VI

EL DINERO

MIENTRAS Aviraneta esperaba con ansiedad los resultados de la gestión de Roquet, corrieron por Bayona muchas noticias. Se dijo que los antimarotistas de la Junta apostólica iban a tener dinero para hacer más intensa la guerra.

El secretario de la Junta, don Florencio Sanz, se agitó y lanzó circulares, afirmando la vuelta al Poder de los puros. Se añadió que el padre Larraga había ido a Turín y el general Uranga a Viena; que los dos traerían disposiciones y dinero en abundancia, y que en seguida la Junta apostólica iría a ponerse de acuerdo con Cabrera y Arias Teijeiro.

Pocos días después, El Faro de Bayona confirmó la noticia, y añadió que Tarragual había pedido el pase al subprefacto para ir a Toulouse y luego a la frontera catalana.

Aviraneta sabía que todo esto no tenía importancia; en cambio, por aquellos días supo por el club antimarotista de Azpeitia una noticia importante.

Se trataba de hacer un empréstito de quinientos millones de reales a Don Carlos por las casas Tastet y Francessin. Tastet había pasado al real de Don Carlos con una carta de los principales banqueros de Inglaterra ofreciendo al pretendiente auxilios si se avenía a firmar el contrato en las condiciones que se le proponían.

El negocio era una combinación de comerciantes ingleses y franceses, dirigida a arruinar la poca industria española.

Tastet fue al Cuartel real, y primero se vio con el padre Cirilo de la Alameda, y este quiso sacar tajada sin exponerse; pero Tastet era tan cuco como podía serlo el padre Cirilo, y estaba dispuesto a no dar un cuarto sin garantías.

Aviraneta temía que, a pesar de que las condiciones eran duras, Don Carlos, impulsado por la necesidad, firmase el empréstito para poder tener armas, caballos, efectos de guerra y dinero para pagar a las tropas.

Sabida es la frase del mariscal Trivulzio, que se ha repetido muchas veces:

«Tres cosas son necesarias para llevar bien una guerra: la primera, dinero; la segunda, dinero, y la tercera, dinero.»

A esto se puede añadir la frase de Vespasiano, que el dinero no tiene olor, es decir, que lo mismo da que venga de arriba que de abajo, de las flores o del cieno.

Aviraneta, que veía un gran peligro en este empréstito, comenzó a trabajar en contra de él. Dio informes a los antimarotistas de Fermín Tastet, banquero bilbaíno, que había sido liberal y masón; hizo decir a los clubs de Tolosa, de Azpeitia y de Bayona que el empréstito era una trampa pérfida de Maroto para exterminar a los carlistas puros y al pretendiente, pues dueño el general de este modo de las tropas, pagándolas espléndidamente haría lo que quisiera, transigiría con Espartero, sacrificando la causa de la legitimidad y del catolicismo. Esta era la explicación de que fueran liberales y masones lo que ofrecían el dinero.

La idea lisonjeó a los fanáticos, se la apropiaron, y fue tal la enemistad que se produjo contra este empréstito, que Tastet tuvo que escaparse del real y marchar corriendo a Francia. Los dos banqueros, el español y el francés, se manifestaron asombrados de la enemiga que había producido su proyecto.

Hablaron en Bayona con el marqués de Lalande, y uno de los banqueros dijo:

—Sin dinero, la guerra se acabará pronto.

El marqués de Lalande parece que añadió:

—Ya no tenemos guerra más que para unos meses.