El juicio

N° Reg.: 730214240261

Anexos: documentación acústica del número de registro 730214250397

Comparecen a juicio:

1.

Nombre: Alexander Beer-Weddington, alias Al*

Número de registro: 12-3-7-87608 m*

Lugar de origen: Lima (Tierra)*

Fecha de la conjunción: 17-XII-122071*

Lugar de la conjunción: Lima*

Especificación: N.° Reg. 7308271600089

* según datos proporcionados por el sujeto (sin comprobar)

2.

Nombre: Rene Jonte-Okomura*

Número de registro: 12-3-6-61524 m*

Lugar de origen: Montreal (Tierra)*

Fecha de la conjunción: 9-III-122069*

Lugar de la conjunción: Montreal*

Especificación: N.° Reg. 7308271600090

* según datos proporcionados por el sujeto (sin comprobar)

Al y Rene están bajo custodia en las coordenadas 873362 - 873357 / 368523 - 368518/220867 - 220861. Serán juzgados según sus propias leyes bajo el N.° Reg. 7302148500629; en la medida de lo posible bajo las presentes circunstancias. En cualquier caso, se tolerarán algunas excepciones que se procurará reducir al mínimo. De acuerdo con las citadas regulaciones se ha separado de la unidad tres complejos de 64 unidades para cumplir las funciones de presidente del tribunal, fiscal y abogado defensor, respectivamente. A modo de testigos comparecerán los órganos de recepción, almacenamiento y transmisión de datos de la unidad. El sistema logístico hará las funciones de jurado.

Todas las declaraciones serán traducidas de forma simultánea a la lengua acústica de los acusados y se conservarán también en esa lengua. El documento resultante será entregado a los acusados o a sus representantes legales después del juicio, para su conservación. El contenido de las transcripciones en él consignadas deberá complementarse también con la correspondiente documentación acústica.

Escrito de la acusación:

El 6-VIII-122106 a las 10.04 hora local, un grupo de tres individuos saltó la muralla y penetró en el centro de la ciudad con ayuda de una cuerda. Al día siguiente, a las 2.56 horas, les siguió un segundo grupo de cuatro individuos provistos de una escala de cuerda de alambre. Los siete individuos fueron sometidos a los tests de rutina en el control exterior, en el momento inmediatamente posterior a su llegada, y quedaron registrados como organismos inteligentes con un alto nivel evolutivo. Ambos grupos circularon por la ciudad. No se observó nada desacostumbrado en sus movimientos, excepto el hecho de poner en funcionamiento algunas máquinas. Al tercer día de su llegada, los individuos del primer grupo entraron en la central y registraron todas las habitaciones. Al día siguiente por la tarde también llegó allí el segundo grupo y mató a un individuo del primero, sin dar tiempo a la intervención de los órganos de control. El próximo día, los dos individuos que aún quedaban del primer grupo causaron considerables destrozos en el centro de la ciudad, provocados por una manipulación errónea de los mandos. Los controles exteriores se vieron en la imposibilidad de intervenir, ya que los citados individuos habían desconectado previamente el sistema de seguridad. Mientras tanto, el segundo grupo emprendió la marcha desde las murallas y atravesó a toda prisa los terrenos de máquinas devastados hasta alcanzar el centro de la ciudad, donde se unió al primer grupo. Un individuo murió de forma aún no aclarada durante el trayecto. La tarde de ese mismo día, los cinco individuos se adentraron hasta la frontera interior de control. Los dos acusados permanecieron allí hasta momentos antes de producirse la explosión; sus compañeros, en cambio, se alejaron rápidamente del lugar. Éstos se apropiaron luego de un proyectil provisto de una cabeza de neutrones y de una plataforma móvil de lanzamiento y los trasladaron hasta la frontera del círculo interior. Los cinco se reunieron allí y dispararon el proyectil contra el centro de mandos. Ello provocó la total destrucción de la ciudad. Además las vibraciones se transmitieron también hasta las plantas subterráneas, causando la muerte a cuarenta y dos personas e hiriendo a otras ciento veinte. Hasta la fecha no habíamos podido averiguar qué fue de los cinco individuos. En un primer momento, supusimos que habían sido víctimas de su propia imprudencia, pues permanecieron dentro del radio de acción de la bomba.

Catorce días más tarde, tres individuos cruzaron el círculo preventivo que habíamos reconstruido a resultas de esos acontecimientos, como doble medida de seguridad. Todavía no se ha conseguido dilucidar cómo pudieron atravesar la primera barrera, la pantalla protectora con que habíamos recubierto todo el planeta. Los resultados del test evidenciaron que se trataba de dos de los individuos cuyas acciones desencadenaron la catástrofe. El tercero resultó ser una máquina semiautomática, que servía de transporte aéreo a los otros dos. Al principio supusimos que habían vuelto para entregarse a la justicia. Por ello les facilitamos el acceso por el pozo, posibilidad que por lo demás aprovecharon, y los retuvimos para someterlos a un período de observación.

En consideración a que las máquinas y edificios destruidos eran material anticuado y ya inservible, renunciamos a sancionar su destrucción. Renunciamos igualmente a considerar los delitos formales u otras faltas que los acusados puedan haber cometido contra los de su misma especie. El delito del que hacemos responsables a los acusados es el de asesinato en cuarenta y dos casos y de lesiones graves en otros ciento veinte casos.

DEFENSOR: Nuestras leyes no prevén el caso de un contacto con inteligencias de otros mundos. Solicito que ante todo se demuestre si puede delinquir, contra unos seres vivos de una esfera, un ser procedente de otra esfera y que no posee ningún vínculo evolutivo, y mucho menos histórico, con los primeros. En caso negativo, solicito que la causa sea sobreseída y que mis representados sean puestos inmediatamente en libertad.

PRESIDENTE: En todo el espacio se condena el hecho de dañar o destruir a los complejos con un alto nivel de organización, y muy especialmente en el caso de seres vivos. La acusación se ha hecho, pues, al amparo de la ley.

DEFENSOR: Si el tribunal considera que la distancia física, un proceso de evolución distinto y la desconexión histórica no son un obstáculo para ejercer unos derechos frente a miembros del otro bando, entonces tampoco debe considerar esos hechos como impedimentos cuando se trata de cumplir con nuestras obligaciones. Existen suficientes pruebas materiales de que mis defendidos son humanos igual como los que tenemos a nuestro cuidado. Luego, sólo los propios humanos tienen derecho a juzgarlos, nosotros no podemos intervenir en esto. En consecuencia, considero que este juicio no es pertinente y exijo la inmediata libertad de mis defendidos. Por otra parte, y ya que debemos obediencia a los humanos, en adelante deberemos cumplir las órdenes de mis representados.

PRESIDENTE: En primer lugar, a diferencia de lo que ocurre con nuestro derecho a hacer justicia, nuestra obligación de prestar protección y obedecer a los humanos sólo hace referencia a la unidad histórica de la civilización de este planeta. En segundo lugar, es cierto que hasta el momento no hemos tenido necesidad de juzgar a ningún humano. Hasta ahora nuestra tarea se había limitado a dictaminar la culpabilidad o no culpabilidad y a fijar el grado de la pena, igual como hacen las instalaciones electrónicas de procesamiento de datos en el lugar de origen de los acusados. Si ahora nos decidimos a ampliar unilateralmente el alcance de nuestra competencia, lo hacemos teniendo en cuenta el interés de nuestros protegidos y como una prolongación lógica de nuestro programa; para evitarles cualquier molestia o perjuicio. Nos interesa hacer constar, no obstante, que esta respuesta no implica en absoluto que aceptemos la opinión del defensor en el sentido de que los individuos detenidos sean hombres. Además, la cuestión es irrelevante, toda vez que hemos decidido juzgar a estos seres conforme a sus propias leyes. Hemos examinado esas leyes… y las aplicaremos a pesar de toda una serie de insuficiencias. Luego, sean robots, máquinas o cualquier otra cosa, serán rectamente juzgados de acuerdo con sus propias leyes.

DEFENSOR: Debo hacer constar el hecho de que las leyes que se aplicarán en este caso están desfasadas. En la Tierra no se ha celebrado ningún proceso por asesinato desde hace decenas de miles de años.

PRESIDENTE: Sin embargo, esas leyes siguen vigentes en la Tierra, y por tanto conservan toda su validez para el juicio. Aun así, concedemos a los acusados la libertad de ser juzgados según las leyes de este lugar. Si el defensor no tiene otras objeciones, podemos iniciar la presentación de pruebas. El fiscal tiene la palabra.

FISCAL: Acusado Alexander Beer-Weddington, explícanos las razones que te trajeron a este planeta.

AL: En realidad se trata de una competencia. Intentamos localizar planetas. Todo aquel que explora un planeta tiene derecho a bautizarlo con su nombre.

FISCAL: ¿Qué significa «explorar»?

AL: Es preciso presentar una descripción documentada del organismo más evolucionado.

FISCAL: ¿Ese organismo debe ser secuestrado, muerto o herido?

AL: No. No tendría sentido establecer una regla de ese tipo, ya que nunca encontraríamos seres inteligentes con vida. Sólo sus huellas.

FISCAL: ¿Por qué practicáis este juego?

AL: Para pasar el rato.

FISCAL: Sin embargo, ha de tener algún significado. ¿Sabes algo al respecto?

AL: En otros tiempos, durante la era atómica e incluso después, los científicos intentaban localizar planetas desconocidos y los exploraban detenidamente; los seres vivos más desarrollados eran objeto de particular atención. El planeta recibía entonces el nombre del jefe de la expedición. Creo que ése debió ser el origen del juego.

FISCAL: ¿Cómo os desplazáis por el espacio?

AL: Me niego a contestar a esa pregunta.

FISCAL: ¿Cómo se os ocurrió la idea de visitar nuestro planeta?

AL: Dos amigos míos, Don y Jak, lo descubrieron por el telescopio. Resultaba muy seductor tener ocasión de explorar una región que se asemeja extraordinariamente a nuestra Tierra.

FISCAL: ¿Por qué vinisteis en dos grupos separados?

AL: Se trataba de llegar los primeros a la meta. Eso añadía interés a la búsqueda.

FISCAL: ¿Qué ocurrió después de vuestra llegada?

AL: Entramos en la ciudad y exploramos el lugar… durante algunos días.

FISCAL: Ya estamos informados de vuestras actividades dentro del recinto amurallado. ¿Por qué destruisteis buena parte de las máquinas?

DEFENSOR: Me opongo a esa pregunta. Se ha renunciado a sancionar los daños causados en el parque de máquinas ya inservibles.

PRESIDENTE: Aceptada la objeción.

FISCAL: Un día antes de cometerse el delito, el grupo que llegó en segundo término a la zona interior de la ciudad atacó por la espalda a sus compañeros, que en esos momentos estaban ocupados explorando la central, y mató a uno de ellos. El asesino, cuyo disparo causó la herida mortal, es el acusado Rene.

DEFENSOR: Me opongo. Aquí no estamos juzgando los delitos cometidos por los acusados contra los de su especie.

FISCAL: Es preciso tener en cuenta esta circunstancia, pues de ella se desprende claramente que los elementos inconscientes, aquellos que no tenían la menor consideración ni siquiera por sus propios compañeros, formaban parte del segundo grupo, esto es, del grupo dirigido por los dos acusados.

PRESIDENTE: Queda rechazada la objeción.

FISCAL: ¿Por qué atacasteis a vuestros compañeros?

AL: Rene y yo no estábamos de acuerdo con este ataque. Nos opusimos a ello.

FISCAL: Pero no os negasteis a tomar parte en el mismo.

AL: Don era el jefe. Habíamos acordado que seguiríamos sus órdenes.

FISCAL: Un ataque con intenciones asesinas va mucho más allá de los límites de un simple juego. ¿Era corriente en esos juegos atacarse unos a otros e incluso matar a los contrincantes?

AL: No. Normalmente no ocurrían esas cosas. Pero Jak ya nos había disparado antes con cañones, cuando intentábamos penetrar por primera vez en el recinto interior, y ello nos obligaba a responderle con medidas parecidas.

FISCAL: De momento daré por buena esta versión. Aun así, obrasteis mal: respondisteis a una infracción con otra infracción, sin pensar que ello no elimina la injusticia, sino que sólo sirve para duplicarla. ¿Qué os hubiera ocurrido en caso de haberos negado a participar en el ataque?

AL: Hubiera sido una cobardía. Tal vez no nos hubieran dejado seguir jugando.

FISCAL: Y, por tanto, preferisteis cometer un asesinato. Ruego se tenga especialmente en cuenta la perversidad que ello demuestra por parte de los acusados. Los días anteriores a la fecha del delito y también ese mismo día todos se acercaron a la entrada inferior. Los dos que aún permanecían allí momentos antes de estallar la bomba eran los dos acusados. ¿Qué buscabais allí?

AL: Sólo queríamos echar un vistazo.

FISCAL: ¿Vuestra permanencia en la zona inferior de acceso estaba relacionada con vuestro propósito de localizar a los seres vivos más evolucionados de este planeta?

AL: Sí.

FISCAL: Esta declaración es particularmente importante, a mi entender, pues contradice una posible excusa de los acusados en el sentido de que no podían saber que había seres humanos en las profundidades del lugar de la explosión. Al atardecer de ese mismo día os reunisteis todos junto a la muralla y lanzasteis el proyectil asesino. ¿Por qué hicisteis ese disparo?

AL: Jak quería averiguar qué se escondía debajo de la colina.

FISCAL: ¿Sabía que allí abajo había seres humanos?

AL: No.

FISCAL: ¿Consideró esa posibilidad?

AL: No lo sé.

FISCAL: ¿Sabías o sospechabas que allí abajo vivían seres humanos? Recuerdo que antes, cuando te he preguntado por el motivo de que te adentrases hasta la entrada de la región subterránea, has reconocido que eso estaba relacionado con tu deseo de encontrar a los seres vivos. Luego, ¿sabías o intuías que allí abajo había seres humanos?

AL: No lo consideraba imposible.

FISCAL: Luego, ¿también eras consciente de que el disparo podía herir o matar a esos seres?

AL: Rene y yo no tuvimos nada que ver con eso. Hicimos todo lo posible por disuadir a nuestros compañeros.

FISCAL: Lo que dices es falso. Os limitasteis a solicitar una prórroga porque aún deseabais examinar algunas cosas en la central y, sobre todo, porque también estaba en juego vuestra propia vida. ¿Intentasteis hacerles ver el aspecto moral de la cuestión?

AL: No.

FISCAL: ¿Hubierais corrido algún peligro de haberlo hecho?

AL: No.

FISCAL: Gracias, no tengo más preguntas.

PRESIDENTE: El defensor tiene la palabra.

DEFENSOR: Quisiera hablar otra vez del juego. ¿Recibisteis alguna preparación especial para participar en él, una preparación científica, por ejemplo?

AL: No.

DEFENSOR: ¿Se requiere algún aprendizaje para participar en él? ¿La participación está sometida a algunas condiciones o exigencias previas?

AL: No.

DEFENSOR: Es decir, que todos cuantos lo deseen pueden trasladarse a otro cuerpo celeste sin ningún tipo de preparación.

AL: Así es.

DEFENSOR: ¿Y ello no supone un gran peligro para los participantes? ¿No mueren muchos de los vuestros por simple ignorancia?

AL: Desde luego, hay accidentes.

DEFENSOR: Cuando tú y Rene os dirigíais a toda prisa desde la muralla hasta el centro de la ciudad, en compañía de Don y Katia, ahora ausentes, la tarde del día de autos, tuvisteis que hacer frente a algunos peligros. Katia cayó víctima de uno de esos sucesos, un desbordamiento de melasas de celulosa. Creo que ello podría ser un ejemplo de ese tipo de accidentes. ¿Qué hicisteis cuando ello ocurrió?

AL: Nada. Teníamos prisa.

DEFENSOR: Creo poder encontrar un denominador común a todas estas declaraciones, el cual me lleva a afirmar que la sociedad de los acusados conceptúa la muerte violenta de un modo muy distinto a nosotros. Y pasando a la cuestión de las formas de vida, que nos ofrecen nuevas perspectivas para considerar los hechos aquí expuestos, éstas pueden consultarse en el archivo, número de registro 730694330011. Me limitaré a citar algunos aspectos esenciales. ¿En qué ocupáis vuestras vidas?

AL: Hay bastantes cosas que permiten pasar el rato. En primer lugar, tenemos las películas de experiencias vividas y los juegos automáticos. Charlas, conversaciones y fiestas. Luego también está el arte: el caleidoscopio, las salas plásticas, la laloglosia, la música estereofónica, el órgano de perfumes, y cosas por el estilo… Además, todo el mundo tiene acceso a los archivos. Allí está recogido todo lo que ha sucedido en el pasado, toda la historia, todos los descubrimientos y teorías científicas, la jurisprudencia, la filosofía, todo lo que se ha conseguido saber hasta el momento sobre el espacio que nos rodea.

DEFENSOR: ¿Os dedicáis a la ciencia o a los pasatiempos?

AL: No comprendo… Sólo nos dedicamos a la ciencia como un pasatiempo.

DEFENSOR: ¿Hay especialistas entre vosotros? ¿Me refiero a personas que hayan alcanzado especiales conocimientos en cualquier campo?

AL: Sí, algunos tienen intereses especiales.

DEFENSOR: ¿Cuáles son tus intereses especiales?

AL: Oh, nada extraordinario. El canto estereofónico. Los antiguos relatos sobre los pioneros. En el terreno de las ciencias: la evolución de los animales. Darwin y esas cosas.

DEFENSOR: ¿Tu amigo Rene tiene también algún interés especial?

AL: Que yo sepa… le interesa la plástica dinámica, los acertijos físicos y químicos.

DEFENSOR: Volvamos ahora a vuestra permanencia aquí. ¿Por qué vinisteis tan poco equipados?

AL: Así lo establecen las reglas del juego. De este modo ninguno tiene ventaja con respecto a los demás. No nos está permitido emplear herramientas capaces de modificar algo en el planeta desconocido. Sólo podremos hacer uso de las que encontremos allí.

DEFENSOR: Muy interesante. ¡Ahora comprendo lo que ocurrió cuando pretendíais penetrar en el interior de la ciudad a través del puente!

FISCAL: Me opongo. No existen pruebas sobre lo ocurrido fuera de las murallas de la ciudad, y esos hechos no pueden influir, por tanto, en este proceso. Lo digo sólo para lograr que la vista se desarrolle del modo más claro y racional posible.

DEFENSOR: El ataque que sufrió el grupo, al que también pertenecían los dos acusados, demuestra que cuando éstos atacaron al primer grupo, más tarde, sólo se estaban tomando una revancha justificada, lo cual desmiente la conclusión del fiscal, quien deducía de ello una perversidad fuera de lo común por parte de los acusados con respecto a sus semejantes.

PRESIDENTE: ¿Existen otros testigos de estos hechos, además de los dos acusados?

DEFENSOR: No.

PRESIDENTE: En ese caso queda aceptada la objeción del fiscal.

DEFENSOR: Cuando los cinco supervivientes se reunieron el día de autos en la sala de observación de la central, se produjo una reorganización de los grupos. ¿Puedes explicarnos a qué fue debida?

AL: Rene y yo no queríamos seguir participando en el juego.

DEFENSOR: ¿Renunciasteis con ello a la posibilidad de ganar todavía el premio?

AL: Sí.

DEFENSOR: ¿Por qué? ¿Habíais decidido perseguir otro objetivo?

AL: Sí. Habíamos llegado a la conclusión de que los habitantes de este planeta debían de haberse parecido mucho a nuestra propia raza. Queríamos averiguar qué había sido de ellos.

DEFENSOR: Pensabais en algo malo, algo que hubiera podido perjudicar a esos hombres?

AL: No.

DEFENSOR: ¿No sería más bien que el proyectil que pensaban disparar Jak, Don y Heiko os impedía satisfacer vuestros deseos?

AL: Sí, por eso nos opusimos a que lo disparasen.

DEFENSOR: ¿Por qué no os opusisteis de forma más enérgica?

AL: Don y Jak habían descubierto este planeta… En cierto modo era suyo. Por otra parte, lo que nosotros deseábamos hacer era realmente un poco desusado… Todos se hubieran puesto en contra nuestra, también en nuestro lugar de origen.

DEFENSOR: ¿Podríamos decir tal vez que antepusisteis el compañerismo y la costumbre aceptada a vuestros intereses personales?

AL: Sí.

DEFENSOR: Gracias. Ya he terminado.

PRESIDENTE: El fiscal tiene la palabra.

FISCAL: Acusado Rene Jonte-Okomura, ¿tienes algo que alegar a los hechos tal como han quedado expresados en el escrito de la acusación y a través de las declaraciones del acusado Alexander Beer-Weddington? ¿Deseas rectificar o ampliar algún punto?

RENE: No hicimos nada prohibido.

FISCAL: ¿Son correctas las declaraciones de tu amigo Al?

RENE: Sí.

FISCAL: ¿Estabas presente cuando fue disparado el proyectil?

RENE: Sí.

FISCAL: ¿Intentaste hacer algo para impedirlo?

RENE: Sí. Era una perfecta insensatez. Estábamos demasiado cerca del lugar de la explosión. Así se lo dije a Jak.

FISCAL: ¿Fue ése el único motivo de tu oposición?

RENE: ¿A qué se refiere?

FISCAL: ¿No consideraste la posibilidad de que la explosión pudiera herir o matar a los seres vivos que habitaban en las plantas subterráneas?

RENE: No.

FISCAL: Gracias.

PRESIDENTE: El defensor tiene la palabra.

DEFENSOR: En tu lugar de origen te dedicabas a resolver acertijos físicos y químicos. ¿Qué es eso?

RENE: Hay algunos problemas interesantes… Creación de fenómenos ópticos u obtención de materias químicas. En vez de confiar el trabajo a los autómatas, uno lo resuelve todo por sí mismo.

DEFENSOR: ¿Eres un experto en temas de física y química?

RENE: Entiendo un poco.

DEFENSOR: Sabes lo suficiente como para poder determinar si un obstáculo técnico será fácil o difícil de superar.

RENE: Sí.

DEFENSOR: ¿Tuvisteis grandes dificultades para penetrar en la ciudad?

RENE: No fue demasiado difícil.

DEFENSOR: Teniendo en cuenta que no contabais con ningún medio aparte de una escala de cuerda… ¿Lo lograsteis rápidamente, o no?

RENE: Bastante rápido.

DEFENSOR: Hablemos ahora de las armas. ¿Os fue difícil encontrarlas?

RENE: No, en absoluto. Las armas del torreón junto al puente estaban a la vista. En cuanto al proyectil, no lo sé, pero Jak, Don y Heiko consiguieron montar uno en un plazo sorprendentemente breve.

DEFENSOR: ¿Os fue difícil utilizar las armas?

RENE: En absoluto. Al contrario, fue lo más sencillo del mundo.

DEFENSOR: ¿Lo dices sólo desde tu punto de vista de persona que domina un poco las cuestiones técnicas, o también fue así en el caso de tus compañeros?

RENE: Tampoco ellos tuvieron mayores dificultades. El proyectil fue aún más fácil de disparar que los viejos lanzagranadas.

DEFENSOR: Gracias. Eso es todo.

PRESIDENTE: Ahora podemos oír a los testigos de la acusación. El fiscal tiene la palabra.

FISCAL: Los hechos expuestos en el escrito de la acusación quedan patentes en la grabación. No llamaré a ningún testigo.

PRESIDENTE: El defensor tiene la palabra.

DEFENSOR: Quisiera volver sobre algunos hechos cuya relación con la causa aún no se ha establecido, o al menos no con la suficiente claridad. Son hechos que están registrados.

PRESIDENTE: El archivo está a disposición de la sala.

DEFENSOR: ¿Qué medidas se habían adoptado para la protección de las personas que murieron en el subterráneo?

ARCHIVO: La capa de aire comprimido les protegía contra la caída de meteoritos.

DEFENSOR: ¿Esa capa llegaba hasta el suelo?

ARCHIVO: No. Dejaba libre un margen de unos dos metros de altura.

DEFENSOR: ¿Por qué?

ARCHIVO: Cuando se produjeron las caídas de los meteoritos aún había habitantes de la ciudad que de vez en cuando deseaban visitar personalmente las zonas verdes de las afueras.

DEFENSOR: ¿Por qué no se completó la capa protectora cuando los hombres dejaron de salir de sus casas?

ARCHIVO: No era necesario.

DEFENSOR: ¿La muralla de la ciudad y el espejismo de la antigua fortaleza pueden considerarse medidas de seguridad?

ARCHIVO: No. Fueron obras de restauración, realizadas para recuperar la imagen histórica.

DEFENSOR: ¿Cualquiera podía entrar libremente en la ciudad antigua?

ARCHIVO: Sí…, excepto por los tests de rutina.

DEFENSOR: En su momento, esas pruebas rutinarias fueron establecidas sólo como un sistema de registro, cuando las máquinas aún estaban atendidas por ingenieros humanos. Luego no existía la más mínima medida de seguridad. ¿Cómo estaba protegida la planta subterránea?

ARCHIVO: Con una tapa de carburo de circonio.

DEFENSOR: ¿Nuestro automatismo estaba conectado con los órganos de recepción y control del parque de máquinas?

ARCHIVO: Sí.

DEFENSOR: ¿Se registró la entrada de los acusados y sus movimientos?

ARCHIVO: Sí.

DEFENSOR: De su conducta, y en particular de las destrucciones ocasionadas el último día, en un claro atentado contra la integridad de la ciudad, hubiera podido deducirse que las plantas subterráneas también estaban en peligro. ¿Por qué no se adoptó ninguna precaución?

ARCHIVO: El programa no preveía ningún ataque en las regiones superficiales. El automatismo sólo puede incorporar los hechos una vez producidos. Sólo entonces puede modificarse el programa.

DEFENSOR: Luego debo constatar que, aparte de la tapa que cerraba el sótano, no existía ninguna protección contra las acciones de seres inteligentes procedentes de fuera. ¿Por qué no existía esa protección?

ARCHIVO: Los hombres se habían vuelto pacíficos. Las máquinas y los autómatas llevan controles incorporados. La evolución biológica había quedado descartada, pues habíamos esterilizado el planeta. La actuación de inteligencias procedentes del espacio interplanetario también estaba descartada, pues en los planetas vecinos no había vida, y ésta tampoco podía aparecer… ya que también los habíamos esterilizado. La acción de inteligencias procedentes del espacio interestelar parecía igualmente imposible, toda vez que nuestro sistema se compone de un único Sol aislado. Todos los soles rodeados de planetas, sobre los que podría haber seres vivos, están a más de cinco millones de años luz de distancia. Puesto que la materia no puede desplazarse a velocidades hiperlumínicas, la probabilidad de que seres extraños pudieran llegar a nuestro planeta resultaba lo suficientemente remota.

DEFENSOR: Eso es todo. Gracias.

PRESIDENTE: ¿Queda por oír aún algún testigo? ¿Desea preguntar algo el fiscal? En caso contrario, declaro cerrada la exposición del caso y ruego al fiscal que proceda a leer su informe.

FISCAL: Deseo hacer constar que la destrucción de formas de vida altamente organizadas, y sobre todo de seres vivos dotados de inteligencia, constituye un execrable delito en todo el universo. No cabe la menor duda de que también es así en el mundo de los acusados. En efecto, también sus leyes prevén los castigos más rigurosos para los casos de asesinato. Nada puede atenuar ni mermar la importancia de este hecho, ni tan sólo la invocación de reglas del juego, deber de obediencia, compañerismo y demás.

Los únicos atenuantes que se podrían considerar frente a la acusación de asesinato son la ignorancia o la coacción bajo amenaza contra la propia vida. Estoy en condiciones de afirmar que en nuestro caso no se da ninguno de estos dos supuestos.

Consideremos ante todo las excusas de los acusados amparándose en su deber de obediencia. Esa afirmación carece de toda base, pues ellos mismos han reconocido que las reglas del juego prohibían el uso de la fuerza, las lesiones, y con mayor razón todavía la muerte. Es evidente que ello no se aplica sólo a los participantes en el juego, sino también a los organismos y objetos con quienes, éstos entran en contacto. Prueba del carácter fundamentalmente pacífico del juego es el hecho de que a los participantes les está prohibido emplear cualquier instrumento que pudiera perturbar las condiciones del mundo en el que penetran. Los acusados no pueden escudarse, pues, en las reglas del juego. Al contrario, el hecho de que se saltaran tan alegremente esas reglas demuestra su poco respeto por la ley y la justicia, a lo cual debe sumarse su indiferencia ante la muerte de sus propios compañeros.

Consideremos ahora el argumento de la ignorancia. Este aspecto queda descartado de entrada, ya que todo el juego consistía en localizar a los seres vivos más desarrollados, al parecer una reminiscencia de los tiempos en que la investigación no era una diversión, sino una tarea seria. Luego, la explosión sólo podía tener esa finalidad. Los acusados sabían perfectamente que no conseguirían penetrar la tapa del sótano de otra forma, y por ello intentaron doblarla o romperla a través de una explosión, sin arredrarse en lo más mínimo ante la idea de que con ello podrían dañar o destruir otras vidas.

Y entrando ya en el último argumento posible, la coacción irresistible, también queda descartado tras la declaración de los acusados en el sentido de que sus vidas no habrían corrido ningún peligro caso de haberse opuesto a la acción. Simplemente, no intentaron oponerse de forma decisiva a la mortal explosión. Si alegan razones de compañerismo, debemos responderles que en ese caso también tendrán que arrostrar las consecuencias de ese tipo de compañerismo. Aquí no se trata de averiguar en modo alguno quién disparó realmente el proyectil, sino quién intervino en los preparativos, pues el disparo del proyectil fue sólo una acción secundaria. Y los acusados participaron en esos preparativos en la misma medida que sus compañeros, que desgraciadamente no comparecen hoy ante juicio. Así lo demuestra su actuación y, sobre todo, también el hecho de que permanecieran cerca del acceso a las plantas subterráneas hasta momentos antes de la explosión. Incluso les considero todavía más culpables que los otros participantes, pues parecían haber comprendido mejor que debajo de la tapa que cerraba el sótano podía haber seres vivos.

Tengo el deber de demostrar la culpabilidad de los acusados. Así lo he hecho, y no me cabe la menor duda de que el incorruptible mecanismo del sistema logístico será necesariamente de la misma opinión. Es indiscutible que los acusados deben ser declarados culpables de cuarenta y dos asesinatos y ciento veinte casos de lesiones graves. Su delito merece ser castigado con la pena máxima que establecen sus leyes: la pena de muerte.

PRESIDENTE: Ruego al defensor que proceda a exponer su resumen de los hechos.

DEFENSOR: Una de las tareas del defensor es buscar y exponer todas las circunstancias que puedan actuar como atenuantes de la acción del acusado. En este caso no me será difícil cumplir esta tarea; muy al contrario, los argumentos contra la acusación del fiscal son evidentes casi por sí solos. Tal es su alcance, que el conjunto de la acusación pierde todo fundamento y me veo obligado a solicitar no una pena más leve, sino la plena absolución de mis defendidos.

Para demostrarlo deberé extenderme un poco sobre su forma de vida. Prescindiré del hecho de si debemos considerarlos seres humanos iguales a los que tenemos la misión de proteger y cuidar en nuestro planeta. Aun así, sin duda se me permitirá establecer comparaciones, y en ese caso yo diría que su situación puede caracterizarse perfectamente por analogía con la fase que alcanzaron los habitantes de este planeta cuando habitaban las casas con jardín del círculo exterior. Todas las tareas ya se habían cumplido, todas las metas ya se habían alcanzado, todos los conocimientos ya se habían logrado varios miles de generaciones atrás. Sólo les restaba dedicar su vida al arte, a charlar, a divertirse. Ya no se dedicaban a ninguna tarea material, no tenían necesidad de preocuparse de conseguir alimentos ni vestido, de encontrar calor y abrigo, no tenían que trabajar, ni que investigar, ni que luchar.

Esta situación sólo se diferencia en un aspecto de la de los acusados; a saber: por la posibilidad de hacer viajes interestelares. Desde luego, estos viajes no se realizan como expediciones científicas, sino de la manera despreocupada que constituye su única forma de vida conocida. Recorren mundos desconocidos exactamente como si fueran niños, sin saber muy bien por qué lo hacen en realidad. Como es lógico esperar en estas circunstancias, se producen accidentes… Accidentes mortales. Pero estos hombres ya han perdido el instinto de asustarse ante esos peligros, de prevenirlos. Los aceptan como otros tantos puntos negativos en un juego, como efectos de la mala suerte, como simples averías. Así lo demuestra claramente su conducta.

¿Qué actitud tienen entonces estos seres ante la muerte ajena? Nunca se han visto en la necesidad de tener que proteger vidas ajenas. De eso se ocupan sus autómatas. Se sienten libres de hacer lo que les venga en gana… Nunca ocurrirá nada grave, nadie sufrirá jamás el menor daño, nadie resultará herido y mucho menos muerto. ¿Cómo podemos reprocharles que ni siquiera cruzara su mente la posibilidad de impedir un daño? ¿Quién es el verdadero culpable? ¿Ellos, o más bien aquellos a quienes corresponde esa función? Los autómatas. Pronto volveré sobre este punto.

En cualquier caso, su comportamiento en este planeta se adecúa perfectamente al esquema descrito. Deambulan sin un objetivo fijo, y en más de una ocasión se ponen en grave peligro. Se apoderan de lo que les viene en gana, y si no pueden conseguirlo directamente se sirven de los medios que encuentran a su alcance. Intercambian disparos y lo consideran una diversión normal. Pierden a un compañero —sólo citaré la muerte de Katia— y aceptan el hecho sin alterarse demasiado. Simplemente, no lo comprenden. Y por fin topan con esa plancha que les impide alcanzar la meta buscada, y optan por la única solución que parece ofrecer garantías de éxito. Escogen esa solución a pesar de que con ello ponen en peligro sus propias vidas. Lo cierto es que no sabemos qué fue de ellos a partir del momento de la explosión; todos les habíamos dado por muertos. La aparición de Al y Rene constituyó una gran sorpresa para nosotros. No podemos explicárnosla. Tal vez guarde relación con su sistema de desplazamiento espacial, pero esto es algo que no podremos poner en claro, pues mis defendidos se niegan a declarar nada al respecto, y les asiste el derecho a guardar silencio.

En cualquier caso, todo ello deja bien sentado que la conducta de los acusados es ingenua e infantil. Todas sus acciones son sólo un juego para ellos. Son incapaces de distinguir entre juego y realidad. Las capacidades intelectuales que sin duda poseen están orientadas hacia fines irreales. Son incapaces de funcionar de manera autónoma. Y por lo que respecta a los delitos cometidos: no tenían conciencia de lo que hacían. No son responsables de sus actos; luego, deben ser absueltos.

Pero con ello no he acabado de demostrar la inocencia de los acusados. Desde luego, se cometió un delito, y éste no puede atribuirse sólo a la conjunción de una serie de casualidades desfavorables, aunque ello sin duda también contribuyó al desenlace. Quisiera volver ahora sobre los hechos que he obtenido del archivo. De ellos deduzco lo siguiente. Contábamos con un dispositivo de seguridad contra los meteoritos, pero no habíamos establecido ninguna protección contra la invasión por seres inteligentes. Quisiera señalar de paso la posibilidad de que los visitantes no hubiesen sido inocentes niños absortos en sus juegos, sino conquistadores en pie de guerra. En ese caso, no hubiéramos tenido la más mínima oportunidad de juzgarlos. Pero volvamos al tema que nos ocupa. La ciudad de las máquinas también estaba indefensa, pues sus controles sólo podían intervenir una vez ocurrido ya el daño. Quienquiera que lograra llegar hasta el sistema de mandos podía servirse de él a voluntad, como de hecho sucedió. Los receptores se ocupaban ciertamente de captarlo todo y nos comunicaban todos los hechos, pero nosotros nos limitábamos a registrarlos. ¿Es preciso que insista en señalar a los verdaderos culpables? Creo que el hecho está claro: también se puede delinquir por omisión.

Pero ahí no acaba todo. Las reglas por las que se regía el juego de los acusados eran muy razonables. En realidad, estaban pensadas de manera que no pudiera ocurrir nada malo, a menos que existiera una provocación directa. Y eso es exactamente lo que ocurrió aquí: dejamos los instrumentos de destrucción, los cañones, lanzagranadas, bombas y cohetes, al alcance de cualquiera. No hicimos nada para ponerlos en lugar seguro. El primer recién llegado podía hacer uso de ellos. ¿Debe extrañarnos, pues, que unas condiciones desfavorables provocaran un accidente? A mi entender, queda perfectamente demostrado que los acusados sólo fueron el instrumento casual, inconsciente, que desencadenó la catástrofe. El verdadero culpable es el autómata, por su estrechez de miras y su pasividad. Confío que la acusación recaerá sobre la unidad. Confío que mis defendidos serán declarados inocentes.

PRESIDENTE: Los acusados tienen la última palabra. ¡Alexander Beer-Weddington!

AL: Solicito ser juzgado por hombres, no por autómatas. Deseo comparecer ante los hombres de este planeta.

PRESIDENTE: Lo que pides es una insensatez. ¡Rene Jonte-Okomura!

RENE:

PRESIDENTE: El caso queda visto para sentencia. El sistema logístico nos comunicará la sentencia y los motivos que la justifican.

SISTEMA LOGÍSTICO: El fiscal ha intentado demostrar que los acusados son individuos normalmente no habituados a respetar la ley y la justicia. El respeto de los acusados por el derecho y la justicia no tiene ninguna relevancia a la hora de juzgar su culpabilidad.

El fiscal ha intentado demostrar que los acusados son seres despiadados y sin sentimientos. El hecho de que los acusados puedan ser seres despiadados y sin sentimientos es irrelevante a la hora de determinar su culpabilidad.

El fiscal ha examinado los motivos que impulsaron a los acusados a cometer su acción. Los motivos que impulsaron a los acusados a cometer el acto en cuestión son irrelevantes a la hora de juzgar su culpabilidad.

El defensor ha señalado el sistema de vida de los acusados. El sistema de vida de los acusados es irrelevante a la hora de determinar su culpabilidad.

El defensor ha citado la mentalidad quimérica de los acusados. La mentalidad quimérica de los acusados es irrelevante a la hora de determinar su culpabilidad.

El defensor ha señalado las insuficiencias en el sistema de seguridad de la ciudad. Las insuficiencias en el sistema de seguridad de la ciudad son irrelevantes a la hora de determinar la culpabilidad de los acusados.

La grabación que consta en el archivo demuestra la existencia del delito (número de registro 7301293325081).

La grabación ha identificado las personas causantes (número de registro 7301293362075/6).

La identidad de los acusados ha quedado demostrada con un nuevo registro (número 730129336207718) y a través de su comparación con los resultados del primer registro.

No se ha expuesto ninguna objeción jurídicamente aceptable que desmienta la culpabilidad de los acusados.

Los acusados son, por tanto, culpables tal como señala la acusación y de acuerdo con los principios de su propio derecho.

Su delito debe ser castigado, según su propio código penal, con la pena de muerte en la cámara de gas.