8. El diluvio universal

En 1951 apareció en Gran Bretaña una revista, dedicada a reediciones, que no provenía de fuentes estadounidenses. «Amazing Science Stories», revista de Manchester en gran formato, ofrecía relatos publicados originalmente en «Thrills incorporated», revista australiana.

Australia había tenido un buen lote de autores, destacando Alan Connell, que vendió algunos cuentos muy interesantes en la década de 1930 a «Wonder Stories» de Gernsback. El país no dispuso de su propia revista de ciencia ficción hasta marzo de 1950, fecha en la que apareció «Thrills Inc», con 50 páginas tamaño de publicación barata al precio de nueve peniques. Se editaba en Sydney y recogía obras de escritores locales que, no sabiendo demasiado de ciencia ficción, copiaban descaradamente sus relatos de las revistas estadounidenses. Los seguidores locales no tardaron en denunciar esta situación, con el resultado de que surgió más ciencia ficción inédita australiana, en tanto la revista seguía utilizando reediciones estadounidenses, pero sin ocultar su procedencia. Sin embargo, los relatos originales eran predominantemente juveniles, y la revista no acababa de afianzarse. Norma K. Hemming fue probablemente la escritora más lograda, siendo en realidad originaria de Ilford, Essex. Emigró a Australia en 1949, y sus obras aparecerían en todos y cada uno de los últimos siete números de «Thrills Inc», así como en las revistas de la Nova durante la década de 1950. Por desgracia, murió en julio de 1960, cuando sólo tenía treinta y dos años.

«Thrills Inc» quebró en junio de 1952 después de publicarse 23 números de la revista. Las subsiguientes publicaciones australianas consistieron fundamentalmente en reediciones estadounidenses con alguna inclusión ocasional de material indígena. Vol Molesworths Graham Stone, importantes entusiastas australianos, efectuaron la mayor parte del trabajo secundario en tales publicaciones, un eco muy lejano de lo que podría considerarse como una revista verdaderamente independiente, original, australiana.

Los australianos tenían la ventaja de poder leer la ciencia ficción estadounidense en su idioma nativo. Pero no sucedía lo mismo en otros países, en los que el lector dependía de las traducciones. Con todo, cuando el auge de la ciencia ficción reverberó por todo el mundo, dichas traducciones aparecieron cada vez con más frecuencia.

Argentina, por ejemplo, había conocido una esporádica revista, «Narraciones Terroríficas», desde 1939 hasta 1950, con un total de 72 números. Luego surgió «Hombres del Futuro», de la que aparecieron tres números en formato de publicación barata con obras originarias de «Thrilling Wonder». Pero más importante fue «Más Allá», que se presentó al público en junio de 1953 con una periodicidad mensual y editada en Buenos Aires. En un principio ofreció reediciones, pasando luego a incluir numerosas obras de autores sudamericanos. Fue la publicación más importante de ciencia ficción en América del Sur durante la década de 1950.

La revista sueca «Veckans Adventyr» cambió su contenido a partir de 1946, abandonando la ciencia ficción y ofreciendo narraciones del oeste y aventuras. Esta publicación periódica había nacido en octubre de 1940 con el nombre de «Jules Verne Magasinet». Desapareció en febrero de 1947 después de 331 números. Suecia no dispondría de otra revista de ciencia ficción importante hasta marzo de 1954, fecha en la que los hermanos Kurt y Karl-Gustaf Kindberg de Jönköping publicaron su propia revista, «Häpna», bajo la dirección de Kjell Ekström. Se trataba de una publicación mensual, en tamaño reducido (digest), muy dependiente, al principio, de reediciones, aunque posteriormente cultivó talentos suecos como Bjorn Nyberg, conocido fundamentalmente en la actualidad por sus relaciones con L. Sprague de Camp y los relatos «Conan» de Robert E. Howard. «Häpna» dio vida al fandom sueco y por tal motivo se la considera de gran importancia en aquel país.

Constituye una gran sorpresa el que Holanda tuviera una revista nativa de ciencia ficción inmediatamente después de la guerra. Ben Abbas, destacado entusiasta (fan) logró con su esfuerzo individual publicar el primer número de «Fantasie en Wetenschap» (diciembre de 1948). Esta publicación mensual, de formato reducido, vio cuatro números hasta que los problemas hicieron imposible que prosiguiera. Pero la revista, con material holandés, se erige como un monumento a los esfuerzos holandeses en aquellos días de agobio. Al cabo de cuatro años apareció otra revista holandesa, «Planeet», que se nutrió de fuentes británicas, como la serie «Old Growler». Pero no pasó del primer número.

México sufrió una avalancha de revistas de ciencia ficción en este período. Casi todas ellas presentaban traducciones piratas de originales estadounidenses, motivo por el que los escritores nunca recibieron un céntimo. La primera revista fue «Los Cuentos Fantásticos», y fue lanzada con un ritmo sorprendente: sólo en junio de 1948 aparecieron tres números, Pero a partir de entonces su regularidad fue decreciendo y desapareció en mayo de 1953 tras haberse publicado 44 números. Dos años más tarde se puso a la venta «Enigmas», también con reediciones estadounidenses, obteniendo la misma popularidad.

La primera revista de ciencia ficción en lengua italiana surgió en abril de 1952. Se llamó «Scienza Fantástica» y publicó siete números, todos ellos con material ya conocido. Cuando desapareció, Mondadori, la mayor editora italiana, produjo una revista quincenal, «Urania», que ofreció reediciones de novelas estadounidenses y británicas. «Urania» obtuvo un gran éxito, alcanzando pronto ventas de cincuenta mil ejemplares por número, y se convirtió en la principal publicación del Mediterráneo.

Francia estuvo notablemente ausente de la ciencia ficción durante un largo período, con las excepciones de «Conquêtes», que a duras penas publicó dos números antes de la guerra, y «V», con una sola publicación después de la contienda mundial. Pero en octubre de 1953 apareció «Fiction», una edición francesa de «F & SF», bajo la batuta de Maurice Renault. Inicialmente, la revista dependió en gran medida de su publicación materna, pero en años posteriores incluyó con regularidad obras de autores franceses y belgas, destacando las de Charles Henneberg y Gerard Klein.

Alemania es mencionada actualmente como el hogar de «Perry Rhodan», que llegó a su madurez en la década de 1960. Pero a excepción de una enigmática publicación «Kapitán Mors», que existió antes de la primera guerra mundial, la edición de revistas de ciencia ficción en Alemania fue infecunda hasta 1953, aunque dicho país produjo una brillante película muda de ciencia ficción, Metropolis (1926). Gracias a los esfuerzos de Walter Ernsting nacieron tres revistas. «Utopia-Kleinband» fue la más juvenil, ¡intitulada con el nombre de un personaje secundario que protagonizaba una novela de fondo en torno a las aventuras de Jim Parker en el espacio! «Utopia-Grossband» ofrecía fundamentalmente reediciones. La primera revista adulta de ciencia ficción con material inédito y reediciones, no apareció en Alemania hasta diciembre de 1955, al salir al mercado «Utopia-Sonderband».

Incluso Japón tuvo una revista. En 1950 se habían publicado algunos números de «Amazing» y más tarde, en 1954, se puso a la venta un sólo número de «Seiun», conteniendo cuatro reediciones y tres relatos nativos.

Sin lugar a dudas, la ciencia ficción tenía en aquel momento lectores de todo el mundo, pero los Estados Unidos dictaban las normas. Tan sólo Gran Bretaña disponía de cierta cantidad de escritores que tal vez pudieran hacer lo propio, y no se encontraban aún en esa etapa. Cuando en 1953 los Estados Unidos experimentaron un auge fenomenal, todas las miradas se centraron en ellos para ver lo que sucedía.