El Misterio Shaver, o el Fraude Shaver, como se le denominó posteriormente, se inició ya antes de acabar la guerra, y estaba en pleno auge el día de la victoria sobre Japón. La historia auténtica se desconoce, pero este libro incluye algunas revelaciones inéditas sobre el sorprendente caso. Para empezar, expondré los hechos.
En septiembre de 1943, Raymond Palmer, director de «Amazing» recibió una carta de Richard Sharpe Shaver, que residía en Barto, Pennsylvania. Exponía la clave de un antiguo alfabeto que, según Shaver, constituía la lengua madre de todos los idiomas: el mantong. Palmer publicó la carta en el número de «Amazing» de enero de 1944 y los lectores la acogieron con entusiasmo. Palmer empezó a mantener correspondencia con Shaver, que en aquella época era soldador en una fábrica de armamento. Éste se había roto el tobillo al caerse en un barco y, por ese motivo, no fue reclutado durante la guerra. Palmer le pidió que escribiera para la revista y el resultado fue una novela corta titulada Warning to Future Man (Aviso al hombre del futuro). Al parecer, fue Howard Browne, director gerente, quien ojeó primero el manuscrito. Lo arrojó a la papelera y, según se dice, comento: «¡Este tipo es un chiflado!» Palmer, siempre en busca de lo sensacional, decidió hacer caso omiso de la opinión de Browne. Antes, incluso, de haber leído el manuscrito tomó la decisión de imprimirlo y comprobar lo que los lectores opinaban de Shaver. Warning to Future Man se desarrollaba mucho antes del diluvio universal, en la primera gran civilización terrestre, a la que Shaver denominaba Atlántida. La acción era narrada por Mutan Mion, el último terrestre en abandonar el planeta cuando los titanes emigraron, e incluía una batalla entre dos contendientes, un titán diabólico llamado Zeit y una diosa benévola, Vanee. Palmer introdujo algunos cambios de poca importancia; cambió el título por I Remember Lemuria! (¡Yo recuerdo Lemuria!), y sorprendió a los lectores de «Amazing» ofreciendo la novela en el número de marzo de 1945. Las consecuencias fueron fabulosas, y se inició el Misterio Shaver. Pero Palmer se benefició, sin saberlo, de un hecho que en aquellos mismos momentos se producía en Ziff-Davis.
Las restricciones de papel, inevitablemente, llevaron a una escasez del material publicado. Por tal razón, se vendía todo lo que se exponía en las librerías. Harold G. Strong, director de circulación de Ziff-Davis, pensó que era absurdo repartir el papel disponible entre cuatro revistas, cuando dos podrían venderse perfectamente. «Mammoth Detective» y «Mammoth Mystery» recibieron en consecuencia el beso de la muerte. Ambas revistas las editaba en aquel momento Howard Browne y, como es natural, la decisión no aumentó, ni mucho menos, las simpatías de Browne hacía Palmer. Strong dispuso que se imprimieran y distribuyeran 50000 ejemplares más de «Amazing». La tirada se agoto. Por pura casualidad, la decisión de Strong había coincidido con la publicación del número de marzo de 1945. Las fantásticas teorías de Shaver, ofrecidas a un público más numeroso y cansado de la guerra, provocaron una gran reacción. «Amazing», que normalmente recibía entre cuarenta y cincuenta cartas mensuales, se encontró de repente ¡con dos mil quinientas! Palmer comprendió que tenía un triunfo en las manos, y admitió no saber el motivo, pero ¿por qué mirar la dentadura a un caballo regalado? Se aseguró de que Shaver escribiera más narraciones y artículos, y todo marchó sobre ruedas. La circulación de «Amazing» prosiguió aumentando y, al cabo de muy poco tiempo, otras publicaciones se interesaron por el fenómeno.
La «pulcra»[2] revista «Harper's» publicó en septiembre de 1946 un artículo titulado «Pequeño Supermán, ¿y ahora qué», por William S. Baring-Gould, burlándose del Misterio Shaver y calificándolo de obra de locos. Palmer respondió al instante apoyando el Misterio. Esa publicidad, precisamente, era la que necesitaba: si se prohibe un libro, las ventas se disparan. Y así, cuanto más se habló del Misterio Shaver, más creció la circulación de «Amazing». Y se rumoreó que Ziff ofreció a Palmer un sustancial aumento de salario como resultado de las cifras de venta.
¿Qué era, pues, este Misterio? ¿Por qué provocó tanta sensación? ¿Quién era Richard Shaver?
Richard Shaver nació un martes, el 8 de octubre de 1907, en Berwick, Pennsylvania. Su padre era prensador y, como tal, había elaborado las partes principales del primer coche de pasajeros que existió. Su madre había sido maestra de escuela e hizo cuanto pudo para ofrecer a sus cinco hijos una educación preescolar completa. Además, fue una poetisa notable, vendiendo sus obras a publicaciones de tanta categoría como «Ladies Home Journal» y «Good Housekeeping». Cuando Shaver tenía once años la familia se trasladó a Bloomsburg, localidad en la que, durante algún tiempo, el padre de Shaver fue propietario de un restaurante. Merced a su amplia cultura, Shaver desempeñó diversos empleos, desde capataz de una empresa dedicada a la horticultura hasta preceptor de arte.
El Misterio se inició una tarde, mientras Shaver leía el poema «Manfredo» de lord Byron y llegó al verso «Por un poder desconocido para ti, nunca puedes estar solo». ¿No estaba solo?, pensó Shaver. Y después tuvo extrañas visiones que desaparecieron de repente, como si algo las hubiera interceptado deliberadamente.
Este incidente continuó agobiando a Shaver, Un día, mientras se encontraba trabajando en Illinois, y cuando intentaba parar un coche para volver a Pennsylvania, fue detenido acusado de vagancia y encarcelado. Intentó establecer contacto como la primera vez, rogando: «Sacadme de aquí», y… El mismo Shaver explica lo que sucedió:
Una muchacha, caminando como una sonámbula, viene portando las llaves de las celdas. Abre y me deja salir. Me conduce a lo largo del pasillo hasta la puerta exterior, que vuelve a abrir, y salimos los dos juntos. Algo confuso y adormecido, la sigo durante más de un kilómetro hacia las afueras de la ciudad. Es de noche, Nos encontramos en una colina y… una sección de la colina se cierra detrás de nosotros como al grito de ¡Sésamo, ciérrate!, y ya estamos dentro. Muchas escaleras, desniveles, luz difusa… Sé que «ella» es tan sólo una especie de proyección transparente, pero hay que acercarse mucho para advertirlo.
Y así me introduje. Pasé más o menos un día hablando con ellos y me revelaron toda la compleja situación heredada de nuestros descarriados antecesores, quienes mantuvieron tan bien el secreto que hoy día nadie sabe nada de su pasado. Decidimos que debía hacerse algo respecto a esta situación de ignorancia. Estuve allí unas veinticuatro horas, me fui y proseguí mi vida. Más tarde, empecé a escribir ficción sobre el tema.
En sus obras, Shaver afirmó que, hace muchos siglos, la Tierra estuvo habitada por varias razas, entre ellas dos de superseres, los titanes y los atlantes. Ambas eran inmortales y poseían civilizaciones fabulosas. En un momento dado, se descubrió que el Sol emitía una radiación dañina. Para protegerse de sus rayos, los superseres construyeron inmensas cavernas subterráneas, a miles de metros bajo la superficie, en las que establecieron sus ciudades y toda su poderosa maquinaria. Pese a ello, la radiación los afectó: envejecían rápidamente y morían. Abandonaron la Tierra, junto con su avanzada cultura, y la raza inferior de humanos que quedó en el planeta penetró hasta la red de cavernas y descubrió la maquinaria. Manipularon aquel poder desconocido, liberando rayos perniciosos que convirtieron a algunos de ellos en perversos degenerados. Shaver denominó «dero» (detrimental robot, robot perjudicial) a esta última raza, que utilizaba las máquinas para emitir más rayos nocivos e influir así en los pensamientos de quienes vivían en la superficie. También existía la raza «tero», de buenos propósitos, pero los «deros» impresionaron más a los lectores de ciencia ficción.
Shaver sostuvo que, a gran profundidad bajo la superficie terrestre, en las cavernas, los «deros» seguían actuando y que sus rayos constituían la causa de todas las intenciones perversas del mundo. Entre los diversos rayos utilizados, el más notable es el «telaug» (telepathic augmentar, incrementador telepático), que permite el contacto (lo que para Shaver significa contacto) entre las cavernas y la superficie. La raza «dero» es la que ha creado leyendas tales como las de los duendes, hados, diablos y demonios. Originan todos los accidentes, naufragios, colisiones y desastres inexplicables. Además, Shaver afirmó que los titanes vigilaban la Tierra y que volvían de vez en cuando, secuestrando gente y atacando las cavernas en busca de equipo. Esto explicaría numerosas desapariciones misteriosas y, también, las extrañas visiones de ovnis. En resumen, las teorías de Shaver ofrecieron justificación a casi todos los fenómenos «inexplicables».
En sus relatos, Shaver se refirió a muchos acontecimientos del pasado. Después de I Remember Lemuria! surgió Thought Records of Lemuria (Registros de Lemuria, junio de 1945). Los registros son películas metálicas en las que están grabados diversos recuerdos, de tal forma que el oyente puede revivirlos. Estos recuerdos le son enviados a Shaver desde las cavernas vía «telaug».
Las narraciones, aunque entretenidas, eran de estilo muy sencillo, y sí se las hubiera considerado tan sólo como ficción, es posible que los acontecimientos no se hubiesen precipitado. Pero el mundo de la ciencia ficción empezó a irritarse. Los aficionados creyeron que los críticos podrían valorar el fenómeno Shaver como el no va más de la ciencia ficción, y criticar todo el género desde dicha perspectiva. Otro motivo de irritación era la descarada presentación de los relatos como si fueran hechos reales, por lo que los extraños al género considerarían una chifladura todo el género de la ciencia ficción. Antes de acabar el año 1945, se declaró la «guerra» entre Palmer y el fandom de la ciencia ficción.
¿Fue de Shaver la idea de presentar las narraciones como hechos reales, o se trató de un truco de Palmer para aumentar las ventas?
En primer lugar, Shaver insiste hoy, como insistió entonces, en que la base de todos sus relatos era real. Al principio Palmer no supo qué pensar, pero la posterior influencia de las miles de cartas enviadas por los lectores apoyando a Shaver le convenció de que debía haber algo de verdad en el asunto. A finales de 1946, Palmer admitió la posible existencia de una base cierta. Visitó a Shaver, y él mismo escuchó las extrañas voces. Pero es difícil conciliar los hechos sí se tiene en cuenta que en 1955 un Palmer exasperado escribía: «¡Oigan esto! Yo fui quien, normalmente, urdió las narraciones de Shaver. Gran parte de su «misterio» ha brotado de mi cabeza».
Es posible trazar un paralelismo entre el Misterio Shaver y los Mitos de Cthulhu de H. P. Lovecraft. Este último describió la Tierra habitada en tiempos por los Antiguos, una especie hostil, sobrenatural, subyugada y desterrada por una raza benigna, los Viejos Dioses. Mortales ignorantes, a veces entremetiéndose en las prohibiciones, facilitan el regreso de los Antiguos. ¿Influyó esto en Shaver? Es posible que éste nunca hubiera leído los relatos de Lovecraft, pese a que en los primeros años de la década de 1940 la mayoría de ellos estaban publicados en forma de libro, y Shaver ha admitido ser un lector voraz. Es cierto que Palmer los había leído cuando aparecieron por primera vez en «Weird Tales», y que pudo haber desarrollado estos temas en los manuscritos de Shaver Pero éste niega tales manipulaciones. Afirma que todo lo que hizo Palmer fue suavizar el contenido sexual de sus obras.
La especulación es fascinante. Sobre todo hoy, a la luz de la investigación adicional realizada por hombres como Erich von Däniken y Peter Kolosimo. Por ejemplo en El oro de los dioses (1972), de Von Däniken, éste se refiere ampliamente a una gran red de cavernas subterráneas situada en Sudaméríca, sin duda construida por una raza avanzada hace cientos de años. ¿Podría tratarse de las cavernas abandonadas por los titanes? La falta de espacio impide explayarse en la discusión del Misterio Shaver, aunque no será la última vez que nos refiramos a él en el presente volumen. Espero que lo explicado hasta ahora despierte su curiosidad y les lleve a leer los escritos de Shaver, para que puedan decidir por sí mismos qué se esconde detrás de todo esto.
El incidente Shaver pudo enfurecer a los aficionados, pero, por otra parte, representó una gran ayuda para la ciencia ficción. La circulación de «Amazing» creció como la espuma, y la revista, al igual que «Fantastic Adventures», volvió rápidamente a la periodicidad mensual. Las revistas pudieron abonar estipendios más elevados, y esto permitió al editor correspondiente incrementar la experimentación en los años siguientes. Shaver escribió otras narraciones además de su Misterio. «Fantastic Adventures» publicó varías fantasías de calidad, y «Mammoth Adventures», relatos históricos.
Por fortuna, Palmer no dedicó enteramente «Amazing» a la obra de Shaver, pero en junio de 1947 la revista ofreció una edición especial a Shaver, con cuatro relatos largos de éste y un análisis detallado del Misterio hasta aquel momento. Palmer prosiguió ofreciendo narraciones de otros autores muy conocidos. También ayudó a las nuevas figuras, sobre todo a Rog Phillips, el seudónimo más utilizado por el escritor Roger Phillips Graham (1909-1965). Al cabo de un año o dos tras su primer relato, Let Freedom Ring («Amazing», diciembre de 1945), Phillips firmaba con cerca de veinte seudónimos multitud de obras. Apoyó enérgicamente el Misterio Shaver y reveló la existencia de un extraño libro, Oahpse, supuestamente escrito en 1882 por seres inteligentes de edades milenarias.
Chester S. Geier se presentó en el número de «Amazing» de diciembre de 1942 con The Sphere of Sleep (La esfera del sueño), cuando acababa de cumplir veintiún años. Al parecer, Geier era sordo como una tapia, aunque ello no perjudicó en forma alguna sus escritos. Era hábil y brillante, pero desperdició sus cualidades en trabajos poco inspirados. Con todo, sus relatos encajaban bien en «Amazing». Se interesó vivamente por el Misterio, organizó el Shaver Mystery Club y fue director de «The Shaver Mystery Magazine». Esta revista ofreció por capítulos Mandark, de Shaver, relato desarrollado en la época de Cristo, que hasta Palmer consideró absolutamente impublicable. Geier colaboró con Shaver en algunos relatos, por su mayor rapidez en preparar el manuscrito definitivo. También completó una fantasía escrita por Taylor Víctor Shaver, hermano mayor de Richard, que murió a causa de la gripe antes de poder terminarla. Ese relato, The Strange Disappearance of Guy Sylvester (La extraña desaparición de Guy Sylvester), fue publicado en «Amazing» en marzo de 1949.
Otros dos principiantes que llegaron al corrillo de Palmer fueron los hermanos Livingston, Berkeley y Herb. Este último, ocho años más joven que su hermano, escribió la mayoría de sus obras bajo el seudónimo de H. B. Hickey, y sus relatos siguen apareciendo ocasionalmente en nuestros días. Por su parte, Berkeley hace ya muchos años que abandonó el campo de la ciencia ficción.
Durante este período los veteranos aparecieron con menos regularidad en las páginas de ciencia ficción. Un gran éxito, sin embargo, lo constituyó la publicación, en septiembre de 1947, de la versión completa de The Star Kings (Los reyes estelares), obra de Edmond Hamilton. En esta novela de setenta y cinco mil palabras se presentó John Gordon, el personaje de Hamilton, que era requerido, a dos mil años en el futuro, para intercambiar su cuerpo con Zarth Ara, príncipe del Imperio Galáctico Medio.
El Misterio Shaver alcanzó su apogeo durante el año 1947. Luego, la dirección de Ziff-Davis recibió quejas crecientes respecto a que la obra era anticientífica y desafiaba todas las leyes. Hasta entonces habían dejado libertad de acción a Palmer, pero tras estas quejas buscaron otros derroteros más a la moda y exigieron a Palmer que dejara de conceder tanta importancia al Misterio. El tema dejó de publicarse en el número de marzo de 1948, pero no estaba agotado, ni mucho menos, y la obra de Shaver siguió apareciendo. Esta época señaló el inicio de la separación de Palmer de «Amazing Stories» y de su abandono de la ciencia ficción.