6. ¿Ciencia o sensatez?

En 1950 no había duda alguna repecto a que «Astounding» era la revista de más calidad. Una de sus firmas más respetadas era la de L. Ron Hubbard. Lafayette Ronald Hubbard nació en Tilden, Nebraska, en 1911» Escritor habitual de aventuras, vendía a publicaciones baratas como «Argosy», cuando apareció por primera vez en «Astounding» (1938) con The Dangerous Dimensión (La dimensión peligrosa), cuento humorístico sobre un profesor que podía trasladarse a cualquier parte con el pensamiento. Hubbard, gracias a su habilidad para tramar un relato fascinante y llevarlo a extremos imaginativos, pasó a ser un anfitrión de primera en «Unknown». Al mismo tiempo escribió ciencia ficción de alta categoría para «Astounding», destacando Final Blackout (Apagón final), señalizada durante el año 1940, que narraba el ascenso al poder de «el teniente» en un mundo asolado por la guerra perpetua. Apareció en la época en que la guerra en Europa alcanzaba el final de su primer año, aunque se había supuesto que concluiría en cuestión de semanas, y la obra hirió en lo vivo a muchos de sus lectores. La polémica resultante catapultó a la fama el nombre de Hubbard. Después del conflicto, con el transparente seudónimo de Rene Lafayette, Hubbard creó una serie tremendamente entretenida que se inició con Ole Doc Methuselah (Matusalén Ole Doc) («Astounding», octubre de 1947). Ole Doc era un Soldado de la Luz, tenía setecientos años de edad, viajaba por el universo dispensando sus servicios médicos y, de una forma u otra, se veía envuelto en política planetaria aunque no lo deseaba. La serie finalizó con Ole Mother Methuselah (Matusalén Ole Mother) en el número de enero de 1950, y sus siete relatos fueron muy populares.

Los números de febrero y marzo de 1950 mantuvieron vivo el hombre de Hubbard con el controvertido serial To the Stars (Hacia las estrellas), describiendo los sacrificios que el hombre debe realizar para explorar el espacio. Con estos antecedentes, los entusiastas aguardaban ansiosamente el número de mayo de 1950 de «Astounding», ya que Campbell había anunciado que contendría un artículo principal de Hubbard dando a conocer una ciencia totalmente nueva: la dianética. Coincidiendo con la publicación del artículo, Hermitage House de Nueva York puso a la venta un libro de Hubbard, en cartoné, titulado Dianetics: The Modern Science of Mental Health (Dianética: La ciencia moderna de la salud mental).

El artículo y el libro originaron una explosión entre la fraternidad de la ciencia ficción. ¿Qué era la dianética? ¿Una ciencia?

Hubbard postuló que la mente está sustancialmente dividida. La mente analítica es la parte totalmente consciente, la que diariamente almacena y registra hechos y pensamientos, la parte que, usted, ahora, utiliza para pensar sobre esto. Pero también existe una mente reactiva que sigue guardando información aun cuando la analítica se encuentre extremadamente ocupada con determinado hecho de importancia. Si dicha mente reactiva se preocupa por problemas que deberían ser resueltos por la analítica, hay muchas posibilidades de que el problema sea solucionado erróneamente, con efectos desastrosos para el individuo. Esto es semejante a un computador que posea dos bancos de memoria, uno de ellos con mala información pero que, no obstante, puede facilitarla en un momento dado. Hubbard afirma que los falsos bancos de memoria, posibles causantes de daño, pueden ser borrados mediante hipnosis, con el resultado de que el individuo se convierte en lúcido, totalmente cuerdo, pudiendo pensar con claridad la solución de un problema sin necesidad de depender de alguna solución previa que, probablemente, sería incorrecta.

Hubbard sostuvo que su método curaría todas las enfermedades mentales. ¡Algo insólito! Campbell estaba convencido de que Hubbard había descubierto algo valioso. A este respecto, un aspecto tremendamente revelador ha sido expuesto hace poco tiempo por Alfred Bester, escritor de ciencia ficción en su contribución My Affair with Science Fiction (Mi relación con la ciencia ficción) a Hell's Cartographers (Los cartógrafos del infierno) (1975), dirigido por Brian Aldiss y Harry Harrison. Bester recuerda una conversación que mantuvo con Campbell después de que el director recibiera el artículo de Hubbard sobre la dianética y se apresurara a publicarlo. Éstos fueron los comentarios de Campbell:

No lo sabes, no tienes ningún medio de saberlo, pero es el fin de Freud… La psiquiatría, tal como la conocemos, ha muerto… Freud ha sido destruido por uno de los descubrimientos más grandes de nuestro tiempo…, la dianética… Fue descubierta por L. Ron Hubbard, y ganará el Premio Nobel de la Paz por ello.

Campbell defendió la causa, y pronto Hubbard pudo crear su Fundación de la Dianética. Multitud de pacientes reclamaron sus servicios y los del equipo que Hubbard había constituido. Uno de los miembros de dicho equipo era un importante escritor de ciencia ficción, A. E. van Vogt, que ocupó el cargo de «oyente». Su misión consistía en escuchar al paciente mientras éste explicaba su pasado bajo hipnosis, limpiando así sus bancos de memoria. Si tenemos en cuenta que muchas de las novelas de Van Vogt, en especial Sian, se habían ocupado de supermentes, era inevitable que el escritor se sintiera atraído por el reclamo de la dianética. Otra escritora atrapada por el lazo de la «ciencia» fue Katherine MacLean. En aquel momento, Hubbard, Van Vogt y, hasta cierto punto, MacLean, dedicados a la dianética, abandonaron por completo la ciencia ficción, lo que significó una pérdida desastrosa, .

La profesión médica no tardó en atacar la «ciencia» de Hubbard, ridiculizándola como vil charlatanería. En el transcurso de unos cuantos años toda la empresa estuvo sujeta a desavenencias y separaciones. Por una ironía, la primera persona supuestamente «lúcida» fue la segunda esposa de Hubbard, Sara. ¡Pero en 1951 Sara solicitó el divorcio alegando que su marido estaba loco!

Campbell repudió por fin la dianética en 1951, y el mundo de la ciencia ficción se recompuso. Pero la dianética prosperó en sus diversas encarnaciones y Hubbard, como resultado, se hizo rico rápidamente. Se rumorea que éste, tras ser rechazado por la marina en 1946 (por incapacidad psicológica), manifestó su descontento a través de la literatura de tipo barato, planeando una campaña para hacerse rico rápidamente. ¿Fue la dianética su plan? Si es así, resultó. A mediados de la década de 1950, cuando la dianética se enfrentaba a problemas legales, Hubbard se trasladó a Arizona y propuso su nueva doctrina, un vástago de la anterior: la cientología. Estableció una Fundación en Gran Bretaña y la organización se convirtió en una religión, la Iglesia de la Cientología. En 1963 Hubbard, según la opinión común, vendió su negocio por una importante suma de dinero y se retiró a su flota de cinco yates navegando por el Mediterráneo. En la actualidad, la cientología, prohibida en Gran Bretaña, todavía florece. ¿Cuántas personas saben que fue idea de uno de los principales escritores de ciencia ficción en publicaciones baratas?

Durante 1950, cuando la dianética irrumpió en el mundo de la ciencia ficción, era evidente que muchos puristas del género se mostraban muy escépticos ante las teorías de Hubbard. Es más: ¿no recordaba todo aquel caso algo por lo que el mundo de la ciencia ficción aún se tambaleaba, el «shaverismo»? Igual que las teorías de Shaver se habían adueñado de «Amazing» y Ray Palmer, «Astounding» y Campbell habían sido subyugados por la dianética. Era otro asunto de fanatismo…, y de repente, muy de repente, los fieles lectores de «Astounding» dudaron. Por un momento, la revista dejó de ser el bastión inexpugnable que había sido durante los últimos quince años. Y en ese preciso momento, en su punto de mayor vulnerabilidad, surgió «Galaxy».

El primer número de «Galaxy Science Fiction» estaba fechado en octubre de 1950, el mismo mes en el que «Astounding» incluía un nuevo artículo de Hubbard sobre la dianética, The Analytical Mind (La mente analítica). «Galaxy» era de tamaño reducido (digest), estaba primorosamente impresa en papel de buena calidad y sus 160 páginas se vendían a veinticinco centavos. Su primer número exhibió la mayoría de grandes autores del equipo de Campbell," iniciándose con la primera parte de un serial en tres capítulos. Time Quarry (Una y otra vez) de Clifford Simak, novela fascinante en la que seres informes afirman controlar todas las inteligencias vivientes del universo. También estuvieron presentes Isaac Asimov, Fritz Leiber, Theodore Sturgeon y Richard Matheson. El valor potencial de las firmas, en cuanto a ventas se refiere, garantizaba por sí solo una gran audiencia. Los relatos cumplieron con la calidad que de ellos se esperaba y el futuro de «Galaxy» quedó asegurado.

«Galaxy» era publicada por World Editions, Inc., de la calle 40 Oeste de Nueva York, y dirigida por el agorafóbico Horace L. Gold. Éste realizaba la mayor parte del trabajo en su casa, con la ayuda de su esposa Evelyn, y era un escritor muy admirado. Nació en Montreal (Canadá) en abril de 1914 y creció en Nueva York y la zona de Nueva Inglaterra. Antes de cumplir veinte años vendió un relato de ciencia ficción a F. Orlin Tremaine, entonces director de «Astounding Stories», y fue publicado en el número de octubre de 1934 firmado con el alias Clyde Crane Campbell. Más tarde, empleando su nombre auténtico, John W. Campbell usó A Matter of Form (Cuestión de forma) de Gold como ejemplo de los relatos experimentales «nova» que deseaba publicar. La narración habla de un hombre cuya mente puede conmutarse con la de un perro pastor, y apareció en «Astounding» en diciembre de 1938. Gold colaboró en «Unknown» con varios relatos excelentes y después trabajó en el equipo de Standard Magazines. Toda, esta experiencia, y su posterior relación con dos revistas policíacas que él mismo creó, le hizo ser muy útil para «Galaxy».

Los demás escritores escuchaban a Gold cuando sugería ideas. Demostró ser un jefe espartano, implacable en su determinación para extraer lo mejor de sus escritores. No obstante, tal línea de conducta hizo que fuera respetado y, finalmente, recompensado. En 1953, L. Sprague de Camp, escritor e investigador de ciencia ficción, escribió sobre él:

Gold es un perfeccionista apasionado de su trabajo. Fija en modelo literario extremadamente elevado para sus escritores, que a menudo se lamentan de la cantidad de correcciones y revisiones que se les exige.

Al igual que Boucher y McComas con «F & SF», Gold pretendía lograr una revista literariamente cuidada que atrajera a los lectores que se acercaban a la ciencia ficción procedentes de las publicaciones «pulcras», así como a los simpatizantes de «Astounding» o «Thrilling Wonder». Su llegada en el momento malo de «Astounding» fue una mera coincidencia, y es indudable que «Galaxy» habría triunfado fuera cual fuese el ambiente. Gold lo hizo todo para subrayar que «Galaxy» era la revista de los lectores. En su editorial del segundo número planteó infinidad de preguntas para sondear la opinión del lector y afirmó:

Hemos desafiado a los escritores a presentar temas que no puedan venderse en cualquier parte. […] Temas que sean demasiado maduros, profundos o revolucionarios en su concepto como para que otras revistas se arriesguen a publicarlos.

Todo un alarde, y resulta difícil afirmar que «Galaxy» lo cumplió. Como veremos después, la ciencia ficción iniciaba un gran proceso de madurez, y, sin duda, «Galaxy» fue decisiva en este cambio. En su segundo número había un relato corto de Damon Knight, To Serve Man (El hombre: cómo servirlo), que, ciertamente, resultaba original para la ciencia ficción de aquella época. Dicho relato está incluido en el presente volumen.

«Galaxy» lanzó también un concurso para atraer lectores. En menos de doscientas palabras, el concursante debía explicar su teoría sobre los platillos volantes. A finales de 1950 se recurrió a todos los recursos para captar lectores y aventajar a las demás revistas del género. Pero lo más importante era convencer a los editores de que tales recursos costaban dinero.

Este hecho se refleja en la suerte de «Worlds Beyond», otra revista de formato reducido, cuyo primer número apareció en diciembre de 1950. La publicaba Hillman Periodicals, con sede editorial en la Quinta Avenida de Nueva York. El director era Damon Knight, que había tomado vacaciones en la Popular Publications, ansioso por editar su propia revista. «Worlds Beyond» tenía 128 páginas y se vendía a veinticinco centavos, pero carecía de la atrevida presentación de «Galaxy», y su cubierta, obra de Paul Calle, era más bien insulsa. La literatura era excelente. Knight demostró gran habilidad en la selección de originales y reediciones, desenterrando un antiguo relato de Philip Wylie, An Epistle to the Thessalonians (Epístola a los tesalonicenses), y ofreciendo al público estadounidense el fascinante relato de William Temple en torno al origen lunar de los gatos, The Smile of the Sphinx (La sonrisa deja esfinge), que había aparecido doce años antes en la «Tales of Wonder» británica. Pese a la entusiástica acogida, las primeras ventas fueron escasas, y los editores se acobardaron. Aparecieron los números 2 y 3, ya que estaban preparados de antemano, y aunque las ventas fueron mejores y la revista tenía un indudable valor, Hulman se mostró inflexible: «Worlds Beyond» había muerto. Leyendo actualmente aquellos tres ejemplares, es difícil encontrar un relato malo. La revista ha sido muy utilizada por los antólogos, ya que en ella se encontraban cuentos como Null-P (Los no-P) de William Tenn, The Acolytes (Los acólitos) de Poul Anderson y Like a Bird, Like a Fish (Como un pájaro, como un pez) de H. B. Hickey. La compañía editora Space se avino a promocionar la novela The Dying Earth (La Tierra agonizante) de Jack Vance, que Hillman acababa de publicar, incluyendo un extracto sobre Liane el Viajante titulado The Loom of Darkness (El telar de las tinieblas).

Pero ¡ay!, Hillman estaba convencido de que «Worlds Beyond» no daría dinero y la revista desapareció para siempre.

En los últimos meses de 1950 y los primeros de 1951 el mundo de la ciencia ficción se encontró en un dilema. Las revistas de formato reducido (digest) iban bien, sobre todo «F & SF», «Other Worlds» y «Galaxy», por más que los fracasos de «Fantasy Fiction» y «Worlds Beyond» pudieran indicar lo contrario. «Astounding» había sido de formato reducido durante siete años y, por lo tanto, no tenía motivos para cambiar. No obstante, tampoco las revistas de tipo barato estaban sufriendo bajas. «Thrilling Wonder», «Startling», «Amazing» y «Planet» iban perfectamente. Pero a mediados de 1951 se produjo el repentino y repetido cierre de «Super Science Stories» y «Fantastic Novéis». La Popular había decidido que la revista barata se convertiría pronto en un animal extinto y que las publicaciones en rústica serían la moda. De modo que se retiraron antes del hundimiento. Pero mantuvieron viva durante un tiempo «Fantastic Mysteries», probando su popularidad, hasta que también ésta sucumbió en junio de 1953. Pasaba, pues, a la leyenda la revista que había resucitado a los viejos clásicos, y que había proporcionado a sus lectores algunas de las mejores ilustraciones en negro surgidas de las plumas de Virgil Finlay y Lawrence Stevens.

Y sin embargo, al mismo tiempo que la Popular abandonaba sus publicaciones baratas (pulps), otras de este tipo aumentaron su regularidad. En el otoño de 1950, por primera vez en su existencia, «Planet Stories» pasó de trimestral a bimestral. Los mismos editores crearon una nueva y gruesa revista de tipo barato, «2 Complete Science Adventure Books» que ofrecía dos novelas completas, originales o ya publicadas, por sólo veinticinco centavos. El primer número (invierno de 1950) se iniciaba con una nueva novela de Asimov, Pebble in the Sky (Un guijarro en el cielo), por lo que los lectores estaban asegurados. Su éxito fue muy superior al que se había previsto y, aunque apareciendo sólo tres veces al año, cada número era esperado con ansiedad. Rivalizó dignamente con la compañera en formato reducido de «Galaxy», «Galaxy Science Fiction Novel», que había empezado en la misma época con la clásica Sinister Barder (Barrera siniestra) de Eric Frank Russell. Publicación barata (pulp) contra formato reducido (digest): la batalla estaba definida.

No obstante, el éxito de «Planet Stories» demostró que aún existía un vasto campo para el ritmo ágil de la ópera espacial, pese a la madurez de la ciencia ficción ofrecida en «Astounding» y «Galaxy». Malcolm Reiss proseguía encargándose, generalmente, de la revista, pero desde el número del verano de 1950 «Planet» había sido dirigida por Jerome Bixby. Bixby sólo permaneció un año a cargo de la revista, aunque su presencia fue notoria. Su esfuerzo en aras de que los relatos estuviesen bien escritos se convirtió en el caballo de batalla de «Planet» contra cualquier imitador. Los relatos estaban muy bien narrados, en especial los de plumas tan versadas como las de Leigh Brackett, Poul Anderson y Gordon Dickson. Por ejemplo, Duel on Syrtis (Duelo en Syrtis) (marzo de 1951) de Poul Anderson, que describe la acción intrigante que se produce cuando un terrestre sigue la pista de un alienígena por todo Marte, es un relato tan cautivador y ameno como el que podría encontrarse en cualquiera de las publicaciones modernas.

Poco después de que «Planet» pasara a bimensual, «Startling», por primera vez en su existencia, se convirtió en mensual, demostrando que ahora era más popular que «Thrilling Wonder». Y la revista de reediciones de la Standard, «Fantastic Story Quarterly», alcanzó tal popularidad que cambió su nombre por el de «Fantastic Story Magazine» y adoptó una periodicidad bimestral.

Así pues, ¿por qué decidirse? ¿Por la publicación de tipo barato o por la de formato reducido? El caso de «Marvel Science Stories» resultó altamente revelador. En el boom anterior a la guerra, «Marvel» había sido la revista más polémica del mercado. Hermana, en el género de la ciencia ficción, de «Mystery Tales» y «Uncanny Tales» de la firma Red Circle, hizo hincapié en los elementos sexuales y sádicos del terror. Los editores habían tratado de reanimar la ciencia ficción incluyendo episodios eróticos. Los puristas del género la encontraron repugnante, pero la revista se vendió bien entre la mayoría de lectores de publicaciones baratas, y contribuyó al auge de 1939. Desapareció en 1941, y su resurgimiento en noviembre de 1950, cuando ya casi estaba olvidada, produjo cierto escepticismo. Robert Erisman seguía siendo el director todopoderoso, pero el trabajo secundario lo realizaba un hombre joven, Daniel Keyes, que diez años más tarde ganaría el Premio Hugo por su cuento, tremendamente vistoso, Flowers for Algernon (Flores para Algernon). Keyes, a sus veintitrés años, era un joven sensible y de talento que demostró su buen gusto en «Marvel». La revista mejoró con cada nuevo número, de forma sorprendente. Los dos primeros números fueron de formato de publicación barata, que cambio a digest en el tercero (mayo de 1951). Pese a incluir interesantes obras de Mack Reynolds, Jack Vance, Richard Matheson y Arthur Clarke, las ventas no mejoraron. En agosto y noviembre de 1951 aparecieron otros dos números en tamaño reducido, y durante un tiempo no se supo nada más de ella. Los lectores presumieron que «Marvel» se había ahogado nuevamente entre las olas. Pero en mayo de 1952 surgió un cuarto número, con formato de publicación barata. Muy probablemente, Stadium Publishers dudaba repecto al formato de «Marvel». Publicación de tipo barato o formato reducido, ¿cuál se vendería mejor?

¿Dónde estaba la solución? El número de «Marvel» de mayo de 1952, en presentación barata, contribuyó en gran medida a responder la pregunta: «Marvel» desapareció para siempre.