Revienta la ampolla que hace las veces de puerta en la habitación y baña las paredes y el techo con sus fluidos de músicas militares.
Al concluir la lectura, Jaime estuvo un rato pensativo. El pintor había regresado a la expresión literaria y su actitud era muy distinta a la que abrigó cuando se inició, casi en secreto, con la pluma. Por aquel entonces, evitó que sus escritos fueran leídos.
—Toma otro, mon vieux, ¿no estarás cansado?
Llevaban levantados casi dos horas. Aquel era un día especial y Pablo les había alertado a una hora desacostumbrada.
En las entrañas del corazón están solando las calles del pueblo y la arena que cae en los relojes de arena heridos en la frente al caerse por la ventana sirve para secar la sangre que brota de los ojos asombrados que miran por el ojo de la cerradura.