Siguieron a la camioneta montados en el Hispano-Suiza, camino del Trocadero. Alberto se despidió de ellos una vez cargado el lienzo y el bastidor, ya que tenía que atender un compromiso.

Por suerte hacía un día soleado sin remota posibilidad de lluvia y no fue necesaria una protección especial para la tela y los maderos. Las calles estaban animadas y por las orillas del Sena se agolpaban los paseantes a la salida de sus trabajos. Sin embargo, Picasso estaba más atento a los vaivenes del vehículo que llevaban delante, temeroso de que pudiera dañarse el lienzo. De manera inconsciente, sin perder de vista la camioneta a través del parabrisas del Hispano-Suiza, iba moviendo de un bolsillo a otro de la chaqueta, o de la chaqueta a sus pantalones, los extraños objetos de baratillo que conservaba en las entretelas. Y sin percatarse de lo que hacía, extrajo la brújula, que, de inmediato, sujetó entre las manos como si fuera necesaria su protección.

—Ya sabes cómo manejarla.

Al escuchar a Sabartés dio un respingo. Desplegó las tapas del instrumento imantado y lo sujetó con firmeza.

—Por supuesto —dijo ufano señalando la aguja—. ¿Ves? El norte, y nos encaminamos en dirección suroeste.

—Hoy no has tenido tiempo de leer los periódicos, claro. Pero mientras se desmontaba el cuadro yo los revisé, y hay una noticia que te interesará sobre el general Mola.

—¿Cuál?

—Ha muerto. Se estrelló su avión en Burgos. ¿Fatalidad o atentado? Creo que nunca lo sabremos. Y tardaremos en conocer si perjudicará a los sublevados la pérdida de uno de sus principales cabecillas.

Por la mente de Picasso circularon fugaces viejos recuerdos e imágenes.

—¿Cuándo me contarás cómo llegó esa brújula a tus manos? Me lo prometiste, ¿recuerdas?

—Pues, es curioso, pero la historia tiene que ver precisamente con Mola y con un viaje que hice, hace ya algún tiempo, a Florencia. Un viaje que también está relacionado, de alguna manera, con el cuadro que transportamos. Hoy se cierra el círculo.

—¿El círculo?

—Sí…, te explico…

Al finalizar de relatar la historia sobre el encuentro casual con el «fotógrafo militar» en el tren que le conducía a Florencia, el descubrimiento de la brújula dentro del vagón cuando se bajó Mola en Arezzo y la importancia que tuvo aquel viaje en su vida y en la inspiración para algunas trazas del Guernica, llegaban al pabellón español. Evitó explicar a su secretario que aún conservaba el recortable con la máscara que tenía dibujadas las facciones del militar golpista.

—¿Y qué harás con la brújula ahora?

—Conservarla, como siempre; la muerte de su anterior propietario no modifica el hecho de que sea útil para no perderse.