[1] Pío Baroja, El gran torbellino del mundo, Barcelona, 1962, pág. 27. <<
[2] Pío Baroja, Obras Completas (O. C.), t. IV, pág. 475. <<
[3] Pío Baroja, La caverna del humorismo, Madrid, 1920, págs. 274 y ss. <<
[4] Pío Baroja, La caverna…, ed. cit., pág. 275. <<
[5] Azorín, Ante Baroja, en O.C., Madrid, 1948, pág. 193. <<
[6] Pío Baroja, O.C. t.IV pág 144 <<
[7] Pío Baroja, Chopin y Jorge Sand, Barcelona, 1941, pág. 53. <<
[8] Pío Baroja, César o nada, Madrid, 1910, pág. 5. <<
[9] Pío Baroja, César…, ed. Cit. Pág 6 <<
[10] Azorín, ed. cit., pág. 196 <<
[11] Pío Baroja, Memorias, t. V, Madrid, 1948, pág. 124. <<
[12] Pío Baroja, Memorias, t. V, ed. cit., pág. 124. <<
[13] Pío Baroja, Memorias, t. V, ed. cit., pág. 80 <<
[14] Pío Baroja, Memorias, t. V, ed. cit., pág. 84. <<
[15] Véase Francisco J. Flores Arroyuelo, Pío Baroja y la Historia, Madrid, 1971, pág. 35 y ss. <<
[16] Pío Baroja, Divagaciones apasionadas, Madrid, 1924, pág. 38. <<
[17] Pío Baroja, Divagaciones…, ed. cit., págs. 38-39. <<
[18] Pío Baroja, Mis mejores páginas, Barcelona, 1961, pág. 201. <<
[19] Ver el artículo «La muerte de Pacheco», en Ricardo de Montis y Romero, Notas Cordobesas, t. IV, Córdoba, 1923. <<
[20] Pío Baroja, La dama errante, ed. cit., págs. X-XI. <<
[21] Azorín, Madrid, en O. C, t. VI, Madrid, 1948, pág. 229. <<
[22] Pío Baroja, O.C. t V. ed. Cit. Pág 130. <<
[23] Pío Baroja, O. C, t. III, Madrid, 1947, págs. 11 y 12. <<
[24] Pío Baroja, O.C., t. V, ed. cit., pág. 133. <<
[25] Pío Baroja, Memorias, t. I, Madrid (2), 1952, pág. 174. <<
[26] Pío Baroja, Memorias, t. VI, Madrid, 1948, pág. 9. <<
[27] Ver Francisco J. Flores Arroyuelo, Pío Baroja y la Historia, ed. cit, págs. 77 y siguientes. <<
[28] Pío Baroja, Memorias, t. V, ed. cit., pág. 260. <<
[29] Julio Caro Baroja, «Novela histórica y documentación gráfica (Las estampas reunidas por Pío Baroja)», Boletín de la Real Academia de la Historia, t. CLXX, Cuaderno I, págs. 51 y ss., Madrid, 1973. <<
[30] Hans Hinterhaüser, Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, Madrid, 1963. Ver F. J. Flores Arroyuelo, Pío Baroja y la Historia, ed. cit., págs. 104 y ss. <<
[31] Véase el apéndice titulado «Un rincón en la biblioteca de Itzea, en Francisco J, Flores Arroyuelo «Pío Baroja y la historia», ed. cit., pág. 427 Ignacio Elizalde «Personajes y temas barojianos», Bilbao, 1975, págs. 249 y ss. <<
[32] Véase Jaime Pérez Montaner, «Sobre la estructura de las Memorias de un hombre de acción», en Cuadernos Hispanoamericanos, t. LXXXIX, núm. 265-267, Madrid, 1972, págs. 610 y ss.; de Carlos Longhurst, Las novelas históricas de Pío Baroja, Madrid, 1974, págs. 161 y ss. (Gran trabajo sobre Pío Baroja con un tratamiento analítico y profundo de las novelas de la serie de Aviraneta), y Francisco J. Flores Arroyuelo, Pío Baroja y la Historia, ed. cit.,págs. 127 y ss. <<
[33] Pío Baroja, O.C. t.IV, pág 101. <<
[34] Pío Baroja, O.C. t.IV, pág 213. <<
[35] Pío Baroja, O.C. t.IV, pág 384. <<
[36] Pío Baroja, O. C, t. IV, pág. 423. <<
[37] Pío Baroja, O. C, t. IV, págs. 442 y 443. <<
[38] Pío Baroja, O. C, t. IV, pág. 475. <<
[39] Pío Baroja, O.C., t. IV, pág. 533. <<
[40] G. Lukács, La novela histórica. <<
[41] Ver Guillermo Zellers, La novela histórica en España. 1828-1850, Nueva York, 1938; José F. Montesinos, Introducción a una historia de la novela en España en el siglo XIX, Madrid, 1955; González Palencia, «Walter Scott y la censura gubernativa», en Entre dos siglos, Madrid, 1943; Allison Peers, «Studier in the influence Sir Walter Scott in Spain», en Revue Hispanique, París, 1926; Francisco J. Flores Arroyuelo, Pío Baroja y la Historia, ed. cit., págs. 330 y ss.
[42] Pío Baroja, O.C., t. V, pág. 1100. <<
[43] Ver Francisco J. Flores Arroyuelo, Pío Baroja y la Historia, ed. cit., páginas 348 y ss. <<
[44] L. Tolstoi, Guerra y Paz, Barcelona, 1952, pág. 698. <<
[45] L. Tolstoi, Guerra y Paz, ed. cit., pág. 699. <<
[46] L. Tolstoi, Guerra y Paz, ed. cit., pág. 614. <<
[47] Pío Baroja, O.C., t. V, pág. 498. <<
[48] Pío Baroja, O.C., t. V., pág. 1172. <<
[49] Pío Baroja, La caverna…, ed. cit., pág. 132. <<
[50] Pío Baroja, O. C., t. V, pág. 498 <<
[51] Pío Baroja, Memorias, V, pág. 257. <<
[52] Antonio Regalado, Benito Pérez Galdós y la novela histórica española. (1868-1912), Madrid, 1966. <<
[53] Pío Baroja, Memorias, V, pág. 185. <<
[54] Pío Baroja, Memorias, t. V, pág. 269 <<
[55] Hinterhaüser, Los episodios…, ed. cit., pág. 270. <<
[56] Pío Baroja, Memorias, t.V, pág. 269 <<
[57] L. S. Grangel, Retrato de Pío Baroja, Barcelona, 1953, págs. 169 y 200. <<
[58] Sebastián Brant (1458-1521) fue uno de los autores más populares del siglo XVI, siendo ésta la obra que alcanzó másdifusión al traducirse del alemán al latín (1496), francés, inglés, holandés, influyendo en autores como Erasmo. <<
[59] F. Díez buscó el significado etimológico de Carnaval en carrus navalis, siguiéndole en este sentido Korting y Burckhardt. El fundamento histórico de esta interpretación estaba en la fiesta romana del 5 de marzo de la época imperial dedicada a Isis, donde varias personas disfrazadas portaban un barco que en los lugares de mar era botado enlas aguas. Ver Apuleyo, Metamorfosis, XI, I. Sobre este problema, J. Caro Baroja, El carnaval, Madrid, 1965, págs. 283 y ss. <<
[60] Gracián hace referencia a «La feria de todo el mundo» en El Criticón (parte primera, crisis XIII), donde, con el pesimismo habitual en él, hace una descripción de españoles, alemanes, franceses, italianos, atribuyéndoles determinados rasgos morales: la soberbia, la codicia, el engaño, la inconstancia, se habían apoderado «a porfía de todala redondez de la tierra». <<
[61] Lupercales, fiesta romana de invierno celebrada en el actual 15 de febrero en la cueva Lupercal en el Palatino, comenzando con un sacrificio de machos cabríos y perros y continuando con ofrendas de pasteles hechos por las vestales con el primer trigo de la cosecha. Después, dos jóvenes, hijos de patricios, con la frente ensangrentada, reían y corrían, y azotaban a los que encontraban. Se ha creído que es un rito pastoril que se encuentra en el origen del carnaval. Ver J. Caro Baroja, El carnaval, ed. cit., pág. 341. <<
[62] Las figuras de cera, novela anterior de la serie Memorias de un hombre de acción. <<
[63] Batallón de Requetés o voluntarios <<
[64] Abacero: que tiene una tienda donde se venden por menor aceite, vinagre, legumbres secas, bacalao, etc. <<
[65] Este caserón viejo llamado Itzea fue comprado por Pío Baroja, pasando a ser la residencia de la familia. <<
[66] Algunos de estos extranjeros dejaron escritas sus impresiones que fueron utilizadas por Pío Baroja. Mitchell, Le campet la tour de d. Carlos, Bayonne, 1839; Lichnowsky, Souvenir de la guerre civil en Espagne (1837-1839), París, 1844,y otros. <<
[67] Sobre este episodio de la guerra, Pío Baroja sigue fielmente a Antonio Pirala, que lo refiere en Historia de la guerra civil y de los partidos liberal y carlista, t. II, Madrid 1856, pág. 22 b. Véase de Pío Baroja, «Mina en el Baztán», en Siluetas románticas, Madrid, 1934, págs. 182 y ss. Hace referencia a otras fuentes como Ros de Olano, Episodios militares, Madrid, 1884. <<
[68] Laya, pala de hierro de una o dos puntas que se utilizaba en el País Vasco y Navarra para labrar la tierra a brazo, utilizando el pie para terminar de clavarla. <<
[69] La aventura del general Gómez atrajo la atención de Pío Baroja escribiendo sobre ella «Gómez y su expedición», en Siluetas románticas, ed. cit., págs. 190 y ss., y en Memorias, t. VI, Madrid, 1948, págs. 183 y ss. <<
[70] La cueva de las brujas de Zugarramurdi fue descrita por Pío Baroja en La dama de Urtubi, Madrid, s/f., págs. 68 y ss. Sobre las brujas de este pueblo y del proceso que se siguió, véase Julio Caro Baroja, Las brujas y su mundo, Madrid,1961, págs. 247 y ss. Baroja hace referencia a las lamias, animales fabulosos con figura de mujer que aparecen en la mitología grecolatina, y en la vasca. Véase J. Caro Baroja, Algunos mitos extranjeros y otros ensayos, Madrid, 1944, páginas 29 y ss. <<
[71] El campo de Barahona (Soria) tiene fama de ser punto de reunión de brujas, y sirvió como tal a don Diego de Torres Villarroel al escribir Las brujas del campo de Barahona. Pronóstico que sirvió para el año 1731, en Obras, t. X,Madrid, 1975, págs. 142 y ss. Goya, al pintar varios de sus cuadros que sobre el tema de las brujas hay en el Museo Lázaro Galdiano, sin duda alguna, tuvo presente este texto, así como el folklore aragonés sobre este motivo. <<
[72] La picota era un rollo o columna de piedra que había a la entrada de los pueblos en los que se exponía la cabeza de los ajusticiados para que sirviera de escarmiento. Pueblo de horca era aquel que tenía derecho y jurisdicción para castigar delitos hasta con penas capitales. <<
[73] azcona: arma arrojadiza a modo de dardo. <<
[74] El padre Arbiol fue un famoso autor de tratados místicos. Su obra más famosa fue la titulada Desengaños místicos a las almas detenidas, o engañadas en el camino de la perfección, Madrid, 1724. <<
[75] Descripción clásica de Castilla, común a Azorín, Machado. <<
[76] La vida de Luis Candelas en pliegos de cordel y en boca de feriantes que contaban historias al tiempo que apuntaban con un puntero en dibujos, así como en novelas populares, folletines, e incluso en el teatro. Antonio García del Canto, Luis Candelas y los bandidos de Madrid, Madrid, 1887; Carlos de Palomera y Ferrer, Dramas sangrientos, Madrid, 1868. <<
[77] Estas son las revistas literarias más importantes de ese momento. El Seminario Pintoresco comenzó a publicarse en1836. Véase Georges Le Gentil, Les Revues litteraires de l’Espagne, París, 1909. <<
[78] Este libro apareció en Valencia en 1868 firmado por un emigrado del Maestrazgo. <<
[79] En la segunda novela de la serie Memorias de un hombre de acción, titulada El escuadrón del Brigante, Baroja hizo una magnífica descripción de la vida de los guerrilleros de la zona del Duero y montes de Soria capitaneados por el cura Merino. <<
[80] Pío Baroja, observador perspicaz de la vida social española, en numerosas ocasiones, nos muestra rasgos caracterizadores de los pueblos como este de los motes o seudogentilicios, de los que llegó a teorizar J. Caro Baroja en «El sociocentrismo de los pueblos españoles», en Razas, pueblos y linajes, Madrid, 1957, páginas 265 y ss. <<
[81] Sobre los guerrilleros, véase José Gómez Arteche, Juan Martín El Empecinado. La guerra de la Independencia bajo su aspecto popular. Los guerrilleros, 3 vols., Madrid, 1886. De algunos, aparte de los más famosos, hay estudios particulares, como E. Vasco, D. Francisco Abad Moreno (Chaleco), Zaragoza, 1909; Domingo Gascón, La provincia de Teruel en la Guerra de la Independencia, Madrid, 1908; Juan Arzadun, Los guerrilleros en la Guerra de la Independencia, Madrid, 1910. Muchos de estos guerrilleros hicieron la guerra civil en el lado carlista. Véase A. Pirala, Historia de la guerra…, ed. cit., t. I, págs. 155 y 208; sobre Eugenio Barba, Valiente, Adame el Locho, Vicente Rujero Palillos… <<
[82] Saludador o embaucador que se dedicaba a hacer curaciones, principalmente de la rabia, así como aplacar tempestades, ahuyentar plagas, por medio de prácticas misteriosas en las que la religión jugaba su papel. Se decía que tenían la gracia por haber nacido el Viernes Santo o ser el séptimo de los hijos de un matrimonio que todos eran varones. Ver Francisco J. Flores Arroyuelo, El diablo en España, Madrid, 1985, págs. 188 y ss. <<
[83] Los saludadores afirmaban que eran familiares de Santa Catalina o Santa Quiteria para evitar persecuciones. Para conocerse decían que tenían una señal en el paladar, de ahí que utilizasen con frecuencia la saliva o el aliento para curar. En numerosos ayuntamientos, hasta el siglo XVIII, hubo una plaza de saludador para la que tenían que someterse a varios exámenes. <<
[84] Los Golfines fueron uno de los bandos de Cáceres junto a los Ovandos, Ulloas,… En Cáceres hay dos palacios delos Golfines, de Arriba y Abajo. En el segundo residían los Reyes Católicos cuando moraban en la ciudad. <<
[85] Aunque Pío Baroja le llama Aquiles Ronqui, su nombre era Domingo Ronqui, amigo de María Cristina, que fue director de la lotería en España. Ver Pío Baroja, «Ronchi, el chamarilero», en Siluetas románticas, ed. cit., págs. 174 y siguientes. <<