continuación, Harness ofreció un verdadero tropel de ingeniosas narraciones. En 1953 provocó gran sensación su novela The Rose (La rosa), que explica cómo el hombre se convierte en superhombre. Esta obra no pudo encontrar mercado en los Estados Unidos y se publicó por primera vez en marzo de 1953 en la británica «Authentic». Una excelente novela y un gran escritor pudieron haberse malogrado de no haber sido por la existencia de la mencionada revista. Poco después, Harness dejó de escribir para dedicarse más a su familia, pero ha regresado recientemente al género con resultados más asombrosos si cabe.

El difunto Murray Leinster se mostró tan activo en esta década como lo había sido treinta años antes. Su soberbia novela corta The Gadget Had a Ghost (El artilugio tenía un fantasma) es una narración de primera categoría en torno a las paradojas del tiempo. Y Nightmare Planet (Planeta de pesadilla) («SF Plus», junio de 1953) culminó su serie sobre el extravagante futuro de la Tierra, ¡serie que había iniciado en 1920, en «Argosy», con The Mad Planet (El planeta loco)!

Además, Leinster ganó el Premio Hugo con su novela corta Exploration Team (Equipo de exploración), publicada por «Astounding» en marzo de 1956. Su talento era innegable, y su muerte, acaecida en junio de 1975 cuando estaba a punto de cumplir los setenta y nueve años, significó el fin de un importante capítulo de la ciencia ficción.

Frederik Pohl y Cyril Kornbluth, ambos muy respetados en el género, habían iniciado su carrera colaborando entre ellos y con otros escritores afines al iniciarse la década de 1940, y utilizando un sinfín de seudónimos. No aparecieron regularmente con sus auténticos nombres hasta la siguiente década. Pohl creó joyas como The Midas Plague (La plaga de Midas) («Galaxy», abril de 1954), cuya acción se desarrolla en el momento en que la sobreproducción se ha convertido en una amenaza real Y Kornbluth había contribuido con sus visiones tradicionalmente agrias, como The Altar at Midnight (El altar de medianoche) («Galaxy», noviembre de 1952) con su torva consideración sobre la vida de los astronautas. Trabajando en colaboración elaboraron novelas tan clásicas como Gravy Planet (Planeta regalado) («Galaxy». Junio-agosto de 1952), en la que enormes empresas tratan de «vender» Venus, y Gladiator-at-Law; (Abogado gladiador) («Galaxy», junio-agosto de 1954), que describe una violenta Tierra del futuro. Kornbluth también había colaborado con Judith Merril (que apareció como Cyril Judd) en varias obras, destacando Gunner Cade (Cadete artillero), publicada como folletín en «Astounding» durante el año 1952, que esboza el modelo de soldado del futuro, incapaz de pensar por sí mismo.

Al iniciarse la década de 1950 se produjo igualmente una avalancha de obras de Theodore Sturgeon, también fustigando las barreras del conformismo, cosa que resultó más fácil una vez que Mines aceptó la novela de Farmer. En Galaxy (Galaxia), Sturgeon subraya esencialmente temas humanos. Baby is Three (La niña es tres) (octubre de 1952) describe cómo una jovencita con extraordinarios poderes psi se une a otros talentos similares para formar un terrorífico cerebro Gestalt. Esta novela corta fue alargada hasta novela con el título More Than Human (Más que humano) y ganó en 1954 el Premio internacional Fantasy, en esencia un certamen británico organizado por Leslie Flood y cuyos galardones se otorgaron entre 1951 y 1957. Un vencedor anterior había sido Clifford Simak con la novela que recogía su serie City (Ciudad), publicada por «Astounding».

Si hay que denominar «época dorada» a los primeros años de la década de 1940 de «Astounding», entonces podría llamarse «época de platino» de la ciencia ficción al período 1946-1955. Ya he mencionado multitud de soberbias narraciones de tal década, pero, con todo, representan muy poco en comparación con los muchos centenares que se escribieron. Lo único que me queda es pedir a los lectores interesados que amplíen la investigación.