Cerca del portal encontró a Marcel limpiando los cristales del Hispano-Suiza. Le pidió que le acompañase arriba.
—Este tarde vamos a ir juntos para medir la pared lateral del desván de Grands-Augustins, del nuevo estudio.
—¿El lateral? —dijo el conductor extrañado.
—Sí, la pared del fondo a la izquierda. Necesito que vayas a comprar una cinta métrica de mucha longitud. Las que tenemos en el otro estudio no nos sirven para hacer esa medición, son demasiado pequeñas.
—Vale, voy ahora mismo. Y por cierto, ya que iremos a Grands-Augustins, allí me indica los dibujos que debo enviar a Nueva York. Tengo que preparar el embalaje y darles salida el lunes para que lleguen a tiempo para la exposición.
Marcel se ocupaba del trasiego de obras de arte por las galerías del mundo, excepto aquellas que manejaba el marchante Kahnweiler, de llevar al día el inventario de las mismas y el control de las operaciones. Hacía más de diez años que había entrado a su servicio y se convirtió en una especie de secretario del secretario Sabartés, hombre de confianza para algunos asuntos, en el chófer de todos, en la persona que abastecía de material la vivienda y el estudio, y que resolvía muchos de los problemas que pudieran surgir. Por lo demás, su dedicación era completa y también su disposición para perfeccionar sus conocimientos sobre arte con las enseñanzas de Pablo. Era asombroso lo que había aprendido desde que estaba a su lado, y cuando le acompañaba a visitar a alguno de los grandes artistas, amigos de su jefe, aprovechaba para atender con el máximo interés a las conversaciones que mantenían, si tenía ocasión de estar presente.
—¿Cuánto crees que tendrá la pared del desván? —preguntó Pablo.
—Yo creo que unos tres metros, más o menos, de alto y casi nueve o diez a lo ancho; no estoy seguro, tal vez más…
—Es poco —lamentó el pintor—, no va a dar la medida del espacio que me han dejado en el pabellón; por ejemplo, de largo tiene once metros y cuatro de altura.
—Bueno, tal vez sea algo más grande el hueco de lo que yo calculo, hay que verlo bien y medirlo a conciencia. Va a ser el cuadro de mayor tamaño que ha pintado. Y yo creo que le conviene hacer pronto el encargo a Castelucho-Diana del bastidor y de la tela, esta misma tarde si fuera posible; es el único four-nisseur pour artistes capaz de preparar un material de esas dimensiones con la rapidez necesaria…
Escuchando a Marcel con el ímpetu con el que se había expresado sobre la necesidad urgente de preparar el lienzo, corroboró que la impresión que él tenía era completamente cierta. Todos los que le conocían aguardaban con evidente ansiedad el resultado de su trabajo para el pabellón español en la Exposición Internacional y estaban inquietos sobre su posible desarrollo. Nunca se había encontrado con tanta presión a la hora de afrontar una obra.