—¿Está muerta?
—No lo sé.
El techo abuhardillado pintado de blanco reflejaba la luz pálida del pasillo, lo que hacía que la cara de la figura inmóvil mostrara cierto color céreo. La anciana descansaba en el centro de su cama como un santo de cuerpo presente, y a Caspar le resultaba difícil saber desde donde estaba si se movía o no la sábana que tapaba su cuerpo.
Dio otro paso hacia delante en el interior de la habitación de la mujer y se preguntó por qué motivo hablaban en voz baja. Suponiendo que el Destructor de almas le hubiera hecho algo a la mujer, no tenían por qué preocuparse más por su privacidad.
«Allí. ¿Qué había?». ¿Eran sus lóbulos nasales, finos y casi transparentes, los que se movían?
—Creo que ella…
Yasmin hablaba tan bajo que Caspar no pudo entender la última palabra. Aun así no le hacía falta; él mismo había podido verlo, no cabía la menor duda: Greta Kaminsky había abierto los ojos.
—¿Qué está ocurriendo aquí? —preguntó la mujer, y encendió la luz de su mesita de noche.
Su voz sonaba tranquila, y no había en ella ni el más mínimo rastro de cansancio. Igualmente, si le había sorprendido ver junto a su cama y en mitad de la noche parte del personal de la clínica, además de a uno de los pacientes, sabía disimularlo muy bien.
—Ha pasado algo —contestó Caspar, y se preguntó cómo iba explicarle en realidad los locos acontecimientos que habían tenido lugar mientras ella estaba durmiendo—. Póngase algo encima, tiene que acompañarnos enseguida.
—¿Quién lo dice?
—Yo se lo explicaré si…
—¡Tonterías, jovencito! —le interrumpió—. Me gusta usted, Caspar. Fue quien reparó mi televisor, pero por ello no voy a caminar detrás de usted a zancadas por toda la clínica a las dos de la madrugada. Y menos llevando de remolque a una banda de desconocidos. —Lanzó a Tom una mirada fría—. Y bien, señor, ¿podría decirme quién es usted?
—Tom Schadeck, soy camillero de ambulancias y anoche traje aquí a una víctima de accidente. Al Destructor de almas.
—¿A quién dice?
Schadeck dio un paso a un lado y Yasmin empujó la silla de ruedas hasta ponerla delante de la cama de Greta para que ésta pudiera echar un vistazo a aquel cuerpo desmoronado.
—¡Dios mío!
Greta se llevó con fuerza las manos a la boca.
—¿No es una broma? No formará parte de mi terapia para combatir el miedo, ¿verdad?
—Lamentablemente no.
Caspar le contó cómo había visto huir a Jonathan Bruck de su habitación, y cómo habían decidido bajar la pared de aislamiento después de que hubieran hallado a Sophia en la bañera.
Más tarde la puso al corriente de la desaparición de Rassfeld, Linus, Sybille y Mr. Ed, y finalmente incluso le quedó tiempo para resumirle brevemente su teoría acerca del sueño de la muerte.
—¿Y me habéis dejado sola, aquí arriba, todo este tiempo?
Greta saltó de la cama ágilmente para sorpresa de todos, teniendo en cuenta su edad, y deslizó sus pies huesudos dentro de unas zapatillas adornadas con una borla de color rosa en la punta.
—Usted estaba aquí encerrada —dijo Caspar a la vez que se preguntaba por qué estaría la puerta abierta. Si era el Destructor de almas quien había intentado abrirla, ¿por qué le había perdonado la vida a Greta? Obtuvo la respuesta antes de lo que él esperaba.
—No, no lo estaba. No llegué hasta aquí —confesó Yasmin con voz apagada.
—¿Cómo? —gritaron Bachmann y Caspar al unísono.
—Me daba demasiado miedo. Oye, tú no tienes derecho a mirarme lleno de reproches. —Levantó su barbilla en dirección a Bachmann—. También te equivocaste antes.
Sus quejas sonaron como las de una niña pequeña.
—Yo estaba en la habitación de Linus cuando, de repente, alguien disparó contra la pared de aislamiento. —Señaló la ventana oscura—. ¡Desde afuera! Había alguien en el balcón.
—¿Y nos lo dices ahora? —preguntó Caspar.
—Estaba muerta de miedo. Después ya no me atreví a ir a la habitación de Greta por si se encontraba bien, así que volví a bajar enseguida.
«No me extraña que quisiera quedarse en la biblioteca».
—Escuchad, no deberíamos perder más tiempo discutiendo.
Ahora era precisamente Schadeck quien intentaba conciliar la situación, probablemente para defender a su «Yazzie».
Greta se puso una bata de seda y colocó los brazos en jarra en sus rechonchas caderas.
—Muy bien, todos pensasteis que estaba aquí arriba encerrada y a salvo. Entonces, ¿por qué habéis venido ahora a buscarme?
Caspar le dio las dos notas que habían encontrado, junto a Sophia y dentro de la bolsa de Sybille.
—Necesitamos su ayuda.
Greta arrastró los pies hasta su mesita de noche y se colocó a tientas detrás de las orejas las patillas de sus gafas de cerca.
—«¿Es la verdad, aunque el nombre engaña?».
—Sí. La nota estaba junto a Sophia. Pensamos que si damos con la solución a lo mejor podemos conseguir que ella salga de su sueño de la muerte.
—Pobre chiquilla —se lamentó Greta mirándola. Luego movió la cabeza con pesar—. Bueno, es cierto que soy una vieja amante de los acertijos. Pero no puedo decirles nada sobre éste.
Schadeck empezó a aplaudir.
Perfecto, hemos vuelto a perder veinte minutos de nuestro camino hacia la locura. Mejor que nos esfumemos ya al sótano antes de que…
—Pero éste de aquí es antiguo —le interrumpió Greta.
La mujer sacudió la segunda nota como si estuviera agitando un pañuelo para despedirse en una estación de tren.
—¿Ah, sí?
—Sí, es una bobada, como diría mi nieto. Creo que hasta lo deben de haber sacado de uno de mis viejos libros de acertijos.
—¿Y qué significa?
FINISHED FILES ARE THE RESULT
OF YEARS OF SCIENTIFIC STUDY COMBINED
WITH THE EXPERIENCE OF YEARS
Caspar se había aprendido el texto de memoria de tantas veces que lo había leído.
—Bueno, yo apenas entiendo el inglés, pero tampoco es necesario para dar con la solución.
—Entonces, ¿en qué quedamos? —preguntó Bachmann.
—Hay que contar las efes.
—¿Las efes?
—¡Hay tres! —exclamó Schadeck con aburrimiento, que antes le había arrancado a Greta la nota de la mano para leerla de nuevo.
FINISHED FILES ARE THE RESULT
OF YEARS OF SCIENTIFIC STUDY COMBINED
WITH THE EXPERIENCE OF YEARS
Le pasó el papel primero a Bachmann y luego a Caspar.
—Yo he contado cuatro —dijo este último devolviéndole el papel a Greta después de que Yasmin se negara a cogerlo con un movimiento de rechazo con la mano.
—Veo que usted pertenece a los que superan el diez por ciento. Me refiero en un test de inteligencia. La gran mayoría… —lanzó otra mirada aniquiladora hacia Tom por el extremo de sus gafas— y la gente normal cuenta tres. Unos pocos encuentran cuatro, como usted, Caspar. Pero en realidad hay seis.
—¿Seis? Es ridículo, ¿dónde narices se esconden?
Tom se rió.
La mujer le devolvió la nota, esta vez con cara de triunfadora.
—En la palabra of que usted, como tantos otros, ha pasado por alto.
Caspar miró a Schadeck por encima del hombro y, en efecto, vio como de repente las seis «F» aparecían ante sus ojos brillando como luces encendidas.
FINISHED FILES ARE THE RESULT
OF YEARS OF SCIENTIFIC STUDY COMBINED
WITH THE EXPERIENCE OF YEARS
—¡No me lo puedo creer! —susurró Tom.
—Pues sí, el cerebro humano siempre piensa en imágenes. Y no existe ninguna que se adecue a la palabra of, a pesar de que la letra se encuentre justo delante de nosotros todo el tiempo.
Caspar movió la cabeza desconcertado y por un momento se preguntó si Greta hablaba ahora del acertijo o de sus recuerdos.
—¿Seis efes? —Al parecer Tom seguía sin poder creérselo y volvió a contarlas de nuevo—. De acuerdo, ¿y qué significa todo esto si puede saberse?
—Pues, chicos, yo también he contado solamente tres. Pero creo que, por una vez, sé la respuesta a todo esto.
Bachmann sacó del bolsillo lateral del mono un enorme manojo de llaves y empezó a contar a través de un sinnúmero de etiquetas de plástico diferentes.
—Aquí está —dijo finalmente, a la vez que les entregaba una placa de color verde.
—Es la llave de la habitación 6F.
—¿6F? —preguntó Yasmin sin dar crédito—. No he oído nunca hablar de ella. Aquí sólo hay cinco plantas. ¿Qué quiere decir?
—Bueno, se trata de algo que únicamente sabemos Rassfeld y yo. Seis F significa «six feet». Aunque no lo creáis, Rassfeld también tiene sentido del humor: seis pies bajo tierra, o lo que es lo mismo, dos metros bajo tierra. El sótano. —Bachmann se dio cuenta de que el resto seguía sin comprender nada, por lo que continuó—: Es la llave de la sala de Patología.