Transcurrieron casi dos días sin acudir al desván de Grands-Augustins. Definitivamente, permaneció en la cama durante ese tiempo para recuperarse de dolencias que solo él conocía. Llamó a Marie-Thérèse Walter para explicarle la situación por la que estaba pasando y anunciarle que en cuanto finalizase el cuadro iría a verla, a ella y a la pequeña Maya. Los gritos que tuvo que soportar resonaron varios minutos en sus oídos después de colgar el auricular. Resultaba insólito cómo había cambiado aquella joven que, en otro tiempo, era todo dulzura; ahora desbordaba su energía en increparle. ¡Qué lejos quedaba la voluptuosidad con la que ella envolvía sus actos! Una voluptuosidad estimulada, amasada por él mismo mientras fueron amantes. Lo cierto es que llevaba casi un mes sin ir a verla. La tenía mal acostumbrada porque hubo temporadas que acudía todos los jueves y domingos, pero las circunstancias ahora eran distintas y ella no mostraba la más pequeña comprensión.

También Sabartés le recriminó al considerar que carecía de motivos para no haber visitado a Marie-Thérèse. Tuvo que desvelar a su secretario el mal momento que estaba atravesando al sentirse agobiado con el calendario para la entrega del Guernica y la necesidad imperiosa de resolver algunos problemas que planteaba su ejecución.

Sabartés sugirió que aprovechara el descanso para escribir el texto que le había pedido Bergamín para el catálogo de la exposición de carteles en Nueva York.

A última hora de la noche del domingo, llamó al secretario y le entregó un folio manuscrito. Sabartés lo leyó en voz alta:

La guerra española es la lucha de la reacción contra el pueblo, contra la libertad. Toda mi vida de artista no ha consistido en otra cosa que en una lucha incesante contra la reacción y la muerte en el arte. Cuando comenzó la reacción en mi país, el constitucional y democrático gobierno de la República me nombró director del Museo del Prado, puesto que acepté inmediatamente.

En estos días trabajo en un mural que titularé «Guernica» para evocar la masacre cometida contra esa población vasca. Y en todas mis obras recientes quiero expresar, con absoluta claridad, mi dolor por lo que sufren mis compatriotas y mi repulsa a la casta militar que ha sumido España en un océano de horror y muerte.