V

ÚLTIMAS HIPÓTESIS

OTRO de los contertulios de madama de Lissagaray era el señor Viguerie, dueño del hotel Los Tres Reyes, en la calle Maubec, de Saint-Esprit. Viguerie trascendía también a fondista. Viguerie odiaba cordialmente a todos los extranjeros porque no iban a su hotel; no podía soportar a los judíos del barrio por su carácter económico, y como era del centro de Francia, tenía antipatía por los vascos, que además no iban tampoco a su fonda.

El señor Viguerie se hallaba enterado de las maniobras de los carlistas; era muy amigo del intrigante Manuel Salvador y muy enemigo dé Aviraneta.

Viguerie, por informes de Salvador, afirmó que Chipiteguy era víctima de los masones, y que por este camino debía enderezar las pesquisas la familia.

Según él, lo mejor que se podía hacer era dirigirse al subprefecto para que este reclamara la libertad de Chipiteguy al jefe de la logia, o Gran Oriente, de Bayona.

Una señora que asistía a la reunión, y que hizo algunas gestiones para averiguar el paradero de Chipiteguy, fue madama Du Vergier. Esta madama se decía pariente de Du Vergier d’Hauranne, el célebre abate de Saint-Cyran, uno de los jefes más influyentes en su época del jansenismo.

Madama Du Vergier, vieja, alta, hombruna, andaba por la calle casi siempre en zapatillas y apoyada en un bastón. Había sido, en tiempo del Imperio, mujer de costumbres alegres; pero ya nadie se acordaba de sus aventuras.

Madame Du Vergier tenía el vicio de la lotería, y jugaba en la francesa y en la española con tanto entusiasmo, que a veces no tenía para comer.

Esta vieja le recordó a Alvarito la Brinvilliers de las figuras de cera.

Madama Du Vergier, con la Bizot, había ido a ver a la adivinadora madama Canis, y esta les había dicho con seguridad, rotundamente, que Chipiteguy estaba en España, guardado en una torre, por un crimen de Estado.

Biarritz, octubre de 1924.